Por María Celsa Rodríguez
Con motivo de su visita a la Ciudad de Corrientes, donde brindó varias conferencias, entrevisté al Licenciado Gustavo Hasperué, Secretario Académico del Instituto Acton y Secretario Académico de la Facultad de Filosofía de la UCA.
Dígame Licenciado ¿cree Ud. que los argentinos somos una sociedad que ha aprendido de su propia historia, o repetimos los mismos errores?
No creo que se pueda generalizar pero me temo todavía hay mucha gente que no identifica las razones básicas que nos han llevado a crisis periódicas. Aunque afortunadamente ya no hay riesgo de gobiernos militares, no obstante, creo que estamos lejos de haber asumido plenamente los valores políticos e institucionales del Estado de derecho que inspiraron nuestra Constitución. Es por eso que, aunque con diferencias de grado, el poder se suele ejercer con arbitrariedad. Otro ejemplo de no haber aprendido se ve en el ámbito monetario. Es curioso que a escasos 25 años de una tremenda hiperinflación, Argentina se haya ubicado entre los países de mayor inflación a nivel mundial. Y no creo que sea sólo responsabilidad de los gobernantes: hay una dirigencia empresarial, sindical e incluso cierta élite intelectual que lo tolera o justifica.
¿Los valores sociales son los mismos valores que tenían nuestros padres y abuelos, o han cambiado?
En la actualidad se reconocen muchos valores sociales que compartían nuestros abuelos, como la honestidad, el trabajo serio, la cultura de la superación, el estudio, pero lo que ha cambiado es que hoy prevalece la opinión de que esos valores “no pagan”, no valen la pena porque no se ven recompensados a nivel económico, profesional o social. Hay quienes se lamentan y quienes se resignan; otros, sin duda, eligen el camino de la corrupción. Sin embargo, en medio de la decadencia moral de la dirigencia y de los diagnósticos pesimistas, todos los días millones de ciudadanos se esfuerzan por crecer y progresar sin abandonar sus convicciones y valores. Este es un motivo de gran esperanza.
¿Porque cree que hay un concepto errado de la palabra igualdad?
Todos los seres humanos tenemos la misma dignidad y los mismos derechos fundamentales. En eso somos iguales y el reconocimiento de esta igualdad fundamental es la base de cualquier sociedad libre y justa. Otra cosa muy distinta es el igualitarismo, es decir, el intento de igualar a los seres humanos por medio de la fuerza o la ley. El igualitarismo es incompatible no solo con la libertad sino también con la prosperidad general de una sociedad porque debilita la iniciativa y la creatividad humana y dificulta enormemente el proceso de cooperación social. Se desperdicia el conocimiento concreto de los individuos y se pierden oportunidades de generar riqueza porque las personas son obligadas a seguir mandatos burocráticos. Desde el punto de vista económico, el igualitarismo es un atentado a la prosperidad y una fábrica de pobreza. Ahora bien, hay desigualdades injustas, por supuesto. Son todas aquellas que resultan de privilegios legales o de sistemas jurídicos que entorpecen el emprendimiento y la contratación laboral. En particular el proteccionismo comercial y la inflación son fuentes arbitrarias de enriquecimiento de unos a expensas de otros.
¿Porque cree que el argentino es transgresor? Tiene la picardía de violar la ley o que la cumplan los otros?
Una de las fuentes de falta de respeto por la ley es que la misma ley muchas veces no es respetable. La legislación arbitraria o directamente incumplible tiende a generar la idea expresada en el dicho popular: “hecha la ley, hecha la trampa”. Paradójicamente, ante le incumplimiento de normas se insiste con nuevas regulaciones y medidas de control que, a la larga, agudizan el problema. Así como la inflación monetaria devalúa la moneda, de modo análogo la inflación legislativa devalúa la ley. Lo grave es que no sólo se intentan evadir o saltear absurdas regulaciones burocráticas sino que esta tendencia lleva también a debilitar el respeto por normas esenciales para la convivencia y el desarrollo.
