Por Ricardo Bustos
Por mi tarea profesional, se me encomendó la labor de acompañar al Dr. René Favaloro, desde la «Fundación» en la ciudad de Buenos Aires, hasta un lugar determinado en la zona rural de esta Provincia, porque se consideraba a esta personalidad como a un «ciudadano ilustre de consulta» sobre temas generales. Era época de elecciones y no se podía dar un paso en falso según opinión de los candidatos de entonces.
Lo recuerdo como si fuera hoy, el chófer del auto que nos transportaba, no dejaba de observar su figura. Mientras transitamos por la autopista a Ezeiza-Cañuelas, el doctor iba en silencio, pero en esa mañana, una vez que ingresamos a la zona rural, se despertó el alma del hombre pueblerino y comenzó a relatar sus vivencias como chico y muchacho de campo, con sus recuerdos que lo emocionaban y por cierto nos dejaban sin palabras.
Nos habló en ese trayecto sobre ganadería, agricultura, riqueza y pobreza y especialmente, sobre los que Él consideraba culpables del fracaso argentino. una hora y media de un relato que hoy, si en aquel momento hubiera sido registrado con un grabador o cámara, tendría la misma vigencia para un noticiero o programa de opinión.
Hoy más que nunca, al leer los diarios de este tiempo, recuerdo aquel instante junto a un grande que ya está el bronce de la historia argentina porque recién ahora la sociedad lo está registrando no solamente por haber sido un gran cirujano reconocido a nivel mundial, sino porque fué un hombre que sentía a flor de piel los problemas de la gente y más aún lo que ya vislumbraba se venía con la juventud.
Miro por televisión Escuelas tomadas por partidos políticos y comparo a esos dirigentes mamarrachos con el siguiente mensaje que nos dejó el Doctor, para que una luz de esperanza se encienda sobre los corazones de quienes actúan de manera equivocada utilizando medios que en nada conducen a una mejor vida.
En el año 1985, El doctor Favaloro, veía de que manera se iba deteriorando la educación en Argentina y aunque resulta cruel reconocerlo, ya estábamos en Democracia.
«Yo terminé mi bachillerato allá por el año 40, 41, y qué mensaje recibimos de aquellos grandes maestros. No quiero nombrar a uno, ni a 10, ni a 20. Porque pienso, recién comentábamos a varios nombres y todos ellos fueron iguales».
El mensaje que nos dieron, primero es que no se consigue nada sin esfuerzo. Así que nosotros realmente teníamos que estudiar. Teníamos que estudiar tremendamente no solamente en clase, si no fuera de nuestras clases. En nuestras casas, fuera de hora. Es decir, no se consigue nada sin esfuerzo.
En esta era en que el facilismo invade muchas áreas, que los jóvenes entiendan, que no se llega a nada sin esfuerzo. No existen los genios. Sí habrá uno que tiene un poquito más de neuronas que el otro. Pero si no pone trabajo, esfuerzo, dedicación, sacrificios, no llega a ningún lado. Así que ese es el primer tema.
El segundo es que uno se debe a la comunidad. Esto nos enseñaron todos aquellos hombres que tenían diversa extracción. Yo quiero recalcar que había de todos los sectores: conservadores, radicales, socialistas, anarquistas; todos entre los profesores nuestros. Y, sin embargo, todos nos dieron el mismo mensaje.
Uno no solamente debe vivir para sí mismo, si no que debe vivir para la comunidad y hacer algo por el mundo en que uno vive. Así que habría muchas otras cosas que hablar, la abnegación, la decencia, la ética, la moral, que nos enseñaron todos esos profesores.
«Así que eso sería en concreto el mensaje fundamental para los jóvenes de hoy. Que, a mi entender, en algunas cosas viven un poco confundidos».
«Debe entenderse que todos somos educadores. Cada acto de nuestra vida cotidiana tiene implicancias, a veces significativas. Procuremos entonces enseñar con el ejemplo». (Conferencia del Dr. René favaloro «Ciencia Educación y Desarrollo», Universidad de Tel Aviv, mayo de 1995).
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556