Por Orlando Gil
(De: presenciard.net).- DISPARÓ LAS APUESTAS.- Hipólito Mejía no puede quejarse. Sus bonos están altos, y parece que no solo en Santiago. El solo decirse que podía asumir la candidatura a Senador disparó las apuestas, y obligó al oponente oficialista a reaccionar. Nadie sabe de quién fue la idea, todo un invento, pero tuvo una acogida parecida a la olvidada consigna “Llegó Papá”, de la que tampoco, aun, se conoce autor.
Y no fue relajo, puesto que la semana pasada lo estuvieron midiendo, y de seguro que los datos fueron procesados entre sábado y domingo. La pelota ya no irá de mano en mano, y la cancha la clausuró el propio expresidente. Dijo que no, pero lo dijo en la capital y no en Santiago. Pudo haber parado el can allá, y sin embargo, permitió que pasara La Cumbre. Claro, la culpa es de Lilis, que le hizo carretera a los cibaeños. O de Balaguer que la convirtió en autopista. ¿A qué se debió el fenómeno?, ¿por qué el río creció tanto que se salió del cauce? El Yaque, por lo visto, ya no es tan dormilón. Al gallo lo pueden soltar donde sea y como quiera pelea en un coliseo de la capital. Con la candidatura de Mejía a la senaduría sucedió lo mismo. Empezó como secreto de calle en Santiago, y a poco estuvo en Santo Domingo…
EN BUSCA DE AUTOR.- La candidatura de Senador por la provincia de Santiago es como un personaje en busca de autor, y lo grave es que ese autor no aparece, aun cuando el personaje insiste. Dicen en Santiago, y también en la capital, que esa posición le fue ofrecida a Eduardo Estrella, aliado del PRM, y que ese regalo o lo envolvió o lo llevó el propio Hipólito Mejía. Igual se murmura en Santiago, y en la capital, que Mejía fue decisivo en la escogencia de Iván Hernández, el hijo de Sonia Guzmán y José María Hernández, y nieto de Antonio Guzmán y René Klang. Siendo así, era difícil que pudiera caer en ese gancho, y que en su caso sería toda una percha. Lo primero es el rango. Siempre será más importante la condición de expresidente que la de Senador. Además, esa candidatura, si no estuviera en el limbo, sería una aventura. Los que conocen a Mejía, y lo conocen en la intimidad de la política, sabían de antemano que no iba a aceptar. Que si lo suyo no es vida contemplativa, le agrada más echar maíz a las gallinas en el patio de su casa en Canastica que amarrar chivas en predio ajeno…
TRES SITUACIONES.- Esos íntimos de Hipólito Mejía juran que no quiso ser candidato a la presidencia, en esta ocasión, y que se dejó ganar a posta de Luis Abinader. No hizo el trabajo a profundidad, ni invirtió como era debido, y tampoco dejó que sus seguidores patalearan, como fue el propósito en las primeras horas de la noche de esa jornada fatal. Mejía se confió al destino, y el destino le aconsejó que se quitara del camino, que se colocara a la vera, y dejara el cortejo pasar. Eso fue lo primero. Y lo segundo que debían recordar fue que tampoco aceptó la presidencia del Partido Revolucionario Moderno, aun cuando la tuvo al alcance de la mano, le fue ofrecida, incluso – dicen – por el propio Luis Abinader. El grupo H16, su grupo, insistió, casi presionó, pero no pudo convencerlo. Y si fuera necesario, habría un tercer elemento de disuasión: El PRM tiene muchos problemas en Santiago. Vale decir, para completar el cuadro, que lo que se quiso con Mejía en Santiago, se intentó con Andrés Bautista en Moca, y Jesús Vásquez en Nagua, y ambos se negaron…
DESDE CANASTICA.- Cuentan, e igual por lo bajo, que a lo único que Hipólito Mejía se comprometió fue a ayudar al PRM en San Cristóbal. Lo cual hace desde Canastica. Canastica es a Mejía, lo que Cambita fue a José Francisco Peña Gómez y la Máximo Gómez 25 a Joaquín Balaguer. Centro de consulta y poder. Suben de San Cristóbal, pero igual de la capital, y podría decirse que de todo el país, pues no hace mucho Amable Aristy Castro, desde Higuey, fue a contarle su viacrucis con Danilo Medina y los peledeístas. ¿Intentó Mejía convencer a Aristy de que era mejor que amarrara su yate en el puerto de Luis Abinader y el PRM? No se sabe, y tal vez nunca se sepa, pues fue cosa entre ellos, y con el respeto que existe, ninguno va a denunciar al otro. Entre un locuaz como Mejía y un callado como Aristy, los secretos se dan de maravilla. ¿Qué pasará, pues, con la senaduría de Santiago? Julio César Valentín reaccionó pronto y se puso a sacar más filo a la mocha, viendo que había que cortar más caña y mandarla para el ingenio. Ahora que se vuelve a la posición anterior, el panorama le pertenece de nuevo por entero…
@orlandogildice