Por Hugo Ruiz Olazar
Douglas Farah, es un periodista, excorresponsal en Centroamérica y Colombia del diario The Washington Post, hoy especializado en asuntos de terrorismo y crimen organizado en la Universidad de la Defensa del Pentágono. En esta entrevista, durante una corta estadía en Paraguay, Farah relata sus vivencias y sostiene que las FARC no renunciará a sus nexos con el narcotráfico y advierte que puede llegar al poder por las urnas para imponer el autoritarismo como en Venezuela y Nicaragua.
–¿Fue corresponsal en Centroamérica en los ochenta?, una década caliente.
–Exactamente. Tuve la suerte de haber vivido la época caliente del periodismo. Tenía a disposición recursos casi ilimitados. Me daban un gran espacio en el diario. Los lectores del Post eran 800.000 en la semana y más de un millón los fines de semana. Yo no tenía que preocuparme del presupuesto. Teníamos mucho impacto cubriendo las guerras de Centroamérica. Los congresistas leían todos los días lo que escribía.
–¿Hoy, a qué se dedica?
–Hago análisis del crimen transnacional y las amenazas del crimen organizado en la región para la Universidad de la Defensa del Pentágono. El crimen organizado ruso está apareciendo mucho por el continente.
–¿Conoció a Bernstein, Woodward?
–Los conozco a ambos. Bernstein ya había salido cuando yo entré en los ochenta y ellos ganaron el Pulitzer (por las investigaciones sobre el presidente Richard Nixon) en los setenta. Pero entré en la época de Ben Bradley, el famoso editor (director), un gran tipo (ya fallecido). Con Woodward estuvimos juntos muchas veces. Ya está más viejito ahora. Tendrá sus 74, 75. Eran muy jóvenes cuando ganaron el premio, menos de 30 años.
–Pero también cubrió Colombia, ¿en qué época?
–En los ochenta anduve más por El Salvador, Honduras, un poco menos por Nicaragua, donde había un corresponsal. Seguí el proceso de paz en Centroamérica. Después pasé a Colombia en los noventa.
–¿En tiempos de (Pablo) Escobar?
–Escribí bastante sobre su paso por la prisión, la que hizo construir para él mismo (la cárcel de Envigado). Estuve en su sepelio en diciembre de 1993. Fue terrible para mí. Estaba con otro amigo periodista gringo y que además era muy alto, fácil de distinguir. La mamá de Escobar lo identificó y comenzó a apuntar y a gritar: “¡Esos periodistas hijos de p…, esos son los responsables de la muerte de mi hijo…, ahí están!…”. La gente se nos echó encima, nos comenzaron a patear, a escupir, a golpear. Llovía. La capilla estaba en una lomita. Tratamos de escapar. Nos deslizamos y corrimos. Apenas pudimos salir con vida de ahí (sonríe).
–¿Qué episodios recuerda, los cargados de adrenalina, además del entierro de Escobar?
–Vivir la guerra contra el narcotráfico era muy fuerte. Hubo momentos jodidos. Los carteles eran muy fuertes y el Gobierno muy débil, por ejemplo, el gobierno del viejito Virgilio Barco, luego (César) Gaviria.., (Ernesto) Samper, peor… En esos tiempos mataron muchos periodistas colombianos, algunos muy conocidos míos. A los gringos no nos molestaban tanto. Nos amenazaba pero nunca nos mataron. Seguramente pensaron que el costo iba a ser demasiado alto para ellos, no sé…
–¿Cuál era la diferencia entre las guerrillas de las FARC con las guerrillas centroamericanas?
–Yo tuve mucho contacto con la guerrilla de Centroamérica, tanto con los del Frente Farabundo Martí (de El Salvador), los Contras (de Nicaragua), los Sandinistas (hoy en el Gobierno de Nicaragua). Con las FARC era diferente. Ellos te secuestraban tres años como mínimo y una nota reportaje no valía tanto riesgo. Estuve sí con la gente del ELN (Ejército de Liberación Nacional), pero con las FARC nunca.
–¿No había garantía?.
–Ninguna. Si buscabas una entrevista tenías que caminar cinco días para llegar, otra semana para volver. Si decidían secuestrarte ibas frito.
–¿Cuándo comenzaron a desmoronarse las FARC?
–En esa operación de (el 1º de) marzo de 2008 (en la frontera ecuatoriana) que acabó con Raúl Reyes. Entre esa fecha y junio matan a otro miembro del Secretariado (de las FARC) y encima muere (su líder) Marulanda (“Tiro Fijo”) por causas naturales. Los de las FARC quedaron decapitados. A partir de ahí el Ejército los golpeó en forma sistemática. A las negociaciones de paz en La Habana llegaron prácticamente derrotados.
–Usted critica el acuerdo. ¿Por qué?
–La verdad es que la negociación que hizo Santos fue pésima. Él cedió muchísimas cosas a las FARC que le permite continuar con las hostilidades, además de tener ahora su agrupación política. Tienen como 3.000 millones de dólares afuera, producto de sus actividades ilícitas. No hay ninguna garantía de que habrá destrucción de la coca y sus laboratorios. Cuando entró a gobernar, Santos había prometido terminar la guerra que comenzó (Álvaro) Uribe pero terminó negociando. Mire. Las FARC ya habían bajado de 18.000 a 7.000 hombres en armas. Estaban muy dispersos. Ya no eran una opción militar. Estaban acabados. Pero Santos los trató como si fueran un Ejército fuerte. Negoció “de tú a tú” con ellos. El Gobierno cedió espacio político. En cuestiones de derechos humanos, nadie irá a juicio y no hay un desarme verificable.
