Por Juan Tomás Valenzuela
Cuesta abajo en su rodada
por la ladera de un río,
Leonel, se nota perdío
es esta nueva jugada.
Su figura almidonada
con ínfulas de Marqués,
recibe un nuevo revéz
con esta Ley de Partidos
impuesta por el ungido,
cargada de mala fé.
El que lo observa ataviado
con chaparrera y mochila,
con manchas en las axilas
del sudor acumulado,
sabe que es desesperado
que lo tiene el presidente.
Ese aire de medio ausente
con que trató a compañeros,
hoy lo hecha a un agujero,
mostrándose más corriente.
Su estilo de Indiana Jones
no convence ni al más bobo,
ni a Rafelito Agarrobo,
ni a Lila, ni a Mamellón,
ni a Díaz Rúa, ni a Rondón
(esos lo conocen bien)
ni a Alburquerque, ni a Ditrén,
ni a Temo, ni a Belarminio,
ni a su socio en latrocinio,
Diandino Peña, el del tren.
Muy tarde se dieron cuenta
que ese vídeo fue un error,
mostrarlo cuál cazador
es una terrible afrenta.
si siquiera tomó en cuenta
el que filmó ese desastre,
que con el tanque de lastre
que este lleva en el macuto
y ese bigote canuto,
no logra ningún arrastre.
Y para colmo, en Yutú
sale el vídeo original
sobre un tema forestal
que ha ignorado este pechú.
Esta suerte de Mambrú
que Leonel, nos sube a escena,
merece una gran condena
de la crítica teatral,
pues la verdá, este fatal,
le queda corto a Balbuena.
Juan de los Palotes
24 agosto 2018