Por María Celsa Rodríguez
Los colectivos bolivarianos son peligrosos cuerpos armados dirigidos y financiados por la dictadura venezolana y el G2 cubano, que montados en sus motocicletas, “patrullan” impunemente las ciudades de Venezuela, robando y asesinando a opositores a su paso.
Fueron quienes acabaron hace dos días con las vidas de Paola Andreína Ramírez (23) y Carlos Moreno (17), ambos de un tiro en la cabeza.
Lina Ron, fue la fundadora de estos grupos violentos en Venezuela, a partir de una idea del actual vicepresidente Diosdado Cabello. Fueron creados tras la fachada de “centros comunitarios” que supuestamente ayudan al desarrollo del país desde los barrios más necesitados. En realidad son grupos de adoctrinamiento que tienen por objetivo crear auténticas bandas de paramilitares que siembran el terror a su paso.
Desde uno de los referidos barrios en las laderas de Caracas, Lina Ron, acérrima defensora de Hugo Chávez (y a quien llegó a hacerle un altar en su casa), decía apoyar con gran firmeza al finado mandatario, quien la llegó a visitar varias veces. Bajo el lema:
“Con Chávez todo, sin Chávez plomo” Ron, entregaba camisetas con el rostro de Chávez, carteles y banderas en su apoyo mientras reclutaba activamente.
Quizás el momento más recordado fue cuando junto a un grupo de miembros de su colectivo atacaron el canal privado de televisión Globovisión, arrojando bombas lacrimógenas y amenazando a todo el personal.
Chávez salió públicamente a condenar el hecho para guardas las apariencias, pero Ron, sólo estuvo detenida un par de meses en una celda VIP.
Cuando Lina Ron, murió en el año 2011, Chávez guardó luto y la lloró ante las cámaras, diciendo considerarla una verdadera soldado del pueblo. Escribió entonces en su cuenta de Twitter:
“Honor y gloria a Lina Ron. Quedará por siempre sembrada en el amor del pueblo. Ha muerto la camarada Lina Ron. ¡Fue una verdadera soldada del pueblo! Una revolucionaria integral. ¡Sigamos su ejemplo!”.
El 11 de junio de 2001, Chávez pide a los Círculos Bolivarianos que actúen como un “mecanismo de la democracia participativa que estamos comenzando a construir”. Conformados por unas 15 personas cada uno, simulaban discutir los problemas sociales de la comunidad. En poco tiempo pasaron a ser unos 300.000 miembros, incluyendo a profesionales, deportistas, docentes, artistas y religiosos. Desde un comienzo, algunos de sus miembros se encargaron de tramitar la petición de viviendas, la instalación de los servicios de luz, gas, y cloacas. Y hasta llegaron a intervenir en la construcción del acueducto de Caracas con la ayuda del Fondo Único Social.
Ganaron protagonismo con una estrategia pendular: por un lado simulan ayudar a sus vecinos y por el otro, acuden de inmediato al llamado del autócrata haciendo alardes de poder, intimidando e imponiendo el miedo con disparos al aire.
Hoy, con Nicolás Maduro y el G2 cubano a la cabeza de Venezuela, constituyen la fuerza no oficial de choque contra los opositores y los muchos manifestantes que toman las calles reclamando al gobierno que atienda la emergencia humanitaria en la que viven sumidos.
Si bien el término “colectivo” parece agruparlos en una unidad de ejecución de la acción violenta, cada uno de ellos tienen sus propias estructuras, sus formas de accionar y sus objetivos, conformando un verdadero grupo de vigilantes armados que actúa más allá de toda noción de justicia o ley.
Cuentan con obras sociales, aparato de propaganda y marketing, sistemas de comunicación y un complejo proceso de actividad del tipo paramilitar al servicio de la autocracia que los financia, siempre que a cambio se mantengan “fieles” a la autoproclamada “revolución” Bolivariana.
Su único propósito es imponer por medio de la violencia, las ideas marxistas-leninistas en las que el chavismo basó las fracasadas políticas que hoy han llegado al país a la más penosa ruina.
