Por Narciso Isa Conde
Joao Santana, alicate de ODEBRECH, se tuvo que ir y pinta esposado en Brasil, país sede de un imperialismo emergente y corruptor; de un lumpen imperialismo postmoderno, que parece haberse engullido, con consentimiento propio, la ética de Lula, Dilma y la facción claudicante del PT.
Danilo reconoce la “perdida” de su principal “gurú” en marketing electoral y otras disciplinas, y proclama, aparentemente impertérrito, que su campaña “sigue”. Y claro que sigue… pero más embarrada, con una mayor carga de porquerías y nuevos riesgos de derrame de lodo y pus.
O Danilo tardó en darle de baja, o Joao se retrasó en pedirla. Lo cierto es que desde que estalló la corruptela en Brasil -con Odebrecht, Andrade Gutierrez, PETROBRAS y el cogollo del PT en el vórtice- perdieron demasiado tiempo para hacer creíble que en esa relación no hay nada más que un sano contrato entre un candidato y un “genio” de la mercadología electoral, que por demás “hizo presidentes” a varios candidatos latino-caribeños y africanos que se encariñaron con esos consorcios.
Ahora nos dicen que las elecciones solo las ganan los mercadólogos, no los candidatos, ni tampoco el dinero a borbotones. Pero más allá de ese decir, lo peor es como desde una poderosa dictadura mediática, económica y política se encubre el devenir mercantil de la política y las asociaciones –muchas veces mafiosas- de consorcios privados con partidos y candidatos en transacciones altamente rentables, traducidas en contratos onerosos-estafas, cruzados con sustracciones al patrimonio público.
En ese proceder está evidentemente de por medio -no solo en el caso dominicano- las alianzas trasnacionales del régimen brasileño, los viajes de Lula como “lobista” (con financiamiento privado), la presencia omnipresente de ODEBRECH, la coincidente asesoría del propio Joao recomendada por del PT, los contratos sobrevaluados tras lo triunfos electorales y/o intercambios presidenciales, y los préstamos del Banco Nacional de Desarrollo de Brasil, salpicados con compras de Súper-Tucanos y tuberías a precios de gran estafa, o con tripletazos como el de los 16 millones de dólares manipulados por Joao vía Angola-Dominicana-Brasil.
Aquí, por ese tipo de conexiones, se le llegó a conceder el 80% de los contratos de construcción a ODEBRECH y lucen burlescas las bondades del contrato de las Plantas de Punta Catalina con un sobreprecio de mil millones de dólares respecto a la oferta de la empresa rival, sin contar la “clandestina”. Pero no solo aquí, sino que calcadas se repiten situaciones en Panamá, El Salvador, Perú, Angola, Ghana…
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