Por Ricardo Bustos
Los mercenarios de los bolsos repletos de dólares, solo piensan en el poder que puede otorgar el placer de disfrutarlos mientras tienen salud. Hace un año cuando el Dr. Casola, me dijo en el Hospital de Alta Complejidad de Formosa que a mi Señora Esposa le quedaban apenas unos meses de vida, reaccioné con vehemencia contra todos los políticos y punteros, empresarios y coimeros que hacen del robo al Estado un modo de vida, pero esa fuerza sobrenatural que sobrevuela nuestro diario vivir al que algunos llaman Dios y otros, los que no creen en nada, llaman cuando lo necesitan, me hizo comprender que ni todo el oro del mundo puede combatir una metástasis en un cuerpo. Así las cosas, me pregunté:
Para que quieren tanto dinero, si llegado el momento de buscar algún remedio a semejante mal todos somos unos pobres indefensos?.
Lastimosamente, las historias se repiten todos los días y aparecen bolsos y mas bolsos con dólares mal habidos que al menos, ayudarían a la gente mas necesitada a tener una vida medianamente digna en un país que ha perdido precisamente la dignidad.
Los políticos se alimentan y aprovechan del trabajo minucioso que realizan los punteros. Ellos son los encargados de recaudar, engañar, someter y amenazar a la gente pobre para que permanezcan cautivos del temor al hambre. El hambre es mucho mas grave que una enfermedad cuando el hombre está sano porque le genera impotencia al ver que no puede alimentar a su familia y eso va esmerilando su energía para enfrentar los problemas cotidianos.
Nos hemos acostumbrado a las mentirosas estadísticas. Le dicen al ciudadano de a pie en la cara cuantos pobres somos o cuantos delincuentes hay en las cárceles, pero no cuantos andan sueltos, y nosotros, sometidos al libre albedrío de la corrupción criticamos la prostitución, abandonamos a las mujeres golpeadas o glorificamos a los machistas. Nosotros, los ciudadanos sin futuro en un país devastado como Argentina, los únicos bolsones que conocemos son los que se generan cada día por el abandono de la dirigencia, la misma que se ha perfeccionado de manera tal que cuantos mas pobres haya, mejor será para dominar al pueblo.
Argentina, no tiene ninguna estadística. Han vuelto a recrudecer enfermedades que hace 20 años habían desaparecido. Desde las áreas de salud se esconden las cifras de tuberculosis, sarampión, hepatitis, patologías bronquiales crónicas, sífilis y otras afecciones venéreas, niños que nacen con cocaína en sangre por el consumo de sus padres, en fín, un cóctel explosivo que atenta contra la salud de millones de ciudadanos a quienes están dejando abandonados a la mano de Dios.
La solución es difícil porque para que desaparezcan los punteros políticos, también deberían eliminarse los cargos políticos y ahí estaríamos mas complicados todavía porque la anarquía nos estaría esperando a la vuelta de la esquina con cuchillo y tenedor en mano para hacerse un festín.
La izquierda existe porque del otro extremo está la derecha y entre las dos opciones actúan como un cerrojo que deja prisioneros a quienes no comulgan con ninguna de las dos ideologías. A los argentinos nos cuesta mucho caminar por el medio sin caer en alguna banquina del camino y es mas, nos gusta mas pertenecer que ser en este escenario de la vida, por eso nuestros fanatismos nos enrolan entre peronistas, radicales, comunistas o anarquistas pero nunca como ciudadanos con pensamiento propio.
La mitad de los chicos en el país, no termina sus estudios secundarios y la otra mitad no sabe leer, sumar, escribir o comprender un texto que lee, es decir que de todo el universo escolar secundario, dudo que haya muchos alumnos con proyección futura para, algún día, presentarse como dirigente político para dirigir los destinos de una ciudad, provincia o país. Por ahora lo que tenemos son los D’Elía, Baradel, Yasky, Micheli, Máximo, Hebe, Milagro Sala, Cristina, Guillermo Moreno, Boudou y la mayoría de los integrantes de la corriente piquetera de izquierda. Como vemos, si es cierto que han pasado por algún aula, son los fieles exponentes de lo que hoy es una continuidad en los jóvenes que han heredado ese despreciable rechazo por la educación.
Tenemos superpoblación de Docentes y los niños cada día aprenden menos, Todos los meses incorporan más Policías y los delincuentes se adueñaron de las calles robando y matando a inocentes, El Estado en sus versiones municipal, provincial y nacional, está desbordado por la enorme cantidad de personal incorporado en los últimos 20 años y el dinero recaudado apenas alcanza para abonar salarios, es decir que todos nos estamos pagando cada mes lo que llevamos a casa para nuestros gastos diarios porque no estamos produciendo bienes que sean parte de la actividad privada y muevan las ruedas de la economía.
Cada día tenemos mas planes sociales y eso es leche que algún día la vaca no nos entregará mas, por lo tanto y visto el panorama actual, lamentablemente la luz en el final del túnel será muy difícil de observar en el corto y mediano plazo.
Cuando escucho a los dirigentes decir que están trabajando para que Argentina, sea un gran país en las próximas décadas, me quedan dos opciones, una ya la tengo y es la sepultura que abono religiosamente todos los meses y la otra juntar alguna moneda y comenzar un largo viaje pero fuera de las fronteras.
Amo tanto a mi país que no lo quiero ver sufrir y las posibilidades para quienes ya tenemos una juventud acelerada, dependiendo de los generosos beneficios de Anses, son muy efímeras como es la credibilidad en quienes de uno u otro lado de este sinuoso camino que transita esta mentirosa democracia nos están quitando.
Argentina, como nación está fragmentada, por no decir hecha pedazos y será muy complicado buscar las piezas para volver a armar un proyecto creíble con el apoyo de todo el pueblo, el mismo que confió una y mil veces en esta clase dirigente, la que revolea bolsos con dólares, alimenta punteros políticos y sus familias y destruye la condición humana de los ciudadanos de bien. Hoy ya no importan los nombres o las ideologías porque están todos dentro de los mismos bolsos.
«El castigo del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad». Aristóteles – (384 AC-322 AC)
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556