Financiados por el Fondo Intergubernamental de Descentralización y provistos con las armas que Fidel Castro desde Cuba les enviaba por barco, el círculo más conocido y uno de los más poderosos y violentos es el de “La Piedrita” que nació en el año 1985 de la mano de Carlos Ramírez y Valentín Santana.
Luego del Caracazo del año 1989, aparecieron: “Ali Primera de Monte Piedad”, “Los Tupamaros”, “Las Comunas”, “Las Unidades de Batalla-Bolívar Chávez”, “Consejos Comunales”, “Círculos del Buen Vivir” y otros con nombres por el estilo. En el año 2002, con la muerte de Alexis González Revette, nace el “Colectivo Alexis Vive”. El “Movimiento Revolucionario de Liberación Carapaica” bajo las órdenes de Murachí y Oswaldo Arenas, es considerado el más peligroso de todos.
Otro de los más grandes es “El Gran Polo Patriótico” que incluye a más de 10.000 colectivos o “círculos bolivarianos”, con cerca de 40.000 personas en sus filas levantan banderas de inclusión a los movimientos obreros. Luego se sumaron a otros colectivos que reclaman los derechos de minorías, tales como los indígenas y los campesinos, y por último se sumaron estudiantes, jubilados, viudas y madres solteras, con la excusa de intentar ayudarlos.
Los miembros de estos temidos grupos armados se movilizan en moto, con camisetas de colores que los identifican (logos y slogan incluidos), llevan armas de guerra en sus manos, demostrando así su poder y se han convertido en los verdaderos dueños de la calle, ya que las fuerzas de seguridad oficiales no se meten con ellos.
Los malandros, como los llama normalmente la sociedad civil venezolana, justifican la violencia que emplean contra los ciudadanos en su supuesto accionar solidario. Subsidiados con fondos públicos, viven sin trabajar a expensas de todos los venezolanos de bien. Golpean y hieren a la gente que persiguen y los acorralan con sus motos para robarles y muchas veces acabar con sus vidas.
Según Anthony Daquín, ex asesor de seguridad del Ministerio de Interior y Justicia de Venezuela, el dinero que reciben “son recursos que vienen disfrazados de ayuda social. Algunos de ellos provienen del denominado Frente Francisco de Miranda (agrupación de militantes chavistas), y de alcaldías bajo control del régimen, e incluso de la propia PDVSA”. El analista Freddy Patiño, los ha descripto como: “jueces, abogados y fiscales a la hora de dirimir controversias, de ejercer su propia ley y de apelar a la violencia”.
El régimen dice que “un total de 21.752 homicidios se registraron en Venezuela durante el año 2016”, reconociendo que 12.000 de éstos han sido obra de los colectivos armados. Sin embargo, el Observatorio Venezolano de Violencia estimó que hubo al menos 30.000 homicidios durante 2016.
En el año 2011 se registraron 19.336 homicidios, en el 2012 se registraron 21.692, en el año 2013 se registraron 24.763, en el 2014 se registraron 24.980, y en el año 2015 llegaron a ser 27.875. Los analistas internacionales coinciden que en su amplia mayoría, los colectivos han sido los principales responsables de la sangre que baña las calles de Venezuela.
La guerra civil en la que hoy se encuentra sumida Venezuela, está en buena parte bajo la dirección de los referidos colectivos bolivarianos que se han logrado convertir en verdaderos escuadrones de la muerte, sembrando miedo y destrucción a su paso, con la protección garantizada de la dictadura reinante.
A la memoria de Paola Andreína Ramírez Gómez, de veintitrés años de edad, y de Carlos Moreno, de diecisiete, quienes murieron en manos de la impune violencia socialista que reina en las calles de Venezuela.
La autora es Directora de RRPP de Fundación HACER
Vea el vídeo de como acorralan a Paola Andreína Ramírez Gómez
Vea la reacción luego del contra Paola Andreína Ramírez Gómez:
Vea la reacción luego del atentado contra Carlos Moreno: