Por Luciano Homero Vásquez Riveros
Nuestros campos, nuestros pueblos, nuestras ciudades a lo largo y ancho de todo el territorio nacional, que por décadas extrañan las ausencias de miles de dominicanos (as), necesarios para la patria. Hombres, mujeres, impulsados por las precarias circunstancias socio-económicas, la carencia de una falta de cultura en los comportamientos morales, éticos, cívicos, a que son sometidos en sus diario vivir, que no les permiten una digna vida para convivir en su amada República Dominicana, tomando la decisión de embarcarse a rumbos desconocidos, donde tantos arriesgan sus vidas por conquistar un futuro con calidad de vida, el cual no visualizan en su país…
Y para otros, un rumbo conocido por la suerte de contar con alguien que los esperan… Con la coincidencia que se ven obligados abandonar sus familiares, sus amigos, sus estudios, sus trabajos, etc.
Alejándose cada vez mas de estas tierras Quisqueyanas que los vieron nacer, crecer, con recuerdos imborrables que nos hacen extrañar tanto nuestra isla tropical. Estos impulsos que nos llevan abandonar, que desde un punto de vista de la realidad social es la mejor opción, pues la juventud se nos va y emigrar hacías otras naciones, otras culturas, es una oportunidad de cambiar a mejor vida, asegurando la vejez, tu familia.
Ya que por las ineficiencias que por décadas nuestros distintos gobiernos en complicidad con sectores sociales, diligénciales, organismos, instituciones, las cuales han sido creadas, formadas, para velar por el buen funcionamiento administrativo, relaciones sociales armónicas, felicidad familiar, no son eficientes, pues nos han sumido a una condición, un sistema de Inhumanidades en la relaciones entre todos, donde vamos perdiendo las sensibilidades humanas en el modo vivendi.
Cuando observamos que solo pocos son los privilegiados a las facilidades que pudieran existir por los impuesto, las recaudaciones que pagamos para que las instituciones, el estado, gobierno, sea funcional, con justicia social, equidad, que podamos ser parte de la distribución todos (as), y los que son agraciados no tienen idea, o se les olvido como es vivir en la pobreza, como viven los marginados en nuestra patria Duartiana. A cuantos padres, madres, adultos, mayores, a sus hijos, a los niños, a los jóvenes, las familias, los círculos de relacionados, se les han impedido contar con una real garantía hacia las condiciones prioritarias fundamentales, las cuales borrosamente avanzamos, Ausentándonos cada vez más al desarrollo progresivo para criar, formar, educar, alimentar, correctamente a nuestros círculos familiares por medio a un eficiente programa participativo nacional orientado al desarrollo, al progreso de la población, su educación moral, ética, cívica, dirigido a cada ciudadano Quisqueyano (a), sin importar condición social, sexo, raza o edad.
Si realmente así lo hiciéramos, dirigiendo a cada familia con las condiciones necesarias para estar prevenidos en lo más posible de los males, conflictos sociales, reuniendo las condiciones para formar hombres, mujeres, potables, útiles, dignos, con sentido de vocación de servicio, en nuestra sociedad contemporánea moderna entonces cuantas catástrofes que observamos en las noticias, en las calles evitaríamos.
De lo que no escapamos como sociedad noble, es que deseamos desarrollarnos en los comportamientos civilizados, como las naciones avanzadas garantizan a sus conciudadanos.
Condiciones que solo pueden ser concebidas cuando un pueblo ha alcanzado reunir las condiciones fundamentales para sus familias como son;
Alimentos asequibles, vivienda dignamente adecuadas, educación para sus hijos, niños, jóvenes, núcleos familiares, adecuadas a la nueva era, de la mano con los valores morales, los principios éticos, valores cívicos, normas, principios, costumbres, disciplinas, imprescindibles, necesarias, para las relaciones en armonías saludables entre todos y para todos, así como un plan médico de salud para la prevención, cuidado de las posibles enfermedades, empleos adecuados a sus posibilidades, a sus desarrollos, dignos para sus desempeños como integrantes de la sociedad.
Son estas deficientes circunstancias, que hacen en su gran escala indetenibles, recurrir a que miles de nuestros valiosos hombres, de nuestras valiosas mujeres, a dejar suelos Dominicanos, en busca de una adecuada calidad de vida para desarrollarse, vivir, sintiéndose seguros en sus ciclos de vida, seguridad que se les niega en mayor escala a la clase más desprotegidas.
Y qué bien se siente cuando logran pisar tierras extrañas, pensando poder lograr obtener las condiciones económicas que puedan garantizarles los alimentos, las condiciones fundamentales, favorables para una vida con calidad competitiva para sus familiares, que se han visto obligados a dejarlos en su Quisqueya amada.
Qué bien se siguen sintiendo cuando logran resolverles un problema a sus familiares, a sus buenos amigos, que tantos de ellos subsisten a través de los paquetes, los constantes diversos envíos, de sus tristemente desterrados involuntarios parientes.
