El Plan para eliminar a Balaguer

Por Eddy Pereyra Ariza

Al llegar el año 1967, el contratista , había logrado acumular «demasiado» poder en el gobierno del presidente Doctor Joaquín Balaguer, alcanzando proporción de príncipe. No había decisión política, negociaciones públicas, ni tampoco construcción de obras de importancia que el gobierno tuviese en carpeta a realizar, que no contara con el visto bueno de Guaroa Liranzo. Su control real era vasto.

El predominio de palabra ante Balaguer, le había agenciado un inmenso poder al contratista de Puerto Plata, provocando que todos los políticos buscaran su padrinazgo, así como, ingenieros, contratistas o empresas que proyectaban realizar una obra pública. Es tal así, que en el período de los doce años de Balaguer, opositores habían creado el mito identificándolo como el líder de lo que se haría llamar: «La Oligarquia de la Construcción».

Esa concentración de poder, mas su apoyo al vicepresidente Augusto Lora, por la candidatura presidencial del 1970, le trajo consigo desafectos y muchos enemigos ocultos, por lo que se dice que Guaroa, fue objeto de una de las peores tramas de destrucción política que se haya conocido.

Guaroa Liranzo, había acumulado esa influencia con el Doctor Balaguer, en el plano político, en su capacidad como contratista adinerado desde la Era de Trujillo y su relación íntima con la familia del Presidente. Obviamente, lo artificial que era el entorno de Balaguer, el descontrol existente en el gobierno y en la casa, que era su sede política, obligaba la presencia de otro jefe, siendo preconizado Guaroa, como el hombre que daba repuesta a casi todo.

Un día, el embajador dominicano en Washington, le informó al presidente Balaguer que su Ayudante Civil, el empresario Guaroa Liranzo, había contratado a dos francotiradores de Colombia. A éstos le habían dado varias informaciones, entre ellas, la de que el carro de su uso, placa número 1, estaba protegido con vidrios antibalas, pero que el techo del mismo no era blindado.

En principio, el Presidente Balaguer no creyó el dato. Pero la mañana del 27 de diciembre de 1968, antes de ir al Palacio Nacional, Balaguer convidó al coronel Saturnino Ramírez y con parte de su escolta personal salió de su casa, la Máximo Gómez 25, de la Ciudad de Santo Domingo, dirigiéndose al Aeropuerto Cabo Caucedo, hoy Aeropuerto de Las Américas. Allí mandó a llamar al teniente coronel Rafael Lozada Grullón, jefe de los servicios policiales de la terminal aérea y le solicitó que le acompañara a la pista para recibir el Vuelo 301 de Dominicana de Aviación que venía desde Miami.

Una vez aterrizado el avión, el coronel Saturnino, solicitó al coronel Lozada Grullón, revisar dos de las maletas que llegaron, las cuales según la versión, venían a nombre del oficial con armas de contrabando. Cuando abrieron las maletas se encontraron con dos rifles con miras telescópicas, los cuales eran asociados a la trama para atentar contra la vida del Presidente Balaguer. De inmediato el Presidente ordenó el apresamiento del coronel Lozada Grullón.

Se dirigió a la pista de aterrizaje, espero que bajaran del avión dos cubanos, Arsenio Jurado y Carlos García, los cuales previamente habían sido identificados como «los francotiradores de Colombia». Les saludo, los miró fijamente a las caras, y les dio la espalda.

Ese simple gesto tenía más poder que las palabras. A seguida, la seguridad del mandatario hizo preso a los dos francotiradores. El doctor Balaguer, declaró que se trataba de contrabando de armas para ser utilizadas en un plan antigobiernista.

Manuel Guaroa Liranzo.

Cuando en la casa de Balaguer, la familia supo lo sucedido, con la alarmante noticia que también había dado la orden de apresamiento al contratista Guaroa Liranzo, la hermana del Presidente, Alicia Balaguer (Chichita) se puso mala y tuvieron que llamar a varios médicos.

Chichita, era considerada como la persona que manejaba la casa familiar y como Guaroa, se ocupaba de comprar lo que se necesitaba para el consumo diario y costear los servicios, había una relación directa entre ellos, hasta el punto de rumorearse que ambos tenían unos amores platónicos y que la «señorita Chichita era la protectora en la familia de Guaroa».

Enterándose Balaguer, de la reacción de su hermana Chichita, a quien adoraba, porque era la única que no se había casado para cuidarlo, dio la contraorden de hacer preso domiciliario al ingeniero Manuel Guaroa Liranzo, quien era uno de sus colaboradores más renombrado.

Nuevas investigaciones dieron cuenta que el teniente coronel Raúl Valdés Montás, jefe de la policía en La Romana, considerado junto a Lozada Grullón, personas del Vicepresidente de la República y los funcionarios del Central Romana, Ramón Nadal García, jefe de campo del ingenio, así como Arsenio Jurado y Carlos García, que desempeñaban también funciones ejecutivas, fueron apresados con la acusación de que tenían que ver con el plan de eliminar al presidente Balaguer, para que el licenciado Francisco Augusto Lora, asumiera el poder.

Balaguer era de una personalidad enigmática y llena de secretismo, lo cual selló su personalidad a lo largo de todos sus mandatos presidenciales. Era «destinista», creía en la suerte como factor preponderante en la vida humana. No conoció el rencor y menos cuando se trataba de un interés político.

Guaroa Liranzo, fue absuelto del caso y puesto en libertad, pero se alejó de Balaguer, de su Partido Reformista y apoyo para las elecciones del 1970, a las aspiraciones presidenciales del licenciado Francisco Augusto Lora, quien había fundado para ese fin, el Movimiento de Integración Democrática Antireeleccionista (MIDA).

Pudo saberse, años después, que el millonario contratista fue víctima de intrigas y engaños. Éste volvió a ganarse la confianza de Balaguer, hasta el punto de convertirse en la figura que manejaba la fuerza de su liderazgo e influencia política como opositor y cuando Balaguer volvió al gobierno en el 1986, cristalizó su poder «detrás del trono».

La hostilidad o el distanciamiento entre Balaguer y Guaroa, fueron de tal severidad, que nadie se pudo imaginar que iba a suceder luego un acercamiento tan arraigado.

A Balaguer se le escucho decir una frase, mientras hacía su ritual caminata en el parque Mirador Sur y ésta se difundió como una alusión a Guaroa, que, «el enemigo de hoy puede ser el mejor amigo del mañana».

El autor es: Periodista y politólogo

eddypereyra1000@gmail.com

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