MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
El nuevo y mayúsculo escándalo que sacude con convulsiones telúricas los cimientos del Poder judicial, es preciso que se investigue seriamente y a profundidad, como amerita. Sobre todo, porque todas las coordenadas indican que subyace la intención de que el asunto rompa por lo más delgado.
Según la crónica servida por el acreditado y prestigioso vespertino El Nacional, cuyas fuentes tradicionalmente son confiables, la actitud decidida y firme de la juez, licenciada Awilda Reyes Beltré, es la que ha ensoberbecido la taimada personalidad del doctor Mariano Germán Mejía, hasta llevarlo al paroxismo.
Ahora resulta que Marianito “el travieso de Las Táranas”, San Francisco de Macorís, está estresado por la conducta digna asumida por una subalterna a quien él se ha empeñado en sacrificar para que las cosas se enrumben por un sendero que la verdadera justicia, no quiere conocer. ¿le llegaría su cuarto de hora?
El doctor Mariano Germán Mejía, si aún tiene un ápice de respeto por sí mismo, detalle que dudo, debe reconocer que su condición de agüizote del doctor Leonel Fernández, más por la plusvalía económica que le representa que por lealtad cívica, es la que lo conmina a colar “su café” lo más claro que pueda.
El allanamiento a la residencia de la licenciada Reyes Beltré con la ausencia de “su abogado”, doctor Tomás Castro, la incautación de dos computadoras y documentos físicos que supuestamente pudieran involucrar a la susodicha en una eventual asociación de malhechores, en lugar de beneficiar al travieso de marras, le harían más difícil, por no decir imposible, lograr el “bajadero” al que cualquiera en sus zapatos aspirara. A propósito, ¿qué hablaron Mariano y Tomás?…
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