Por Ricardo Bustos
Muchas veces uno desea que el tiempo se detenga para seguir disfrutando de aquello que le llena el alma de satisfacción, pero la realidad es otra.
He aceptado que al ser mayores, para algunos pertenecemos a la categoría de «descartables» y obviamente, estamos impedidos de pretender explicar a nuestros vecinos pasajeros de este tiempo que hay otra vida, con matices diferentes, sin distorsionar el comportamiento humano.
Lejos han quedado los «Buenos días, gracias, de nada, por favor, Señora, Señor», que fueron reemplazados por «¿qué, onda?, el chabón, la mina, la vieja, el jovato» y tantos otros adjetivos que mas vale no traer a esta reflexión.
Parece que fué ayer cuando estudiamos gramática, caligrafía, ortografía, lectura, pronunciación, interpretación del texto que estábamos leyendo, dictado, todos elementos que nos permitían leer con facilidad para estudiar las materias de la currícula.
Hoy, sin embargo, al escuchar los discursos de quienes ocupan el lugar que les prestamos para que administren lo nuestro (léase políticos y/o gobernantes) nos cuesta creer lo difícil que les resulta hilvanar palabras para cerrar una frase sencilla. Tienen el estómago inflado de tantas «s» que se comen y ni hablar de los géneros con los artículos, algo que no es solamente propiedad de la dirigencia política porque hay muchos famosos conductores de programas en televisión que también dan lástima.
Muchos años he tenido la suerte de vivir en una de las ciudades mas bonitas de Argentina como es Mar del Plata. Allí trabajé por mi profesión como Locutor y Conductor de varios programas en radio y televisión. Recuerdo que cierto día llegó a la ciudad invitado para dar una conferencia, el académico Profesor Federico Peltzer, a quien tuve el honor de entrevistar por los micrófonos de LU6 Emisora Atlántica.
Lamentablemente nos dejó en el año 2009. Había nacido un 13 de abril de 1924 en Buenos Aires. Fué abogado, ensayista, poeta, novelista, Juez, Camarista Civil, miembro de las Academias Nacionales de Letras Argentina y Paraguaya, así como también miembro correspondiente de la Real Academia Española, Catedrático Universitario de la Universidad del Salvador y de la Universidad Nacional de La Plata en Literatura Española.
De todo lo conversado durante su visita a los estudios, he dejado una frase que me respondió cuando pregunté ¿que leía la gente?:
«Poco y nada, y lo peor es que lee basura».
Fué su lacónica respuesta. El resto no vale la pena mencionar porque seguramente causaría heridas profundas en la literatura progre que pudimos cosechar.
Ha pasado el tiempo y la mentira no ha renunciado a su cargo ya que desde los estamentos gubernamentales nos bombardean con propaganda cada vez que se realiza la Feria del Libro al mostrar cifras sobre la cantidad de público que asiste al evento. Somos 40 millones y recorren la exposición 500.000 ¿lectores? Y, claro, para los responsables de la cultura en el país esa cifra es importante, pero se olvidan de los 39 millones y medio que no asisten. Y lo propio sucede con quienes salen de «vacaciones», ya que el porcentaje en bruto no supera el 20% de la población por razones obvias.
La realidad es que hoy 13 millones de personas en el país viven con $ 3,000 pesos por mes y no creo que tengan ganas de leer a Borges, Sábato o Quiroga o de escuchar a Vivaldi.
Por eso no es casualidad que en sus cabecitas hayan ocupado un lugar importante Los Pibes Chorros, Corre Guachín, Las Pelotas, Alcohol Etílico y Al Palo, Las Pastillas del Abuelo entre otros, todos nombres representativos de la cultura que elegimos.
«Por la ignorancia se desciende a la servidumbre, por la educación se asciende a la libertad». Diego Luis Córdoba (Abogado y político colombiano)
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556