Por Juan Tomás Valenzuela
Se inauguró el TELEFÉRICO,
la obra cumbre de Danilo
y según yo lo perfilo,
el viaje es casi esotérico.
Todo mundo estaba histérico
al ver el vuelo rasante,
de este proyecto gigante
del gobierno del ungido
y corrían despavoridos
porque están alante-alante.
Desde Lotes y Servicios,
hasta el barrio de Gualey,
no se vé torre CANEY,
pero hablando sin prejuicios,
se ve lindo el precipicio
donde viven los votantes
y aunque el viaje es fascinante,
cabe muy bien resaltar,
que no los dejan montar
si no visten elegantes.
Se nos quejaba una doña,
arrastrando unas chancletas,
que el señor Manuel Saleta
tiene una actitud muy ñoña.
No quieren gente con moña,
ni piercing, ni maquillajes,
ni con fundas de equipaje,
radios, pitos ni cornetas,
ni patín, ni patinetas,
ni cachuchas ni tatuajes.
En los vagones del metro
no se puede hacer vídeo,
pero eso aquí es un bufeo
que sustituye al boleto,
pero le dan Vade Retro
a cualquier beligerante,
que de manera flagrante
critique la cercanía
qué hay de la casuchería
a los vagones colgantes.
No se tomó previsión,
(tal vez nunca fue importante)
de la distancia rasante
entre el barrio y el vagón.
¿Que pasa si algún brinbón
decide hacer sabotaje?
¿Si el típico tigueraje
que hay en los alrededores,
le lanza fundas de olores
al sistema de abordaje?.
24 Mayo 2018