Por Sandino Bisonó
La ciudad de Santo Domingo es la ciudad del caos vial y lo peor es que no se avizora ninguna solución ni aun a largo plazo, por el contrario, día tras día, el problema empeora.
Los dos grandes corredores de esta gran ciudad en los cuales se ha invertido tanto dinero que hasta cuantificarlo mentalmente produce jaqueca, dando como resultado que lo que se ha hecho hasta ahora, mal planificado, no ha dado las soluciones esperadas para finalmente ir haciendo parches en cada esquina, como sucedió recientemente en la avenida 27 de Febrero, en lo que se ha dado por llamar el Corredor Duarte, con la avenida Privada, pues la gran cueva que se hizo desemboca en un tapón en la avenida Caonabo.
Por lo que fue necesario cegar esa calle transversal, en forma ilegal por el Ministerio de Obras Publicas, que no cuenta con la autoridad para modificar las vías, pues eso solo puede hacerlo la Sala Capitular del Ayuntamiento del Distrito Nacional en este caso.
Esa disposición que parte en dos la vía, se tomó a última hora al ver el gran cuello de botella que se formaba en la Avenida Caonabo porque no se planificó de un principio.
Es fácil imaginar que ahora se comenzará el elevado o la solución que sea para el cruce de la Avenida Isabel Aguiar, cuyo taponamiento se inicia en la Avenida Luperón, y que a veces se toma hasta 40 minutos transitar los 500 metros de ese tramo de vía.
A todo esto, hay que añadirle lo que el Director de la Amet está haciendo, también en forma ilegal, pues esta atribuyéndose prerrogativas que son de la ciudad y esta privilegiando un carril expreso en la Avenida John F. Kennedy logrando resultados calificables de pírricos, pues el congestionamiento de la vía continua, amén de los inconvenientes a los conductores que no pueden subirse a los elevados o bajar a tiempo para tomar una calle transversal.
La raíz del asunto no es solo la mala planificación de estos corredores que no contaron con la asistencia profesional de planificadores en materia vial sino también con la falta de educación de los conductores y la gran cantidad de vehículos que circulan por nuestras calles, siendo en un alto por ciento chatarras no aptas para transitar en ninguna ciudad que se respete o con un mínimo de orden.
El país cuenta según estadísticas con más de tres millones y medio de unidades vehiculares, incluyendo muchos de hasta 40 años de uso, modelos de los años 70 que andan en las vías como carros de concho y a veces hasta como taxis, operando con un gran costo para el país, no solo en gastos de combustible y mantenimiento sino que en gran medida constituyen un foco de contaminación, provocando conflictos y accidentes lamentables, se detienen donde quieren, carecen de seguro y encima de esto el pésimo servicio que ofrecen a los usuarios de transporte público que en la mayoría de los casos tienen que someterse a largas filas frente a un tipo con un garrote en las manos, que los trata como animales, para así poder abordar una de esas carcachas para ir o regresar del trabajo o la casa.
El país importó en el 2014, 66,292 mil unidades, entre ellas 28,288 correspondieron a nuevos y 38,004 usados de hasta 7 años de uso, según la Ley 74-00. Esa cantidad entra cada año engrosando el parque vehicular, de los cuales más de 2 millones transitan sin seguro y más del 40% sin la revista de ley. A todo esto, cada año se va engrosando la cantidad de vehículos, formando un bolsón, pues la proporción en que salen de las calles las unidades caducas, no compensa ni el 2% de los que entran.
Lo verdaderamente grave es que el Estado dominicano no tiene planes para corregir la situación de este caos vehicular al que estamos condenados los dominicanos, pues nada se hace para sacar más de 750 mil vehículos inservibles de las calles, siendo los operativos de la Amet solo intentonas muy tímidas porque todo se mide con la basa de la política y los votos chuecos que se logran lesionando el interés nacional.
Es conocido también el hecho de que esas chatarras circulantes son la carnada para hacer negocios de sectores que viven al acecho y justifican negocios muy jugosos tomando como pretexto esas chatarras.
El Estado dominicano tiene que enfrentar esa situación con valentía, sin romanticismo ni politiquería, de buscar votos con los llamados obreros del volante. Hay que hacer una planificación que de verdad enfrente la situación, pues las ciudades de Santo Domingo y Santiago no resisten más congestionamiento vial, además del lato grado de contaminación existente.
Es necesario contratar expertos para que se busquen alternativas sin dejar al desamparo a los padres de familia que viven de la actividad del concho y el taxear, pues se puede lograr solución incorporándolos a un verdadero programa que permita sacar de una vez y para siempre todo vehículo cuya edad este por debajo del año 2000 o sea del siglo pasado.
Nada de esto se puede realizar sin la decisión del Estado que debe planificar y ejecutar lo que sea necesario, evaluar ese sector del transporte y hacer un plan para facilitar que los dueños de chatarras les sean cambiadas las unidades y que las paguen, modificar la Ley 74-00 para que se permita la importación de carros de hasta 10 años de uso cosa que les permita a esos sectores sociales cambiar sus unidades y ofrezcan un servicio decente y confortable a los usuarios.
La otra parte seria la colectivización del transporte en las rutas de los barrios con unidades capaces de mover 30 pasajeros o 52, en vehículos que usen combustible amigable con el medio ambiente, con los chóferes organizados en cooperativas, lo cual les dará mucho mejor resultado económico y dignificará la labor de los que se acojan a esos planes.
Con las unidades ancianas el país va a ganar mucho eliminándolas, picándolas para ser convertidas en materia prima para la industria de metal criolla.
Otra medida para descongestionar pudiera ser el cambio de horario de los colegios y escuelas o la de inicio de labores en el comercio, la industria y las oficinas públicas, así como sacar las universidades del centro de la ciudad y ubicarlas en zonas abiertas que no provoquen problemas de congestionamiento en las vías, así como también las terminales de transporte interurbano colocadas en las entradas de la ciudad.
En conclusión: al tránsito en esta ciudad hay que meterle mano pero de verdad y los carros chatarras con más de 30 años deben ser eliminados, matados como pollos porque así no podemos continuar, pues esto es una cosa de locos.
Si tomamos el tema con responsabilidad dejaremos de ser el país con mayor número de muertes por accidentes de tránsito en América Latina.
Todo este panorama se maneja con una Ley de Transito totalmente obsoleta la 241 que es urgente cambiar para adecuarla al sistema de transito de estos tiempos.
Para que logremos una panorámica de esta situación veamos los siguientes datos y luego reflexionemos ante la gravedad del problema vial de continuar como hasta ahora.
De los vehículos de motor registrados en República Dominicana, el 52.2%, un millón 678 mil 979, son motocicletas. El resto, 22.3 %, son automóviles, distribuidos en 717,087 públicos y privados; 81,660 autobuses; 312,170 jeep o yipetas; 372,238 camiones y camionetas; 19,165 volteos; 19,978 máquinas pesadas, y 14,496 de otro tipo, en su mayoría sin póliza de seguro.
El 41.4% de los automóviles está en el Distrito Nacional, el 22.2% en Santo Domingo, el 10.8% en Santiago de los Caballeros, siendo que el 25.6% restante está distribuido en las otras provincias de la República Dominicana.
El 36.2% de los autobuses se ubica en el Distrito Nacional, el 24.2% en Santo Domingo y el 7.8% en Santiago de los Caballeros, el restante 31.8% se distribuye en las demás provincias y municipios del país.
De las yipetas, el 33.5% está registrada en el Distrito Nacional, el 18.6% de la Provincia Santo Domingo y el 13.1% en Santiago de los Caballeros, el restante 34.8% en las demás provincias de la República Dominicana.
El autor es presidente del Consejo Nacional de Defensa al Consumidor (CONADECO)