Por Ricardo Bustos
Como si fuera una epidemia, a medida que se acerca el fin de las clases en las Escuelas de todo el país, es común ver en las redes sociales infinidad de vídeos de adolescentes alcoholizados, rompiendo útiles en las aulas, festejando porque pronto habrán de realizar su viaje de fin de curso y poniendo en evidencia de esta manera que no solo es el sistema educativo quien está en decadencia sino la sociedad en su conjunto, porque estos jóvenes son fruto de hogares que conforman un amplio espectro cultural que domina hoy las tendencias en los grandes centros de concentración demográfica.
Por suerte para quienes hemos vivido en otras épocas, donde la Maestra o el Maestro, para quienes estudiamos en Colegios religiosos, eran algo sublime, otro era el comportamiento y no nos sentíamos presos o sometidos.
Recuerdo que luego de cada recreo y cuando volvía a ingresar el Docente al aula, nos poníamos todos los alumnos de pié por respeto a la autoridad que emanaba de esos seres tan especiales.
Y si de especiales hablamos, Leyendo Clarín del día 10 de octubre, descubrimos que el alma de un ser humano puede ser el motor que contagie con su energía y voluntad a muchos de estos chicos que tienen todo lo que necesitan pero, según parece, no les alcanza y buscan otras fórmulas para saciar sus apetitos juveniles.
No todo es toma de Escuelas, violaciones en las mismas tomas, politización del sistema educativo, comenzando por los Docentes, que solo hablan de ideología y la vuelcan sin pudor en los pupitres de los alumnos o muchos padres que en complicidad con sus hijos participan y apoyan las protestas. Hemos llegado al límite de lo insoportable. En la Ciudad de La Plata, un incendio intencional, provocó la destrucción de 14 aulas de una Escuela ubicada en el barrio muy humilde Aeropuerto, donde funcionan la Escuela Primaria N° 23 y la Secundaria N° 81. Allí estudian 710 chicos. ¿Quién fué el autor? quizá nunca se sepa, pero si demuestra que estamos en manos de bandas de delincuentes que no aceptan el cambio que necesitamos todos los argentinos y en todas las disciplinas.
Cada día siento mas satisfacción al reconocerme lector de todo lo que llega a mis manos y sirva para poder transmitirlo a quien guste enterarse de las buenas nuevas que van apareciendo en el firmamento de nuestra castigada nación.
En medio de las sierras cordobesas Lucía Montenegro, que tiene 12 años, todos los días recorre, un rato a caballo y un rato a pie, 7 kilómetros desde su casa, ubicada en un aislado paraje al sur del valle de Traslasierra, (Córdoba) hasta el «Ipem 137» de la comuna de La Paz, donde estudia.
Esta no es otra historia mas de las tantas que ocurren en las escuelas del interior del país. Pero la historia que nos convoca, habla de Lucía, un ser muy especial y merece el afecto, respeto y valoración mas que ninguna otra…Lucía es ciega de nacimiento y, pese a todos los contratiempos con los que se encuentra, nunca falta a clases. llueva, nieve o truene, con cualquier temperatura, Lucía, cabalga una hora por las sierras junto a su hermano Víctor (17) y su primo Emanuel (15). Los tres dejan a sus caballos en el paraje Loma Bola y caminan 30 minutos más hasta llegar a la Escuela. Allí, además de estudiar, almuerzan y meriendan, regresando a su casa recién a las 18, muchas veces cuando ya es de noche.
En su casa del paraje Altos de Corralito, Lucía, vive con su madre, Carmen (37), con su hermano Víctor y una hermanita de 3 años. Emanuel, su primo, su abuela y su tío lo hacen en una vivienda cercana. Hasta hace sólo unos años las viviendas eran ranchos, que luego fueron reemplazadas por casas por un plan oficial. En ninguna de las dos casas hay electricidad: cocinan con leña y toman agua de un arroyo. Lucía, muy feliz dice que «Menos vacas, tenemos todo tipo de animales». A pesar de ser no vidente y con sus limitaciones, Lucía, colabora juntando leña, levantando los huevos de las gallinas y preparando la comida. Nunca, le costó moverse por el irregular terreno de la montaña.
Los Docentes de la Escuela dicen que «Es una chica súper simpática, muy responsable, muy participativa. Se comunica muchísimo con todos». El colegio tiene 250 alumnos divididos en dos turnos. Lucía, está totalmente integrada a sus compañeros. Sus amigas la acompañan al baño y la ayudan en el comedor. «Desde pequeña aprendió el Braille, el sistema de lectura para no videntes, pero recién desde el año pasado tiene una máquina que le trajo el Gobierno y lo está afianzando. Le ayuda mucho su inteligencia y su gran voluntad. Ella transmite un mensaje totalmente positivo, es tímida pero tiene buen humor, pone mucho de sí y va siempre para adelante».
«La materia que más me gusta es la hora libre», bromea la nena, pese a su timidez. Luego admite que le gusta Lengua y que le encantan las milanesas, las peras y la cumbia. ¿Cuando sea grande? «Me gustaría trabajar en algo».
Así como existen los estudiantes que no estudian, no trabajan, no dejan a los demás estudiar y comprometen a un sistema que hace años ha ingresado en la senda de la decadencia, la esperanza que nos regala Lucía, es una luz en el fondo del túnel al que, seguramente algún día llegaremos cuando los protagonistas de las metrópolis comiencen a reconocer que hay otra vida, en el mismo país, con otros paisajes y con la misma energía que solo puede aportar la juventud.
«Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber». Albert Einstein (1879-1955)
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556