Por Guillermo Cifuentes
“Los que deberían ser los portadores de un futuro están atrapados en grandes problemas, falta de motivación, falta de disposición laboral, falta de disposición de conocimiento, al estudio, al conocimiento… es decir, somos una sociedad en un momento difícil, contradictorio, especial y pienso que como sociedad tenemos el reto de enfrentar estas situaciones para la búsqueda de soluciones”. Roberto Cassá
Cuando la transición a la democracia no muestra siquiera mínimos, de acuerdo a aspectos básicos y clásicos -división de poderes, justicia independiente, elecciones libres y competitivas- uno casi se tienta a abandonar la coyuntura y, de alguna manera, a desafiar herencias dictatoriales que se pasean a vista y paciencia de todos y todas sin que merezcan atención.
Las dictaduras son terribles, lo sabemos quienes las hemos sufrido. A la muerte, la tortura, la cárcel, el exilio, las desapariciones se suma la herencia de numerosos catecismos que siempre dejan las tiranías: el pensamiento político conservador, el desprecio por las ciencias sociales y la filosofía, tan bien representado popularmente por el retintín “Ése es un teórico”. Superar esos lastres podría ayudar en el campo del activismo social y en la construcción democrática. Reconocer esas herencias como elementos que juegan en contra de la creación política algún día permitirá el surgimiento de nuevas alternativas. También facilitará el fin de las apuestas al cambio sin cambio que significan los cuatrianuales amagos de democracia junto con el intento permanente de querer vender como nuevos a conocidos actores y prácticas.
Estudiando, teorizando, investigando es posible responder algunas cuestiones que debieran ser parte del debate actual ¿Cuándo ha surgido en República Dominicana, una alternativa política nueva? No creo que las iniciativas apoyadas por líderes del viejo orden se puedan reconocer como novedosas o alternativas: eso podría valer para el 1996 y también, en el 2018, para los jóvenes promovidos en el marco de viejas y dañinas prácticas que han impedido la democracia.
Otra estela terrible de las tiranías y que paradójicamente es un factor decisivo de la reconstrucción o de la construcción de la democracia es la división de la sociedad en dos: familias divididas, amigos separados, países fracturados. Ahí no se aceptan las coartadas: o se estuvo con la dictadura o no se estuvo. El miedo no puede ser explicación. Si lo aceptamos la sociedad no se libera del terror al cambio y la transición a la democracia no encuentra su clivaje. Por esa división dolorosa pero inevitable se sabe con quien se puede contar y me atrevo a proponer que una de las más decisivas diferencias en las transiciones está no sólo en cuánto se negocia, sino también en cuándo se negocia.
En los países del sur los primeros gobiernos democráticos llegaron al poder con el tema de la justicia por las violaciones a los derechos humanos en sus programas de gobierno. Los avances han sido desiguales, pero lo que nos importa destacar es que podemos decir que ha habido poca voluntad o se ha avanzado poco, se debe a que el tema estuvo antes del inicio de la transición, como parte del proyecto político que aspiraba a gobernar en democracia. En la República Dominicana, en cambio, todo apunta a que el proceso electoral de diciembre de 1962 no tuvo entre sus ofertas la justicia que todavía esperan y a la que tienen derecho los familiares de las víctimas y tampoco se prometió sancionar el robo de treinta años del que fue víctima el pueblo dominicano.
El estandarte fue el recordado –por actual- “Borrón y cuenta nueva”, que transformó a los actores sociales, económicos (los empresarios) y políticos en iguales y esa igualdad intocable, determinó que el sistema político se reprodujera gracias a la impunidad. Si algo hay de certero en mi planteamiento podrán aquilatar mejor la importancia que tiene y tendrá la Marcha Verde.
Países donde la impunidad también se negoció antes, ignorando las violaciones a los derechos humanos o el saqueo del Estado y dejando sin castigo a los culpables pueden ejemplificarse en varios países centroamericanos –Guatemala, Honduras- además de Brasil y por supuesto, España. No es necesario abundar mucho para descubrir los parecidos con el destape de Odebrecht, o el bochorno de Felipe González, con las Galerías Preciado, Fenosa y los Grupos Armados de Liberación (GAL), o la campaña del “No a la OTAN” con la que engañó a los españoles. Para Centroamérica podrán aproximarse a una explicación de los fraudes electorales, la corrupción y el genocidio.
El tema no se agota, por lo que vale la pena continuar el estudio de las élites y la transición dominicana más allá de la revisión de los resultados electorales.
Pero la impunidad que consiguen los políticos y empresarios de la dictadura y que los instala como actores del sistema posterior -“todos somos iguales”- tiene también un lamentable efecto ético: se construye y pasa a instalarse como parte de la cultura política una moralidad (la forma en que la moral se hace realidad, la moral efectiva) que incomoda, pero que deja lo éticamente reprobable en una nebulosa, en dobles estandáres, donde “buscarse lo suyo”, no es moralmente reprobable y si se trata de delitos del tipo que sean, la ausencia de sanciones hace posible que en la sociedad queden impunes actos que deberían ser sancionados socialmente y/o jurídicamente. Para los estudiosos allí está el “enjou” de Touraine. Sobre eso y sobre los Movimientos Sociales volveremos a “teorizar” la semana próxima.
