Por Sin Reservas
Adelfa Volpes, de 82 años de edad, una anciana que en vez de dedicarse a implorar al Todopoderoso para que meta sus manos ante tantas injusticias y desgracias, lo que hizo fue buscar una forma de suicidio y la encontró.
La octogenaria, se involucró con un maricón (supuestamente ella no lo supo) de 24 años, y no conforme con eso, hasta se casó el 28 de septiembre del año pasado en un Registro Civil de la ciudad Argentina, Santa Fe, legalización esta que solo duró 28 días, porque Adelfa, paso a «mejor vida» el 22 de octubre, a consecuencia de insuficiencia cardíaca y accidente cerebrovascular. Pero no conforme, fueron a la basílica Guadalupe a recibir una bendición especial (lo que parece no le impidió el «suicidio»).
Se trata de Reinaldo Waveqche (hijo de una fallecida amiga de Adelfa, que cuando falleció se quedó con ella), un tigueraso que se sentó como el Doctor Joaquín Balaguer, a esperar que el mango cayera, para heredar su fortuna, fue la precipitación de la desaparición de Adelfa, que para nosotros no es mas que un suicidio de la anciana.
La dispareja, pareja, se llevaba 58 años de diferencia. «Adelfa dejó un testamento y ahora todo es mío», expresó el caza-fortunas, y agregó, «Hay que tener paciencia».
Lo dejado por esta anciana le sirve a Reinaldo, para no trabajar nunca más, ya que percibe una pensión de 2,900 pesos por mes.
Ahora el sujeto se ha transformado, poniéndose extensiones en el cabello y colágeno en los labios. «Me retoqué un poco», confesó.