Por Guillermo Cifuentes
“¿Acaso no se puede cambiar? -se dirá- Sí, por supuesto. Pero lo que no se puede hacer es falsificarse a sí mismo”. Carlos Peña (Rector de la UDP)
Una constante presente en la política dominicana consiste en siempre saber lo que tienen que hacer los otros. Esta práctica tan frecuente y extendida evita tener que defender argumentos propios, candidatos propios, ambiciones propias (siempre muy válidas) y, por supuesto, sirve también para ocultar las calidades de los que son beneficiarios del mañoso recurso. De manera automática y casi siempre no declarada, se les da un marco de conducta a quienes no comparten ideario político mientras se protege a los propios, casi siempre víctimas de su propia mediocridad.
Arranca la liturgia ocultando la originalidad o la autoría del acierto: casi nunca dicen “pienso que…” o “creo que…” sino que no se cansan de repetir “amplios sectores sociales opinan que es imprescindible la concertación para sacar al PLD del poder…” Lo que -mientras alguien no diga de cuáles sectores sociales se trata- en buen castellano puede leerse como “nadie”.
Pero lo que motivó mi reflexión sobre estos nuevos desaciertos de quienes pierden por no luchar y comprometerse, fue la aparición de estrategias asociadas con los espacios políticos que “esos amplios sectores sociales…” le asignan a los otros. Esta odiosa, sectaria e indocta modalidad intenta acabar con las evidencias que nos regala la historia de que el compromiso político sin tener currículo presto a ser entregado es posible. Se equivocan quienes desde la costa observan el desembarco en Luperón o el aterrizaje en Constanza en junio de 1959, y dando la espalda exclaman “Los van a matar a todos”. Luego podrán repetir y repetirse frente al espejo un “Se los advertí”, que les sirve para justificar no solo no haber hecho nada, sino también para autoperdonarse por no haber exigido justicia con los asesinatos de los patriotas del Movimiento de Liberación Dominicana (MLD). Esos desembarcos nunca fueron un error, fueron una derrota y una sucesión de asesinatos impunes en un país en que había demasiados que nunca se equivocaron.
Los del levantamiento de 1963, tampoco estaban equivocados, por eso los asesinaron. Y por eso, con armas criminales distintas, quisieran que su ejemplo no fuera un tema de hoy, pues así la nueva doctrina del “malmenorismo” (Borón) puede imponerse y pueden ellos imponerse. 1963, tampoco fue un error, fue el horror de crímenes de Estado impunes todavía y a la gente decente le quedaría mejor ocuparse del expediente irresuelto en la Procuraduría que de insultos propios de gente de baja estatura.
Pero a los “amplios sectores sociales que opinan que es imprescindible la concertación para sacar al PLD del poder…” hay que reconocerles que en estos días han establecido una ruptura respecto de las calidades y de las experiencias esperables de quienes se supone que aspiran a ser candidatos presidenciales: deben venir de los territorios, deben ser candidatos a alcaldes, a diputados y hasta a senadores. Pero como en el grupo sólo incluyen a candidatos que tienen el objetivo de “sacar al PLD del poder”, habrá que centrarse en analizar solo a los candidatos que no son del partido de gobierno.
Entre quienes han declarado intenciones de ser candidatos, el único que ha ganado una elección es el ex presidente Mejía. Los demás o no han ganado nunca o no han participado en ninguna contienda electoral, por lo que supongo les estarán proponiendo que abandonen sus ambiciones presidenciales para postularse a alcaldes, diputados y senadores. Va a ser toda una novedad si los “amplios sectores sociales que opinan que es imprescindible la concertación para sacar al PLD del poder…” consiguen algo. Aunque ya es posible adivinar al candidato a alcalde por el Municipio Consuelo, o por Salcedo, no hay manera de adivinar donde los “amplios sectores sociales que opinan que es imprescindible la concertación para sacar al PLD del poder…” van a candidatear al candidato perdedor de siempre y que tanto se alegra porque las encuestan lo ponen segundo.
Hay que empezar de abajo, dicen, pero se olvidan de que hay en la política gente que hizo ese recorrido. Claro que eso no se debe considerar y no importan recursos tan poco elegantes como lamentar que Guillermo Moreno, adornado con tantas buenas calificaciones, saque tan pocos votos. Habrá que rogar a Dios que a los “amplios sectores sociales que opinan que es imprescindible la concertación para sacar al PLD del poder…” no se les ocurra proponer al distinguido abogado santiaguero como candidato a alcalde de algún ayuntamiento olvidado.
No debe pasar desapercibido que los “amplios sectores sociales que opinan que es imprescindible la concertación para sacar al PLD del poder…” no han dicho una sola palabra acerca de cómo se va a elegir el candidato presidencial de la “concertación” y tampoco hay que olvidar que las primarias abiertas están descartadas pues para los “amplios sectores sociales que opinan que es imprescindible la concertación para sacar al PLD del poder…” ese tipo de primarias les provocan escalofríos, además de que los candidatos deberían tener algunos requisitos que para estar en onda aparecerían como inconstitucionales: haber sido alcalde, diputado o senador, es decir, haber empezado de abajo.
Entonces -si se sabe lo que tienen que hacer los otros y lo que hace falta para lograr los fines “concertacionistas”– la doctrina del “negacionismo”, del insulto a quienes demostraron que la política puede ser una actividad decente y así quedaron en la historia no es el camino. Si además ahora hay que exigir tener la experiencia “desde abajo”, todo esto resume el fracaso de la construcción de una democracia verdadera en la media isla.
El éxito de estos demagogos ha sido mayor que lo que ellos mismos creen: han ocultado con una delicadeza siniestra que lo que impide avanzar es la existencia de un sistema político que reproduce formas de relación entre sus componentes que no son propias de la democracia, por ejemplo la relación entre los poderes del Estado. La falta de independencia del Poder Judicial y la impunidad consecuente. Un sistema electoral no competitivo y un sistema de partidos donde la pura intención de competir y la pura idea de la alternabilidad es sancionada y ahora dificultada más aún por la nueva ley que es sin duda un regresión respecto a 1997. Tal retroceso, no lo olviden, fue el resultado del acuerdo o pacto entre el PRD(M) y el PLD(D) y ha sido aplaudido por “amplios sectores sociales que opinan que es imprescindible la concertación para sacar al PLD del poder…”
Finalmente, después de esta verdadera maratón no se puede concluir otra cosa que lo que se pretende es favorecer al peor de los pre-candidatos, el más burdo de los sobrantes del sistema, el menos democrático de todos. Y como los “amplios sectores sociales que opinan que es imprescindible la concertación para sacar al PLD del poder…” no hacen público el nombre, yo tampoco.
cifuentes.guillermo@gmail.com