Por Willians De Jesús Salvador
En este tercer lustro del Siglo XXI vivimos en la sociedad de la información y del conocimiento, razones por la cual los estudios de mercados son relevantes a la hora de la toma de decisiones, ahora bien cuando se utilizan como herramienta mediática para crear percepciones e influir en la población pueden carecer de veracidad y ser documentos que vulneren los principios éticos, por no estar fundamentados dentro del rigor científico.
En la República Dominicana dentro de los próximos días se llevarán a efecto las «Elecciones Generales», y el partido oficialista consciente de la concentración de los medios de comunicación en su poder y la capacidad de inversión en publicidad, está recurriendo a la guerra de las encuestas, para crear la percepción que el candidato opositor no ha logrado un posicionamiento en el electorado que amenace la continuidad en el poder del candidato oficialista.
Es posible que la República Dominicana camine de reversa a la tendencia de cambio por la que transita América Latina. Las últimas elecciones celebradas en la región los gobiernos populistas han sido desplazados por el voto popular. Los votantes dominicanos se han dividido en dos grandes grupos, los que viven del Estado y los ciudadanos que no dependen de la plataforma de políticas sociales, dádivas estatales o están insertos en la nómina pública, las «llamadas botellas» versus el ciudadano que soporta sobre sus hombros un Estado costoso, endeudado, corrupto e ineficaz, incapaz de cumplir con sus roles más elementales de seguridad ciudadana, salud de calidad, equidad de género, oportunidades a los jóvenes, y políticas públicas transparentes.
Vivimos «la era del marketing político y las redes sociales, donde todo se mide por la imagen y aceptación de tal o cual candidato, a veces independientemente de su capacidad política, y donde la política ocurre ya no sólo en las estructuras partidarias y en los actos de calle, sino principalmente en los medios masivos de comunicación, los sondeos de opinión ocupan un lugar fundamental en las elecciones, porque nos permiten conocer el perfil del votante, sus intereses y opiniones. Y en este sentido, las empresas de investigación social cumplen un rol público y deberían tener por ello la obligación de rendir cuentas sobre la información que brindan. Y los Estados nacionales deberían asumir la responsabilidad de regular el mercado de los sondeos de opinión. Una alternativa para garantizar la fiabilidad de los mismos podría ser una legislación que los sujete a auditorías públicas de la construcción metodológica y de los resultados.»
http://www.telesurtv.net/opinion/La-politica-de-las-encuestas-o-las-encuestas-en-la-politica-20150106-0017.html.
América Latina ha sido escenario donde las encuestas han tenido incongruencias grandes errores de pronóstico. En la última elección presidencial colombiana, en la que se esperaba un resultado ajustado entre el candidato oficialista (Santos) y el principal de la oposición (Mockus); no obstante la ventaja final del primero fue de 20 puntos. Otro es el referéndum de Ecuador, en el cual se pronosticaba un triunfo de las propuestas del presidente Correa con el 60% y, finalmente, tuvo una mínima ventaja: llegó sólo al 45%, 15 puntos menos de los pronósticos.
En Argentina los sondeos electorales se equivocaron, ninguno de ellos se acercó al resultado real que se dio a conocer que fue un estrecho resultado con una diferencia de menos de dos puntos entre el oficialista Daniel Scioli y el oposior Mauricio Macri.
Dichas encuestas señalaban, casi con una unanimidad que Scioli estaría en torno al 40% de la votación, que Macri rondaría el 30% y que era muy probable que el oficialismo lograra ganar sin necesidad de segunda vuelta. Es decir, logrando el 40% de la votación y aventajando por al menos 10 puntos a la oposición.
Esto me hizo recordar el fiasco de las encuestas del Reino Unido que en 1992 daban por ganador en las elecciones al entonces líder laborista, Neil Kinnock, iba a ganar contra John Major a tenor de todas las encuestas. Las perdió estrepitosamente. Y volvieron a equivocarse en las elecciones de mayo 2015. Las encuestas erraron y las elecciones generales de ese jueves en el Reino Unido arrojaron un claro ganador, el partido conservador, cuyo líder, David Cameron, seguiría siendo primer ministro y con mayoría en el parlamento. Todas las encuestas lo señalaban en franca desventaja. David Cameron no tuvo que abandonar el 10 de Downing Street, la tradicional residencia del primer ministro británico.
Las próximas elecciones 2016. se van a celebrar en el marco de una implosión del «Sistema de Partidos Políticos», se han perdido las fronteras que separaban al PRD y PLD, y la nueva fuerza partidaria naciente(PRM) presentará credenciales enfrentando una alianza de gigantes, la lucha electoral es un evento inusual, incluso las encuestas ponen en primer plano los candidatos y no a los partidos, podemos asegurar que vivimos un tiempo de desarraigo ideológico y de difícil pronóstico.
Las encuestas sustituyeron las convenciones y las bases de los partidos, los candidatos a cargos electivos se eligieron por «encuestas» o por imposición y uso de la cohesión del poder, como fue el caso del candidato a la reelección del partido oficialista, que impuso la modificación de la Carta Magna y arrinconó a su líder Leonel Fernández con el sonado caso de haber recibido fondos de un famoso narcotraficante, historia contada por el propio personaje y aireado por los medios de comunicaciones dominicanos.
Las encuestas pretenden sustituir la voluntad popular? Eso es y será imposible.
Es cierto los ciudadanos ya no votan por sentimientos e ideología, entonces cuales son los parámetros que deben orientar los votantes?. Elemental votan por el «Estado del Bienestar». Votar por un mejor país.
Qué representa votar por la reelección presidencial?
Es votar para la instauración de la «Dictadura de un Partido-PLD».
Es votar para que la justicia dominicana siga siendo un reparto del PLD y aliados, como si fuese un botín de guerra. Es votar por la justicia más corrupta del continente americano.
Votar por la reelección es para la reafirmación de un gobierno corrupto y un régimen de impunidad. Verbigracia caso OISOE, etc.
Votar por la reelección es para que continúen los crímenes ecológicos contra los ríos y el medio ambiente.
Votar por la reelección es colocar un sello de legitimidad al soborno de los aviones Tucanos.
Votar por los candidatos del PLD y aliados es justificar el Congreso Nacional que actúa como un sello gomigrafo del gobierno, una fábrica de Bonos y Empréstitos.
Votar por Danilo Medina es votar por la reelección de todo el gabinete actual, es votar por el Comité Político del PLD, y el grupo llamado OTAN.
Votar por la reelección es votar por un gobierno con manifiesta incapacidad de establecer políticas de Estado contra la delincuencia.
Votar por el PLD es votar para la continuidad de la «Era» más entreguista de las riquezas mineras dominicanas bajo contratos lesivo al interés nacional.
Hay que votar por la instauración de un gobierno que fundamente el progreso en el desarrollo integral de la gente, que tome como base la mejoría de la educación, de la salud, de disponer un trabajo digno, de vivir con seguridad, entre otras dimensiones del ser humano. Un gobierno para las grandes mayorías.
Hay que votar para organizar el Estado y ponerlo al servicio del ciudadano y no de un «grupito», el Estado debe ser el motor para transformar la sociedad dominicana, donde los Planes Sociales no se perciban como un favor, sino como un derecho legítimo.
El Estado debe ser garante de una sociedad justa, participativa e incluyente. Debe haber un cambio generacional, un salto dialéctico, que signifique un nuevo proyecto de nación, que tenga el resto de establecer una verdadera y auténtica democracia dominicana.