Por Andrés Beltramo Álvarez
El pontífice dirige su bendición dominical con el «Regina Coeli» asomado a la ventana de su estudio personal en el Palacio Apostólico y expresa su cercanía con las víctimas del terremoto en Nepal
CIUDAD DEL VATICANO (Vatican Insider).- Sean siervos, no mánager. No sólo los sacerdotes, también los obispos e incluso los papas. Fue el llamado de Francisco durante su bendición dominical con el «Regina Coeli» (Reina del Cielo), que dirigió este mediodía tras conferir el orden sagrado a 19 sacerdotes en la Basílica de San Pedro. Por sorpresa, el Papa invitó a dos de ellos a asomarse con él a la ventana del Palacio Apostólico y bendecir a la multitud congregada en la plaza vaticana.
«Los que tienen la misión de guías en la Iglesia –sacerdotes, obispos, papas- están llamados a asumir no la mentalidad de mánager sino la de siervos, a imitación de Jesús que, despojándose de sí mismo, nos ha salvado con su misericordia», dijo Bergoglio.
Su reflexión partió del cuarto domingo de Pascua, conocido como «del buen pastor«, y aseguró que este día invita a redescubrir lo que dijo Jesús: que el buen pastor da su vida por las ovejas. Sostuvo que Cristo obedeció libremente al deseo de Dios padre y se inmoló en la cruz, convirtiéndose así en «el buen pastor» que dispuso libremente de su vida sin que ninguno se la quitase, la donó por sus ovejas.
«El mal pastor piensa a sí mismo y explota a las ovejas, el pastor bueno piensa a las ovejas y dona sí mismo. A diferencia del mercenario, Cristo pastor es una guía premurosa que participa a la vida de su grey, no busca otro interés, no tiene otra ambición que la de guiar, nutrir y proteger a sus ovejas. Y todo esto al precio más alto, el del sacrificio de su vida», apuntó.
Más adelante calificó de «misterioso y sorprendente» el amor de Dios porque, al donar a los seres humanos la vida de su hijo, les dio lo más grande y precioso que podía darles. Por eso, insistió, se trata del amor más alto y más puro, ya que no está motivado por necesidad alguna, no está condicionado por cálculo alguno, ni es atraído por un deseo interesado de intercambio. «Ante este amor de Dios, nosotros experimentamos una alegría inmensa y nos abrimos al reconocimiento de lo que recibimos gratuitamente», abundó.
Pero advirtió que contemplar y agradecer no basta, se necesita «seguir al buen pastor». Entonces recordó que la jerarquía eclesiástica debe actuar con espíritu de servicio y no como la administración de una empresa. Un estilo de vida, recordó, al cual están llamados también los nuevos sacerdotes de la diócesis de Roma que ordenó la mañana de este domingo.
Entonces llamó a dos de estos presbíteros a la ventana. «Ellos se asomarán para agradecerles vuestras oraciones y para saludarles», precisó el Papa. Y antes de bendecir los tres juntos, imploró: «María santísima obtenga para mi, para los obispos y para los sacerdotes de todo el mundo, la gracia de servir el pueblo santo de Dios mediante la gozosa predicación del evangelio, la sentida celebración de los sacramentos y la paciente y mansa guía pastoral».
Tras pronunciar el «Regina Coeli», Francisco aseguró su cercanía con las poblaciones golpeadas por el fuerte terremoto en Nepal y en los países cercanos. Dijo que reza por las víctimas, por los heridos y por todos aquellos que sufren por causa de esa calamidad. Auguró que tengan el apoyo de la solidaridad fraterna y pidió a todos rezar a la Virgen por ellos. Ahí mismo comenzó a recitar el Ave María con la multitud.
Recordó la beatificación este domingo en Canadá de Maria Elisa Turgeon, fundadora de las Hermanas de Nuestra Señora del Santo Rosario de San Germano y saludó a los polacos llegados a Roma para recordar el primer aniversario de la declaración como santo de Juan Pablo II. «Queridos, resuene siempre en vuestros corazones su llamado: ‘¡Abran las puertas a Cristo!’, que decía con esa voz fuerte y santa que tenía», concluyó.
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