–Pero hasta el Papa apoyó. El presidente (Juan Manuel) Santos recibió el Premio Nóbel.
– El resultado es criticable pero uno no puede decir que Santos no tuvo el derecho de negociar. Ahí también hubo un engaño muy grande. Hicieron una campaña muy fuerte para instalar que el que no estaba con el acuerdo estaba en contra de la paz. Yo conozco gente del Frente Farabundo Martí (de El Salvador) que no tienen nada de demócratas. Conozco gente del Frente Sandinista que estaban en el proceso con Daniel Ortega. De demócratas no tienen nada pero son los que se quedaron con el poder. Ellos son los que aconsejaron a las FARC cómo negociar. Los sandinistas y los salvadoreños estuvieron con ellos en forma permanente.
–¿Qué pretenden, entonces?
–Estoy seguro de que un grupo pequeño pero importante de las FARC se va a mantener en armas y en el narcotráfico y en todos los ilícitos que tenían montado hasta ahora. Hay cinco comandantes que salieron en diciembre del año pasado, cinco cabecillas que con 500, 600 hombres pueden volverse muy fuertes. Yo creo que ellos no se han separado totalmente del secretariado de las FARC que firmó la paz. Ellos van a entrar en el juego político, pero con un estilo, una visión chavista de la toma del poder y desde ahí terminar con las elecciones democráticas para imponer el modelo bolivariano al estilo Ortega, Chávez, al estilo (Salvador) Sánchez Cerén (de El Salvador), Evo (Morales), (Rafael) Correa… Están con tanto dinero que pueden conseguir su objetivo rápidamente con alianzas compradas en la izquierda, tipo Frente Amplio, para después cortarse solos. Ese es el escenario.
–¿El Gobierno acaso no tiene más manos libres para combatir el narcotráfico?
–Se está produciendo más coca ahora que en los años noventa cuando se instaló el Plan Colombia. Eso indica que nadie va a erradicar nada. La desconfianza que yo tengo es con el Secretariado y los grupos que están alrededor de las FARC, no con los combatientes. Siguen siendo grupos criminalizados. Es la cúpula y sus allegados los que se han mostrado muy poco transparentes, escandalosamente mentirosos entre lo que tienen y lo que dicen que tienen. No creo que tengan intención de entrar en el proceso democrático y jugar limpio.
–¿Estados Unidos no apoyó acaso esta salida?
–Lo que choca en los Estados Unidos es ver que los cultivos de coca se han disparado así como la producción de cocaína. Si eso sigue, es una amenaza grave para Estados Unidos.
–De Paraguay, ¿qué sabe del proceso? Hay una guerrilla sui generis que aparece y desaparece…
–Por eso vengo a ver y tratar de entender un poco este proceso, si se vincula o no con otros movimientos en la región. Se puede demostrar que tuvieron relación con las FARC en los años 2010 por ahí. Si hubo contactos más recientes no sé. Hay mucha presencia del PCC (Comando Capital de Brasil) en la zona fronteriza. El grupo criminal crece también en Bolivia, Surinam, Argentina. Es muy preocupante. Todas las economías informales, ilegales que hay en la frontera son preocupantes. Vine a aprender y entender un poco de todo eso.
–¿Cree que los del EPP (Ejército del Pueblo Paraguayo) están vinculados con el narcotráfico?
–No sé. He escuchado mucho que los del EPP se vinculan con los narcos. Supongo que si son guerrillas que operan en zonas de narcotráfico necesariamente debe haber una vinculación. Lo que sabemos es que el PCC vive de eso y le sirve para financiar sus golpes. Cuando grupos criminales conviven en la misma área, no se matan. Se ponen de acuerdo. De otro modo se matarían todo el tiempo para controlar el territorio. Entonces, se toleran y comparten.
–¿Por qué no se les puede eliminar?
–No sé. Yo sé que es un gran tema de debate acá y la verdad es que no tengo suficientes elementos para decir. Lo que puedo decir es “ojo con eso” si hay financiamiento del narcotráfico, pero no tengo suficientes elementos para decir por qué no pueden ser derrotados. Donde opera mucho contrabando hay mucha corrupción y ahí, todo vale.
–¿Hubo presidentes que se eligieron con plata del narcotráfico?
–(sonríe) Yo creo que si uno analiza los gobiernos bolivarianos…, desde Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Venezuela obviamente, yo no sé si fueron catapultados por el narcotráfico pero se vincularon casi de entrada.
–Se acusó a (el expresidente de Colombia) Samper. Él niega.
–Samper recibió sus tres millones de dólares (del cartel) de Cali. Yo gané un premio por una nota que hice sobre el affaire Samper. La fiscalía agarró al que hizo los pagos y cantó.
–Pero ¿es posible que el Presidente no sepa?
–No, no. Él estaba directamente involucrado. Yo hablé con él decenas de veces. Samper me odiaba. “Cómo vas a escribir esta cosa…”, me decía. Pero era cierto. El tipo aceptó.
–¿Otro con ese perfil?
–Uno puede ver a (el ex presidente) Otto Pérez en Guatemala y (su exvice presidenta) Roxana Baldetti. Están ahora presos, muy metidos en temas de narcotráfico. Los narcos tienen muchos intereses y mucho dinero para encandilar a cualquiera. Las cámaras de senadores y de diputados están muy contaminadas en Centroamérica. Lo que hizo la Cristina Kirchner en Argentina fue de una corrupción tan masiva, que hasta se metieron en el tráfico de efedrina. El asalto al Estado fue impresionante.
–¿Y Brasil?…
–También fue tremendo. El caso Odebrecht salpicó hasta a autoridades en El Salvador. La influencia de los narcos en la región se ha masificado. Es un problema enorme.
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