Según Mc Gann una de los rasgos característicos de la cultura argentina, es el egoísmo y la falta de consideración por los demás, otros piensan que somos muy envidiosos del éxito ajeno. Sin embargo ante un hecho imprevisto y catastrófico, surge inmediatamente el espíritu solidario, ¿porque cree que se da esa bipolaridad?
Ciertas personas se comportan como los chicos pequeños que sólo reaccionan ante un grito y son incapaces de entender las razones que se expresan en un lenguaje normal, civilizado. Así las catástrofes naturales y otras desgracias semejantes son como gritos que conmueven y despiertan energías solidarias que todos tenemos. El siguiente paso sería ver, reconocer y respetar al prójimo en lo cotidiano desde los detalles de buena vecindad hasta la generación de una cultura de confianza extendida que nos permita funcionar mejor como comunidad. Yo no diría que es un fenómeno de bipolaridad sino más bien de falta de madurez.
El argentino es muy creyente, cree en Dios, pero también es muy supersticioso, ¿cómo se entiende esa contradicción?
De nuevo, no generalizaría. La mayoría de los argentinos son creyentes pero muchos no lo son, y tampoco son supersticiosos. Superstición de hecho es un concepto muy amplio: se utiliza para significar creencias de tipo mágico, como cosas o acciones que traerían bueno o mala suerte, y también ciertas manifestaciones de religiosidad popular. Con respecto a esto último hay que ser muy cuidadoso: se comete un error cuando ante cualquier manifestación de religiosidad popular se la engloba dentro de la categoría “superstición” o “mentalidad mágica”. Diría que en general la persona creyente que ha madurado su fe no es supersticiosa. Y, por otra parte, la superstición sí puede ocupar el lugar de una fe religiosa razonable y meditada. A menudo la falta de formación y maduración religiosa hace que en muchos cristianos convivan la fe y la superstición sin percibir siquiera su incompatibilidad.
¿Considera que eso que decía Putman acerca del compromiso cívico que está poco desarrollado en el argentino, que hay más “militancia y fanatismo” que capital social idóneo que retroalimente la democracia?
Para quienes creen que la vida social es conflicto de intereses y lucha, la militancia e incluso cierto fanatismo aparecen como instrumentos indispensables de transformación de la realidad. El desarrollo del capital social necesario para alimentar un sistema republicano depende de comprender que lo que más nos conviene como sociedad es la libertad en todas sus dimensiones incluida la económica, el imperio de la ley justa y la limitación del poder.
A propósito de la militancia y el fanatismo, ¿qué reflexión le merece el apoyo que tiene la ex-presidente CFK, a pesar de estar imputada e investigada por la justicia por casos de corrupción e enriquecimiento ilícito?
Yo distingo la concepción política, social y económica que promovía la señora de Kirchner de la escandalosa corrupción que caracterizó a su gobierno. No comparto sus ideas pero de todas maneras lamento que entre quienes las defienden no haya suficientes voces que condenen de manera contundente la corrupción. Seguramente en algunos es un fenómeno de fanatismo pero en otros casos, de personas bien informadas, se parece más a una estrategia de no conceder nada al adversario político. Ven a los Kirchner como aquellos que se animaron a avanzar con políticas que ellos valoran. En definitiva, la corrupción les importa poco.
Pablo VI fue considerado el “Papa Rojo” por su simpatía con el comunismo soviético, Juan Pablo II fue en cambio uno de los líderes mundiales que posibilitó la caída del muro. En unos cincuenta años ¿Cómo considera que será recordado el Papa Francisco en base a su influencia en políticas publicas alrededor del mundo y sus grandes amigos y aliados del socialismo del Siglo XXI como CFK, Correa, Morales, Maduro o los Castros?
