Por Juan Tomás Valenzuela
Con la muerte del tirano
no se extingió el trujillismo
y hoy quieren volvé a lo mismo,
trayendo a un nieto malsano.
Una pila de gusanos
se ha aposado en torno al nieto,
sin saber de este sujeto,
origen ni proceder,
ni lo que pretende hacer
si se alzara con el cetro.
Las garras del trujillismo
no fueron eliminadas,
y ahí andan, como si nada,
vestidas de patriotismo.
Retroceder a lo mismo
que se vivió en esa era,
no sería un error cualquiera
como sucede otras veces,
pues retornaría con creces
lo que fue esa gusanera.
Los mismitos gilipollas
que azuzaban a Trujillo,
aún controlan el anillo
que tiene a este pueblo en olla.
Ese Vincho e’la perolla
y el caliesazo de Euclides,
aún pretenden que se olvide
aquella deuda de oprobio,
de ese nefasto microbio
y de sus parias afines.
Han pasado tantos años
de la muerte de esa escoria
y aún perdura en la memoria
su trayectoria de daños.
Van 57 años
y aún están los mismos vicios.
¿De qué valió el sacrificio
de matar a ese fatal
si hoy en día persiste el mal
con tó estas lacras de oficio?
31 Mayo 2018