Por Pablo McKinney
UN CANDIDATO EN LA CALLE. Los resultados de la encuesta Gallup para el diario HOY, de ayer lunes, muestran los efectos del arranque formal de la campaña del presidente candidato, Danilo Medina. Su aumento de casi nueve puntos en menos de dos meses (de 51.8 a 60.3%) viene a mostrarnos el efecto electoralmente positivo que tienen estas campañas bullosas e insoportables, clientelares y “arrabalizantes”, que paralizan pueblos y anarquizan la vida de la gente; esas que la amplia clase media ( 29% de la población) tanto rechaza, y soy uno de ellos.
Pero resulta y viene a ser, que ese es nuestro mercado electoral, (“de plátano nuestro vino, y si sale agrio, es nuestro vino”), así se ganan elecciones en nuestra selva con ínfulas de patria civilizada. Este aumento en las preferencias del electorado hacia Danilo Medina, viene a demostrar también que, aunque a un alto costo en la democracia interna de la organización, el acuerdo entre Medina y Fernández ha funcionado, y por lo menos a corto plazo, ha salvado al PLD de la división, demostrando la importancia de nodal de la unidad (-aún con bembitas-), y la obligación de hacer lo que se tenga que hacer, incluido lo imposible, para mantener la estabilidad económica –por ahí es que prende o se apaga el electorado), y ampliar y acelerar todo lo que pueda disminuir la inaceptable desigualdad social, y de paso aumentar las oportunidades. No es cosa de que “el ‘malcomío’ no piensa”, mis señores, es que sin comer no piensa nadie, ni el rico ni el pobre.
ESOS EGOS CUBANO-ARGENTINOS. El descenso en la popularidad del candidato Abinader (que bajó de 35.7 % a 30.6%) tiene que ver más que con su desempeño, -no brillante pero sí correcto-, con la ausencia de una estructura partidaria, pues el PRM sigue siendo, no sólo un PRD-M (mientras tanto), sino también una suma de proyectos políticos personales derrotados por Miguel Vargas, una cosa indefinida, sin atisbos de organización ni disciplina. Súmele a esto, lo que significa la falta de recursos públicos y privados en un proceso electoral basado en el dinero, súmele el asistencialismo y el clientelismo, y comprenderá estos resultados.
Sobre Guillermo Moreno y Alianza País, digamos que aunque disminuyó su intención de voto de 4.3% a 3.5%, esos números le consolidan como el representante de unas fuerzas alternativas que, unificadas, no sólo forzarían una segunda vuelta, sino que tendrían la llave para negociar alianzas, no a partir de cargos y otros dones, sino de programas y propuestas. Un buen desempeño de los anti-partidocracia en 2016, les llevaría a competir frontalmente con el PLD en 2020, a partir del galopante desprestigio de nuestro sistema de partidos tradicionales, (aquí es bueno anotar que tanto Abinader como Medina reciben más apoyo personalmente que de sus respectivos partidos (-30.6% vs. 24.7%, Luis, y 60.3% VS. 55.3%, Danilo)-, súmele a esto los 20 años casi continuos de poder peledeísta, más un modelo económico que podría mostrar agotamiento y ralentización de aquí al 2020. ¡Pero quién puede con esos egos cubano-argentinos, tan inmensos, que si reúnes a cuatro en un salón, en una hora te crean cinco partidos!.
ASOCIADOS PERO NO EN SOCIEDAD. Un resultado sumamente llamativo y políticamente interesante, es el que muestra que aunque el PRD va aliado al PLD, el 25.5% de los que dicen ser del PRD votarán por el PRM y solo el 61.7% por Danilo Medina. De igual modo, el PRSC va aliado al PRM pero el 64.0% de los suyos votaría por Danilo Medina y sólo el 28.0% por Abinader. Así ocurre cuando se realizan alianzas que contradicen los principios fundacionales de un partido, o cuando se llega a ser una cosa que va y viene entre propuestas y regalos.
En fin, estos resultados de la más reciente encuesta Gallup-HOY, vienen a demostrarnos que en un país sin Dios ni Marx, sin “prigilio”, orden ni utopía, ya nada conmueve a nuestras grandes masas de votantes más allá de su cena, o sea, de sus urgentes asuntos materiales, quiero decir, (la Patria es mucha gente). En el caso de la clase media, ésta, aunque es más mediáticamente sonora, se tranquiliza fácilmente y vuelve a lo suyo, siempre que pueda viajar a Miami de fin de semana, tertuliar en Blue Mall, y sobre todo, poder pagar la taquilla para -en Romana- sufrir con Marc Anthony cuando este le cante: “y sigues siendo tú… (pero) y ahora quién, si no soy yo.” Con su permiso