Es un error decir que Pablo VI simpatizaba con el comunismo soviético. Las enseñanzas de Pablo VI, especialmente en Populorum Progressio del año 1967, fueron vistas como un cierto apoyo a movimientos de liberación en América Latina sin que de ninguna manera se pueda responsabilizar al Papa por la violencia de los grupos armados. Las interpretaciones superficiales llegaron a llamarlo marxista. Pero lo más importante de Populorum Progressio es la concepción cristiana del desarrollo humano integral y no los contingentes análisis, diagnósticos y recomendaciones que, aunque los haga un Papa, son siempre opinables en relación con la fe. No sé cómo será recordado Francisco; creo que falta tiempo para poder tener perspectiva. Quienes tenemos sensibilidad para cuestiones como la libertad, el estado de derecho (rule of law) y la economía mercado como requisitos para el desarrollo, permanentemente notamos cierto contraste con sus enseñanzas en materia social. Pero no podemos desconocer su extraordinaria popularidad a nivel mundial en los ámbitos políticos y culturales. En ese sentido es un Papa a tono con la época en que vivimos.
¿Cree Ud. que el Papa se equivocó al enviar el rosario a Milagro Sala?
El episodio generó confusión. Se lo interpretó como un gesto pastoral y como un gesto político. Para mí el problema es ese: ¿por qué hay tanta interpretación política de lo que hace o deja de hacer Francisco?
Cómo liberal, ¿que mirada le merece la constante crítica que hace el Papa al capitalismo y al libre mercado?
Entiendo la pregunta pero me parece que hay que matizar e interpretar. Es totalmente erróneo sostener que Francisco ha condenado la economía de mercado y el sistema capitalista en lo que tiene de esencial. Eso iría contra toda la Doctrina social de la Iglesia desde León XIII hasta nuestros días y Francisco es un continuador de esa tradición. Un error semejante se comete al sostener que Juan Pablo II era un Papa liberal. Francisco, como casi todo el mundo, llama “capitalismo” al sistema económico actual, con sus virtudes y sus defectos. Y los defectos del sistema actual son muchos incluso para quienes defendemos la economía de mercado. El intervencionismo estatal, los privilegios para los amigos del poder, la manipulación de la moneda y tantas otras cosas son injusticias que tienen sus consecuencias de pobreza y exclusión social. Yo coincido con el Papa en que algo anda mal con este sistema. La diferencia es que donde él parece ver demasiado mercado yo veo demasiado poco. En el micromundo liberal veo gente escandalizada por las declaraciones del Papa en materia económica pero muchos se olvidan que sus dichos son respaldados por destacados intelectuales incluidos premios Nobel de economía. Yo suelo decir que en materia de economía y política económica el problema no es la Doctrina social de la Iglesia –cuya misión no es desarrollar la teoría económica ni proponer políticas- sino la Universidad.
¿Cómo ve el futuro de Cuba?
No sé. Mientras la mayoría de los cubanos sigan aceptando o tolerando una dictadura creo que tendrán eso. No creo en revoluciones violentas sino más bien en un cambio cultural que haga imposible esclavizar a un pueblo. Pero no sé si Cuba se encamina hacia ese tipo de cambio al menos en el corto y mediano plazo.
¿El gobierno de Macri es muy estatista, cree que eso debilita el desarrollo hacia un Capital social más independiente y calificado?
Sí, el gobierno de Macri es muy estatista e intervencionista y eso es obviamente un problema. Pero hay que decir algo: yo no sé lo que piensa Macri ni qué le gustaría hacer pero sí creo que es imposible hoy en día avanzar seriamente hacia un sistema de rule of law y economía de mercado por la sencilla razón de que la opinión pública en su mayoría no acompañaría ese proceso. Quienes creemos que la clave de una sociedad justa y próspera depende de la libertad integral debemos entender que el principal terreno de trabajo es el ámbito de las ideas, la educación. No niego la posibilidad de cierto liderazgo político capaz de ayudar a ese cambio cultural pero me parece que no podemos esperar eso de Macri.
Gracias Licenciado!