Por Juan Tomás Valenzuela
El problema del poder
cuando es mal administrado,
es que adopta el peculado
como su razón de ser.
Nos pasó con Balaguer
y su afán reeleccionista,
con el grupo pepeachista
que destruyó al PRD,
con Leonel y ahora otra vez,
con el sector Danilista.
El afán de eternidad,
desde que son presidentes,
tiende a torcerles la mente
con mucha facilidad.
La falta de eticidad
los hace creerse ungidos,
ilustres, nobles, lúcidos,
dueños de un don que le es dado
solo a los predestinados
con derechos adquiridos.
Cuando van tras de la “ñoña”
se venden como angelitos,
pero al llegar al carguito,
sale a flote la ponzoña.
Igual que aves de carroña
se aferran al presupuesto
y con cualquier deshonesto
que encuentren en el camino,
por un picapollo chino,
se embarcan en sus aprestos.
Yo recuerdo a Balaguer,
que aún negado a reelegirse
nunca pudo escabullirse
de las mieles del poder,
De igual forma hizo Leonel.
Sin violar Constitución,
aprovechó la ocasión
en que Hipólito, lo hizo,
tiró a su relevo al piso
pa’quedarse en el sillón.
La más reciente proeza
de afanes eternativos,
nos viene con el ungido
y con la Madre Teresa,
Aunque la vice no expresa
ningún deseo de quedarse,
solamente hay que fijarse
que su nombre de casada,
lo cambió como si nada,
para intentar perpetuarse.
Yo creo que hasta Chacumbele
que se alce con el poder,
lo intentará retener
igual que tó estos lebreles.
Y es que nadie se conduele
de este pueblo mojigato,
rateros, parias, tecatos
y vendedores de sueños,
llegan con el mismo empeño
de extenderse su contrato.
Juan de los Palotes
18 agosto 2018