MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
Cuando uno escucha o lee que el presidente Danilo Medina Sánchez anda proclamando “soy el Presidente de las promesas cumplidas”, tiene que aguantarse las ganas de maldecirlo para el resto de su vida por perjuro reincidente. Esto, en virtud de que no hace mucho dijo, con el mismo desparpajo, que su gobierno es el más honesto que ha tenido el país.
Los ilustrados le llaman a esos excesos, hipérboles. Pero yo, hijo de campesinos sin malicia de donde nace el Sol y se le despide con la fruición siempre reconfortante y esperanzadora de una Oración, prefiero llamarle sobreestimación insolente y desconsiderada. Y de seguro me quedo corto…
En este país es preciso y urgente hacer algo que le permita a la sociedad dominicana evolucionar hacia estadios de verdadera institucionalidad democrática. Única forma de garantizar a la ciudadanía la libertad que le es inherente a su naturaleza.
La nación dominicana no puede seguir por el derrotero que le han trillado minorías apandilladas que únicamente buscan con el concurso de comunicadores asalariados, continuar el asalto inmisericorde al erario nacional que empezaron hace ya unos años con el despojo de las empresas del Estado.
Basta con recordar la barbaridad que se cometió con la descuartización de la Corporación Dominicana de Electricidad y del Consejo Estatal del Azúcar, ejecutadas “magistralmente” con la torpeza que caracteriza a los estúpidos por un par de maleantes que santificara la plebe irredenta a cambio de comer dos o tres días.
La situación que está sufriendo la sociedad dominicana no es para que el saltimbanqui Danilo Medina se esté haciendo masturbaciones mentales “contando con el pollo”. Para la gripe aviar que ha contaminado su proyecto reeleccionista, no hay antídoto que valga, como no hay forma de creer que la luna sea un satélite del Sol.
Entonces, ¿de qué y para qué sirven expresiones que solamente procuran impresionar, agenciarse incaustos? Danilo está preso por la guardia aquella…