Por Vladimir D. Paulino
La corrupción de siempre. La corrupción de TODOS los que estuvieron antes, en el caso de Félix Bautista, no puede perdonarse.
A él se le echa en cara su pasado humilde, sus trabajos anteriores modestos, los incrementos progresivos de su patrimonio, como si esto último no hubiese pasado también con cientos de grandes figuras políticas antes que él.
Sin embargo, con Félix Bautista, ocurre algo diferente, el ingeniero Bautista, no desciende de un clan tradicionalmente conocido en el ámbito social dominicano.
A los ladrones que pertenecen a esos clanes socialmente “conocidos” no se les reprocha nada, pues es muy fácil robar desde la cúspide empresarial y social desde la cual muchos antes—y después—de Félix Bautista, han hecho sinfín de fechorías.
Toda esta charada sobre la corrupción del Partido de la Liberación Dominicana, no esconde otra cosa que el fabuloso clasismo dominicano donde hasta para robar y ser impune se requiere tener apellido.
Dicho de otra manera, si supuestamente usted es un corrupto, y anteriormente usted era sastre en un barrio de Santiago, a usted no se le perdonará nada, todo el mundo hablará de su enriquecimiento presuntamente ilícito.
Lo mismo no ocurre cuando el ladrón pertenece, por ejemplo, a un clan de apellido rimbombante y que denomina sus empresas bajo el nombre de “grupo” de empresas X o Y.