Por Ricardo Bustos
Es increíble la actitud de los oportunistas de la mala política, ante la inminencia de aplicar medidas conducentes a restringir el ingreso de delincuentes con frondosos antecedentes a nuestro país por parte del gobierno.
Mis abuelos y los padres o abuelos de millones de argentinos, llegaron un día a nuestro territorio con todo el dolor de las secuelas que dejaron las guerras en sus almas y cuerpos, la mayoría provenientes del continente europeo. Mi abuela, a quien tuve la suerte de llevarla al puerto que había llegado 60 años antes junto a otros inmigrantes, me contaba que antes de ingresar al territorio de manera oficial, permanecían en el hotel del inmigrante en el puerto de Buenos Aires, unos días y allí eran revisados físicamente, algo que les venía muy bien porque en muchos casos se llegaba a sanar heridas o enfermedades que en su origen no habían sido tratadas, pero el tema no terminaba porque el propio Estado, si el inmigrante no contaba con algún familiar que hubiera llegado antes, decidía por ellos y los enviaba a sitios del país que ya habían sido preseleccionados para que pudieran comenzar una nueva vida, trabajando en tareas que luego le iban a permitir con el tiempo ser dueños de sus tierras y sus propiedades, las que con sudor y sacrificio abonaban religiosamente porque eran gente sana, de palabra y comprometidos con sus familias, el don mas preciado.
¿Que sucedió después que llegamos a esta instancia de anarquía, violencia y desidia?
Si observamos un poco la historia y retrocedemos apenas cincuenta años, veremos que siempre hubo gobiernos populistas en Argentina, aunque algunos le sumaron la mano fácil o complicidad con los delincuentes que fueron llegando y veían que nadie controlaba nada, con fronteras abiertas a cualquiera, ese típico «mirar para otro lado», o como todos le llamamos «hacer la vista gorda».
La droga no es un elemento nuevo en el mundo porque ya en épocas del Imperio Romano, las grandes fiestas tenían un espacio para ese tipo de conductas sociales. Lamentablemente por mucho que nos duela, deberemos aceptar que la mala política es la que nos fué arrastrando a esta vida inmunda, con chicas y chicos borrachos o drogados a cualquier hora del día, con sus mentes nubladas, vacías de todo contenido que les permita al menos, desarrollar alguna actividad productiva para ellos y sus familias.
Hoy «pululan» por las esquinas en donde debemos detenernos por algún semáforo, grupos de jóvenes de todas las edades y sexo que han tomado como forma de recaudar algún peso que les permita continuar con esa vida sin sentido, una actividad que ellos llaman «profesión» y es simplemente jugar con algún elemento de los que «a veces» vemos en un Circo, pero que, lejos están de poder llamarse profesionales.
Es muy común verlos en las rutas haciendo dedo para que alguien los lleve hacia otros destinos y así transcurren sus días sin saber que será de sus vidas porque en algún momento deberán, ellos y todos aquellos jóvenes que se encuentran en esas condiciones físicas y mentales, hacer un alto y comenzar una nueva vida junto a los seres que le puedan brindar ayuda para calmar su «sed de emociones» permanente.
Párrafo aparte merece la crítica que nadie hace sobre la publicidad que en todos los medios y a cualquier hora del día se hace sobre la vida fácil y el consumo de cuanta bebida alcohólica exista en el mercado y como si fuera una burla, en letra muy pequeña, nos dicen que la moderación y la prohibición del consumo a menores de 18 años ya justifica la difusión de esa publicidad.
La mayoría de las empresas productoras de bebidas alcohólicas son multinacionales que solamente piensan con el bolsillo y poco o nada les interesa quien termina en estado de coma luego de una ingesta descontrolada de la misma bebida que ellos producen para que los jóvenes sientan la necesidad de continuar bebiendo.
Según las noticias que nos dan desde el gobierno a los ciudadanos, estaría en pleno desarrollo el estudio para tratar de frenar el ingreso de inmigrantes con antecedentes penales, una medida que en la lógica debería ser aceptada por oficialistas y opositores, pero como estamos en Argentina y la práctica política mas común es la que se aplica hace muchos años con el «no se pero me opongo», algún pelo en la sopa ya le están buscando porque imaginan que los votos de esos mismos delincuentes ingresarían en la columna del «debe» a la hora de sumar adherentes para sus agrupaciones políticas.
Quizá no haga falta aplicar la mano dura si desde la Justicia comienzan a trabajar con la Ley en la mano sin contemplaciones. No es casualidad que el 60% de los detenidos en cárceles argentinas son de nacionalidades extranjeras y salen por la puerta giratoria una vez que los abogados ponen en práctica sus defensas porque se aplica mas el «espíritu de la Ley» que el Código Penal.
Es muy triste que en un país que ha tenido todo para ser «grande», deban destinarse millones de pesos al año para mantener a los delincuentes privados de su libertad, cuando ese mismo dinero podría ser destinado a mejorar hospitales, escuelas o servicios públicos necesarios.
Mientras desde el propio Estado se abone una mensualidad a los chicos para que asistan a la Escuela, a las jóvenes niñas que quedan embarazadas, a los que barren el cordón de la vereda disfrazando esa tarea como «trabajo genuino pagado con un plan» y todos sabemos que una señora que trabaja todos los días limpiando en una casa de familia, muchas veces percibe la mitad de ese subsidio y no tiene una obra social o aporte jubilatorio.
El aroma del populismo, aún se siente en Argentina y no veo que en un futuro inmediato haya voluntad de alejarse de ese sistema cruel y destructivo. Ahora no depende solamente de los ciudadanos honestos.
«El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad», Albert Einstein, (1879-1955) Científico alemán nacionalizado estadounidense.
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556