Por Anulfo Mateo Pérez
En un país como el nuestro, con alta tasa de analfabetismo, desempleo y pobreza material es lógico que prospere con facilidad la manipulación política, el clientelismo y la elección de gobiernos ilegítimos, que resultan de las urnas sin respaldo de la mayoría absoluta del universo con derecho al voto.
No es de extrañar que las provincias a donde existen los mayores índices de analfabetismo, pobreza, hacinamiento y marginalidad, su electorado sea el de mayor nivel de manipulación, como ocurre en el Suroeste.
Ejemplos palmarios de mayores tasas de analfabetismo son las provincias fronterizas de Pedernales, con 36.5%; Elías Piña con 32.7%, e Independencia con 24.4%, flagelados por la miseria y olvido oficial.
A estas les siguen Azua, Barahona y San Juan, cuyos índices de desarrollo humano han caído en las últimas décadas, con un sostenido descrecimiento demográfico provocado por el desempleo y la emigración.
San Juan, la provincia con mayor territorio, para la década de 1950 era una de las más pujantes; sus habitantes representaban el 5% del total a nivel nacional, ahora ocupa un 2.82%, y podría agravarse.
Los indicadores en los renglones de salud y vivienda son también negativos para estas demarcaciones, sobre todo en Elías Piña, que en cuanto al desempleo ronda en un 15.28%, el más alto de todo el país.
Al realizar una proyección política de los datos, se explica el por qué con tanta facilitad se manipula allí al electorado y sus falsos representantes congresuales y municipales resultan ofensivamente ilegítimos.
Son las provincias fronterizas las más frágiles y vulnerables al clientelismo y a la demagogia; permeables al discurso mendaz, a las promesas banales… sometidas a las carencias más extremas de todas.