Respecto de la moralidad, quiero manifestar que me he sentido orgulloso de ser columnista de Acento y lo reconfirmé con la reciente encuesta aparecida en los medios y que este periódico tituló: “Abinader y Medina con empate técnico para 2020, según oficina del excandidato”. Déjenme contarles que en algunos países una encuesta de ese tipo los medios ni siquiera la informarían pues se exige que tengan algún nivel de rigurosidad. Impecable que Acento dé la noticia e informe quien provee la encuesta.
Entonces, cuando me refiero a la moralidad también recuerdo un comentario televisivo que tuve la mala suerte de ver donde se hablaba de esa encuesta y se analizaba cómo la misma “evidencia liderazgos políticos”. Esta encuesta es tan escandalosa como la que publicaron verdaderos mercenarios, unos días después de la llegada de Quirino para afectar la imagen del ex presidente Leonel Fernández. Así, vuelta al tema de cómo se viven los valores morales, el poco esfuerzo que se observa a veces por informar objetivamente aun cuando el informador sea parcial, lleva a tener una actitud cuidadosa frente a los que acusan a sus colegas de estar pagados cuando parece incuestionable que hay otros que están trabajando como si fueran a cobrar después.
Sobre el potencial predictivo de las encuestas a dos años de las elecciones y para que nadie piense que uno tiene mala voluntad nada más que recordarles la encuesta de la prestiogosa empresa Penn, Shoen & Berland que anunciaba el destino inexorable de tres políticos dominicanos en mayo de 2014 con un titular profético: “Leonel Fernández sería la mejor ficha contra los candidatos del PRD” y advertía que: “Fernández le ganaría a Vargas Maldonado 51 % a 26 %, con un 23 % que declaró que no votaría.” Y hay más: “Fernández frente a Hipólito Mejía, el primero obtuvo un 48 % frente a un 42 % del ex presidente de la República por el PRD”.
Vean ustedes ahora el “nivel de precisión”, como lo llama la empresa encuestadora que nos ha sorprendido esta semana: “un nivel de confianza de un 95 % y error muestral de más o menos 2.6 %. Para la Gran Capital más o menos un 4.6 %, la Región Norte más o menos 4.2 %, la Región Sur más o menos 6.2 % y en el Este de más o menos 7.8 %.” Nadie planifique nada, ni apueste, pues con esos márgenes de error tan altos, la encuesta es absolutamente olvidable.
Pero es peor. No sólo el “nivel de precisión” deja algo más que dudas. Algunas de las preguntas serían francamente motivo para que un alumno de Metodología I se queme: “Si los candidatos a la Presidencia de la República fueran sólo dos: Danilo Medina por el gobierno y el PLD y Luis Abinader como el candidato de toda la oposición, usted por cuál de ellos votaría?”
Bueno, así se engaña. La pregunta está hecha sobre la base de supuestos que difícilmente se cumplirán (dos candidatos) y el otro supuesto recuerda la moralidad de la que hablábamos hace unas líneas: “el candidato de toda la oposición”. Ese es otro supuesto que tampoco es real y lo creo muy difícil, por lo menos con el nombre que se insinúa en la pregunta ¿cómo preguntar por alguien como candidato de “toda la oposición” si no hay candidatos? Y cuando haya candidato de la oposición -libre de relaciones políticas y económicas a través de consultorías o carreteras o del negocio del pacto eléctrico con el gobierno- será el momento de recordar que la información obtenida a partir de una pregunta mal hecha resulta en información que no es ni confiable ni válida.
El 22 de agosto de 2013, se publicó en esta misma columna el artículo titulado “Giovanni Sartori dice…”, donde hacíamos cuestionamientos citando al gran teórico de la democracia y luego, en el artículo “La encuesta” del 17 de noviembre del 2014, concluía con lo siguiente: “no queda otra posibilidad que apostar y aspirar a que la ley electoral futura, o una ley especial, obligue a las empresas encuestadoras a publicar los nombres de quienes contrataron el sondeo, a publicar el cuestionario aplicado completo, además de los detalles del diseño muestral, los márgenes de error para toda la información y la tasa de respuesta, entre otros datos pertinentes.
No vendría nada mal establecer un Código de ética para quienes se dedican a este difícil oficio. Por supuesto considerando que la información siempre es propiedad del cliente y por lo tanto depende de éste su publicación. Pero cuando la información se hace pública deben cumplirse, a lo menos, los puntos anotados en el párrafo anterior.”
Como nota curiosa, quiero recordar que en aquella ocasión estos mismos planteamientos recogidos en los artículos del 2014, los subieron a su WebSite los “ganadores” en la encuesta que comentamos ahora.