Por Guillermo Cifuentes
“Es muy fácil ser respetable cuando no se tiene oportunidad de ser otra cosa”, George Bernard Shaw
Es sabido que una mentira es la afirmación que hace alguien sabiéndola falsa en todo o en parte. El objeto de la acción de mentir es que quienes la oigan la crean y lograr así que se oculte la realidad o algunos aspectos relevantes de ella.
En estas últimas semanas nos hemos visto inundados de declaraciones “falsas en todo o en parte” y merece la pena que discutamos al menos dos por su relevancia para el debate actual, aunque extrañamente (?) han sido ignoradas.
La primera -a propósito de las primarias- es la muy repetida versión de que si se decidiera realizar primarias abiertas “los partidos no tendrían razón de ser, porque para qué es el partido, el partido es el instrumento para escoger su candidato”. El traspiés es tan básico que no vale la pena buscar argumentos en textos políticos: basta con buscar, y no encontrar, a alguien que haya decidido hacerse militante de un partido con el único fin de “elegir candidatos”.
La otra declaración que nos lleva a problemas más profundos y escabrosos tiene que ver con la sugerencia de que el futuro político tiene nombre y padrón y que esa simple posesión del padrón es la responsable de una ventaja frente a los demás partidos tradicionales. Oportunidad le llama su vocero oficioso. En este caso también cabe preguntarse si será posible que alguien encuentre a un militante que haya elegido militar en un partido porque tiene padrón.
Lo que uno no puede dejar de preguntarse si tiene acceso a otros medios de información, es si el partido de las oportunidades no estará construyendo dos padrones ¿o no?
El partido de los padrones -con una experiencia histórica envidiable acerca de cómo se falsifican- ha sido instalado por el verbo objetivo e imparcial del análisis mediático como el de la oportunidad. Hay que reconocer que a condición de que cumpla con otra serie de pasos, además del padrón. Los antecedentes anuncian que no va a cumplir con ninguno de esos pasos (aquí queda anotado) y mucho más en el contexto en que esta discusión se realiza con los dos asuntos que colman la agenda nacional hoy: el Fin de la impunidad y los cambios al sistema electoral.
Respecto del fin de la impunidad, es necesario recordar que el 10 de abril, los partidos llamados de oposición firmaron y publicaron una declaración de la que copio textualmente la parte que interesa para nuestra discusión:
“Los partidos de oposición reiteramos nuestro compromiso con la aprobación de una ley que obligue a los partidos a cumplir con su importante papel de impedir los comportamientos antiéticos o ilegales de sus integrantes. Resulta imperativo incorporar en la ley la llamada “muerte civil” que significa que los partidos suspenderán la militancia a los involucrados en actos de corrupción y el compromiso de que los condenados por la comisión de actos delictivos no serán nunca más incluidos en las listas de elección popular ni podrán volver a ocupar cargos en el Estado”.
Como dice un buen refrán, las oportunidades son calvas y hay que cogerlas de los pelos. El PRM, una vez que el Ministerio Público citó a su presidente y a su vocero legislativo, los mantuvo en sus cargos haciendo caso omiso del compromiso recién anunciado, que no significa asumir su culpabilidad, pero tampoco su inocencia y dejar a la justicia que resuelva. Y no haremos leña del árbol caído recordando el incumplimiento respecto de la plancha de oposición para la elección del buffet de la Cámara de Diputados. Así, todas las oportunidades se consumen en un eterno retorno al pasado y en la ubicación exacta del partido de las oportunidades, junto al PLD, PRD y PRSC en el caso Odebrecht.
Y no estoy hablando de oportunidades perdidas, estoy tratando de dejar en evidencia la maniobra que pretende vender como nueva a una construcción política con una alta cuota en la responsabilidad de que el país esté en la situación en que está. Además de que el recurso de recurrir a una encuesta tampoco es nuevo, nos recuerda el sismo político y el “cambio del escenario político en República Dominicana”, que provocó la misma fuente al publicar la encuesta que alertaba sobre: “Guillermo Moreno tiene más del 20%.”
Con la historia política y electoral reciente de fondo, se puede intentar adivinar lo que viene ahora: ya se empieza a escuchar el coro de la “unidad de la oposición”como sinónimo de apoyar al partido de los padrones y, peor todavía, al precandidato con la peor perfomance electoral.
Lo anotamos hace un tiempo: el PRD, en cualquiera de sus versiones, no va a derrotar al PLD ni el 2020, ni el 2024… Si hay algo que ya parece definitivo y parte del cambio político es el decrecimiento de los partidos tradicionales. Tal vez el PRD prolongue su agonía mediante un acuerdo entre Miguel Vargas y el ex presidente Mejía, pero igual no les alcanzaría sin el apoyo de un sector del PLD.
Así las cosas, si de buscar construir una democracia moderna se trata, no hay más alternativa que construir acuerdos entre partidos y políticos que no estén en los afiches de la Marcha Verde, aunque ello lleve un tiempo mayor. Por cierto que he oído hablar del “gobiernismo” y el concepto me gusta. La posibilidad de primarias abrirá un espacio de competencia a los “chiquitos” que si se utiliza bien debiera significar alcaldes y legisladores que ayuden a acercarse a los ideales democráticos y a alejarse de las estrategias fallidas de las alianzas PRSC y PRD (M) que deambulan en los escenarios electorales desde aquella dupla tan poco recordada: Peña Gómez y Álvarez Bogaert.
Por otro lado, aunque no sean decisivos, existen sectores de izquierda a los que les está llegando la hora de la autocrítica, necesidad evidente puesto que no es posible sobrevivir tantos años equivocado y al parecer sin enterarse de que el Muro de Berlín está en el suelo. Además, algunos cuyas políticas les impidieron sacar algún provecho hasta de sus acuerdos con Balaguer, hicieron que, junto a una lamentable situación continental y mundial, la izquierda perdiera su pretendida superioridad moral.
Sin dudas el ordenamiento político progresista -que debe ser plural, socialmente muy incluyente y políticamente limitado por la distancia de sus protagonistas de Odebrecht- va a tener en muchos sentidos una gran cercanía con la Marcha Verde, pero no es ni será la Marcha Verde, como lo insinúan por un lado alguno que quiere utilizarla y por otro, los viejos comisarios que pretenden impedir su apertura.
cifuentes.guillermo@gmail.com