MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
Los que se han dado a la tarea de descalificar el actual discurso del licenciado Luis Abinader, satanizándolo unos, en tanto reciben la paga para ese fin, y otros que son expertos en procurarse lo suyo persuadiendo a quien reclama sus derechos, tendrán que confesarse con el diablo, cuando “los bandidos se devuelvan”.
En nombre de la paz pisoteada sin tregua por un Poder que se extiende con el uso descarado de truchimanerías que se creían reservadas al bajo mundo de la mafia siciliana, no es verdad que esta vez saldrán airosos. La afirmación parece aérea y simplista, aparte de que, además, puede ser tildada de apreciación equivocada o consecuencia obligada por el interés que siempre hay en toda actitud humana.
Sin embargo, la verdad es contraria, y se impondrá. A contrapelo de los deseos de ciertos icterísticos periodistas de la adocenada prensa nacional, uno hasta orgullosos de una ascendencia que por apetencia de lesa Patria depredó la riqueza maderera del sur de la Cordillera Central, Luis Abinader, paradójicamente, resultará el gran ganador de este sucio y, en grado sumo, deprimente espectáculo electoral.
Es más, ante todas las irregularidades y trampas preconcebidas, por demás irrefutables, en tanto la forma fraudulenta como se programó el conteo en el ya fallido sistema electrónico (las pruebas fueron un rotundo fracaso) lo obvio, es que puso al desnudo “el maco” de la evidencia.
Y, así mismo, que las “indelicadezas” detectadas en el conteo y en el recuento manual, o lo que es igual, la forma simple de contar las cosas: Uno, dos, tres. etc., han determinado que no hay fórmula salomónica y mucho menos acuerdos de aposento que puedan evitar la ingobernabilidad, pues ante un asalto tan infame a la voluntad del pueblo, hasta la rebelión amparada por las armas, Dios la aprobaría sin pensarlo.
Los mismos poderes fácticos que en el fatídico 24 de septiembre, (nunca fue el 25, pues el Golpe de Estado se lo ofrendó la Iglesia a la Virgen de Las Mercedes, rememorando la mítica batalla del Santo Cerro de los españoles contra los indígenas) derrocaron el gobierno democrático y nacionalista de Juan Emilio Bosch y Gaviño, hoy, en estos momentos, están apandillados alrededor de Danilo como antes estuvieron en el entorno de Leonel.
Y así, ¿quién, no? A cualquiera le gustan los mangos bajitos…