Por Guillermo Cifuentes
“Qué difícil se me hace, cargar todo este equipaje, se hace dura una subida al caminar. Esta realidad tirana que se ríe a carcajadas, porque espera que me canse de buscar.” Llegado a la isla por culpa del pecado. Fue columnista del diario “La Discusión” de Chillán, (Chile). Guillermo Cifuentes
Mi mamá siempre quiso que estudiara derecho pero se frustró porque yo, luego de tomar los exámenes de admisión a la universidad, decidí optar por la justicia.
Desde entonces, cada vez que me veo envuelto en temas legales no puedo dejar de recordar el deseo incumplido de mi madre a la vez que reafirmo la validez de mi elección, pues no me digan ustedes que una posible candidatura a las altas cortes justifica las opiniones que sobre la ley electoral y el conflicto político electoral que hemos tenido que leer y escuchar estos últimos días.
No es ocioso recordar que se trata de un tema fácil de resolver si una de las partes recordara que en un Estado de derecho se deben cumplir las leyes.
Si alguien todavía anidaba la esperanza de que este proceso iba a ser un paseo, perdió un hermoso tiempo discutiendo tonterías tan propias de ex-militantes: que la unidad, que hay que sacar al PLD, Etc. Ninguna encuesta, ni un solo atisbo de pensamiento coherente, preclaro e iluminador, pudo prever lo que ocurriría este pasado lunes. Los torpes, los que cada cuatro años alcanzan con suerte a identificar al menos malo para repetir el ciclo eterno de la frustración, de la nostalgia de nada.
Debo reconocer que la visita colectiva de los candidatos presidenciales a la Junta Central Electoral es una muy clara señal de que algo se mueve. Y creo que a partir de ahora no será igual repetir los tres votos a dos y a la hora de los recursos ante el Tribunal Supremo Electoral llamar por teléfono para bajar línea.
Hasta el lunes lo único que parecía interesante de tratar era el tema de las benditas propuestas, exigidas por los comunicadores y por algunas ONG’s que parecían querer olvidar que la política no es sólo, gracias a Dios, políticas públicas. Antes de esa tentación pragmática la política está hecha de sueños, de ambiciones buenas y malas, de intereses de todo tipo, de emociones dice Carlos Peña. La política es plaza pública, es ágora (la de Atenas digo), son ciudadanos entusiastas y tristes. Sólo si no olvidamos esa condición de la política podremos entender que llevemos en nuestras mochilas tantos y tantas que terminaron desterrados o hasta murieron por hacerla.
El exceso de propuestas disminuye las ideas que deben sostenerlas y va dejando a la lucha electoral sin contenido. ¿No han escuchado ustedes eso de “para que sigan los servicios de laboratorio”…?.
Pero el lunes, casi a la hora en que los candidatos de la “oposición”, por primera vez y a lo mejor por única vez, pudieron juntarse para ser de verdad oposición a lo mismo, una candidata a diputada que no tuvo suerte en cuanto a su cobertura mediática se despachó tranquilamente que ella era partidaria de terminar la repartición de dinero del Estado, denominado graciosamente como ¨subsidios condicionados” y propuso luego otra forma de inversión social de esos recursos. Toda una “anti propuesta”, que espero no sea castigada por los administradores del descontento.
Sin embargo, al parecer lo que se considera políticamente correcto, la propuesta que daría puntos, la del cambio, es justamente la contraria, la que convoca a los ex-militantes, los de la urgencia en sacar al PLD, para hacer lo mismo. ¿No vieron la oferta de aumentar los subsidios al doble? Esa es la prueba de que el clientelismo no les gusta a algunos de la oposición porque favorece a otros, el patrimonialismo les carga porque beneficia a otros, y la corrupción… también.
Cuando empiezan a aparecer ese tipo de planteamientos hecho por la diputada en verdad se está cuestionando el fondo y el proceso electoral como que parece que dejará algo más, a pesar de todo. Hasta hay cuestiones estéticas. Si quedan dudas basta ver las imágenes de la llegada del sepelio a la JCE en apoyo a la violación de la ley electoral.