MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
Al doctor Milton Ray Guevara le puede pasar lo que le sucede a todo el que le entrega su alma al diablo a cambio de nombradía y bienes materiales. Podría dejar a sus descendientes una fortuna incalculable; pero, también, la vergüenza de llevar el apellido de un farsante y traidor a las mejores causas del país.
De origen humilde, casi indigente en la agreste Samaná, este espécimen, hechura a imagen y semejanza de su mentor el Rasputín dominicano, con sus interesadas y desafortunadas decisiones en el Tribunal Constitucional estaría a un tris de llevar al país a una guerra civil de envergadura impredecible.
Que eso ocurra sólo va a depender de otra “metida de pata” cuando en su momento se apele ante esa Alta Corte el fallo del Tribunal Superior Administrativo que viola el mandato que establece la Ley Sustantiva de la Nación Dominicana en el artículo 81, primer acápite.
Este artículo enuncia a manera introductoria que: “La cámara de Diputados estará compuesta de la siguiente manera”, y a seguidas el acápite primero dispone: “ciento setenta y ocho diputadas o diputados elegidos por circunscripción territorial en representación del Distrito Nacional y las provincias, distribuidos en proporción a la densidad poblacional, sin que en ningún caso sean menos de dos los representantes por cada provincia” (sic), en tanto no incluye al D.N.
De modo que con la excepción del desliz en lo textual antes citado, lo taxativo de la disposición es terminante y definitivo.
Ahora bien, lo paradójico de este asunto reside en que con la certidumbre que encierra podría convertirse en una cruda y patética realidad.
Una patética realidad, por cuanto podría degenerar en una tragedia con acentuados ribetes de atipicidad histórica. La revolución de abril de 1965 se empezó a gestar el mismo día de la asonada militar que depuso al anti-reeleccionista profesor Juan Bosch.
Sin embargo, podría ser, con escasa duda, que a causa de la obsesión reeleccionista de Danilo Medina Sánchez, el venidero 16 de mayo sea el detonante de una conflagración similar para impedir que se burlen de manera descarada los principios éticos de la conducta boschista. ¡Ojalá que así sea!