Aquí también entra el poder de los gobernantes, que le conviene tales ineficiencias sociales, ya que se benefician, enriqueciéndose cada día más, por las riquezas que conllevan las entradas de los diferentes tipos de billetes de valor mundial que entran al país, sin pensar, sin importarles, sin hacer ningún tipo de intento en buscar los mecanismos para contrarrestar todos los males, conflictos sociales, los sufrimientos que conllevan las emigraciones, los cuales de una manera consientes e inconscientemente, prefieren ignorar los sufrimientos de tales destierros voluntarios, que son impulsados por las impotencias sociales, el hambre, las ausentadas condiciones de desarrollos, de progreso, que tanto buscamos por el camino correcto del bien común.
Si pensaran que nuestros emigrantes tienen que asumir tantas diversidades de culturas, las cuales en muchos casos nos favorecen, pero en otros mayores casos nos desfavorecen por los ejemplos, las actitudes, las acciones, los comportamientos, las demostraciones de riquezas materiales en tan corto tiempo, que les transmiten a los demás, especialmente a nuestros jóvenes… Todo esto sin ningún tipo de criterio, medida moral, ética, cívica, que los puedan frenar cuando pueden visitar nuestras tierras.
Estos son los ejemplos que observan nuestros niños, nuestros jóvenes, que en su gran mayoría los asumen, confundiéndoles su formación para luchar en la vida, progresar con sentido de dignidad, facilitándoles caminar por senderos incorrectos socialmente, familiarmente, personalmente. Y a la vez observamos en nuestras tierras que fácil es para muchos sin calidad moral, ética, cívica, sin preparación alguna, en muchos casos, llegan tan fácil acumular riquezas multimillonarias de la noche a la mañana, sin que nuestras autoridades investiguen o hagan algo al respecto, otra ineficiencia del sistema.
La verdad es que estas ausentes, carencias de formaciones morales, éticas, cívicas, que nuestro sistema gobernante a impuesto a través del abandono hasta el momento de la materia escolar (moral y cívica) como básica, fundamental, así como la inexistencia de orientaciones, asesoramientos, la mala calidad de enseñanzas de las familias, centros de estudios, sociedad en general, de estas normas, principios, costumbres, disciplinas, hacen que seamos voluntarios permanentes, ocupando nuestros pensamientos en la búsqueda de la drástica decisión de emigrar.
Y aun logremos ser aceptados, privilegiados con la ciudadanía de tierras ajenas, seguiremos siendo emigrantes en busca de una mejor calidad de vida, transfiriéndoles nuestros derechos a unos cuantos que por décadas se siente ser dueños de las herencias históricas de nuestros antecesores Dominicanos, es triste sentir como los sacrificios de sus vidas, de sus luchas patrióticas, nacionalistas, heroicas de nuestros mártires, fundamentalmente de los imborrables padres de la REPÚBLICA DOMINICANA;
Juan Pablo Duarte.
Francisco del Rosario Sánchez.
Ramón Matías Mella.
Quienes lo dieron todo por nuestra libertad, independencia, soberanía, en busca de condiciones favorables para sus conciudadanos, que para entonces eran perjudicados por los males, conflictos sociales de la época.
Estas condiciones favorables que nos han dejado, la podemos observar impresas en nuestra Carta Magna, que contradictoriamente los gobernantes, la clase política, empresarial, líderes de las diferentes doctrinas sociales de las generaciones siguientes se han encargado de ausentarlas o que sean ineficientes.
Hipnotizándonos cada vez hacia su olvido…
Incuestionablemente habitamos en un país de pocos millones de habitantes, rico en recursos naturales por sus diversidades, lo que nos permite como nación a no improvisar para dirigir nuestras luchas, las causas sociales hacia el bien colectivo lo más equitativamente posible a una justicia social, con progreso, competitividad, contamos con los hechos históricos de la patria, asi como de las demás naciones que han logrado un desarrollo, un progreso para cada uno de sus tantos millones de ciudadanos (as).
Las cuales nos dan las condiciones de tomar nuestras propias iniciativas para conquistar el camino del bienestar general de nuestro pueblo, evitando los males, conflictos sociales, Realizándolo, materializado por los buenos hombres, mujeres dominicanos (as) a través de las formaciones morales, divinas, éticas, cívicas.
Si dejemos en el olvido esta educación moral, ética, cívica, téngalo usted como yo por seguro, que seguiremos aumentando nuestras terribles, catastrófica, precaria e inhumano modo vivendi, el cual ni siquiera reunirá las cualidades para definirla, calidad de vida para vivir.
Por nuestros dominicanos (as) ausentes… Por nuestras víctimas, que en busca de un mejor destino, jamás estarán con nosotros… Por nuestros hijos, niños, jóvenes… Por nuestras familias… Por una sociedad de hombres, mujeres dignos, capaces.
Por una República Dominicana con condiciones con calidad de mantener sus hombres, mujeres distribuidos por todo su territorio nacional, que les pertenece cada ciudadano (a) dominicano (a).
Es tu decisión moral, ética, cívica, es mi decisión, es la decisión de todos, para con todos ellos…
Que nuestro Dios todopoderoso interponga su mano bendita en toda nuestra consciencia ciudadana, amén.
Del 28 de diciembre de 2012