MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
La infidencia recurrente del presidente y candidato reeleccionista, licenciado Danilo Medina Sánchez, denuncia una patología peligrosamente incurable.
No obstante el diligente y efectivo equipo agropecuario que de manera atinada dirige el ingeniero agrónomo Leonado Faña haberle “matado el gallo en la funda”, como dicen los aficionados al nada deportivo, y sí aberrante demostración de sadomasoquismo que son las peleas gallísticas, con el asunto de las “visitas sorpresa” el impenitente Danilo sigue haciendo malabares con los dineros del pueblo, como dicen los chilenos.
Se me ocurre que el infidente de marras consciente de que fue el armador de toda la parafernalia que llevó a la presidencia del Comité Político y del PLD al doctor Leonel Fernández, cuando estuvo a un tris de ser defenestrado políticamente para siempre, hoy le está cobrando con intereses acumulados, su actitud en el año dos mil.
Es de orden acotar para mucha gente que lo ignora, acaso por lo nauseabundo que resulta el ejercicio de la política en este país de un tiempo a la actualidad, que en esa ocasión, si no es porque en 1998 la muerte acaba con el archirrival del doctor Balaguer, la historia hubiese sido muy distinta por varias razones.
La primera de ellas es que ya para el mentor y líder del Partido Reformista, no tenía sentido impedir que el ingeniero agrónomo Hipólito Mejía, candidato del histórico Partido Revolucionario Dominicano, resultara victorioso; sobre todo, porque le había permitido al guapo de Gurabo “amarrar su chiva” en el patio de la Máximo Gómez 25.
Es preciso recordar que aunque Hipólito no logró en las votaciones del escrutinio del 2000 el 50% más uno en la primera vuelta, el estadista de Navarrete, resentido por el trato desconsiderado de Leonel, se negó rotundamente a “prestar su sombrero” otra vez, en obvio rechazo a la pretensión Leonel-peledeísta.