Por Ricardo Bustos
Algo no está bien hace muchos años y no veo que los dirigentes políticos piensen ponerse los pantalones largos de una vez para comenzar un camino que nos lleve algún día a ser un país rico con gente menos pobre.
A esta altura de los acontecimientos, no se si soy pobre, indigente, castigado por la mala política o simplemente… argentino. Claro está que «no pretendo se tome como una ofensa lo de «argentino», sino como una forma más de disfrazar la hipocresía de quienes creemos ser los «mejores» en un país de «peores»».
Es obvio que si uno de cada tres ciudadanos estamos en o debajo de la línea de pobreza, no seré yo la excepción y es hora de reconocer que aún aquellos que tienen su casita o auto de modelo antiguo, ya no pueden darse el lujo de pintar las viejas paredes o parar en un surtidor y llenar el tanque como lo hacíamos hace muchos años.
Para todo siempre tenemos una excusa. Si Messi o Maradona, hacen algo fuera de lugar, anteponemos el ídolo al hombre que debe respetar las normas, pero también, al olvidarnos que viven en un mundo excluido social, cultural y económicamente diferente al nuestro porque derraman millones por sus canillas pretendemos exigirle una conducta que les será difícil poder desarrollar porque están mucho más arriba que nuestras posibilidades.
Tenemos millonarios sin cultura que en el exterior nos representan como si fuéramos todos iguales a ellos y la última década generó muchos casos similares de mujeres y hombres que sin haber terminado sus estudios ocuparon lugares de importancia, política y económica, conduciendo los destinos de un país. Están entre nosotros, como los alienígenas, caminan a nuestro lado, disfrutan de la gran vida, se pavonean con sus riquezas mal habidas y… piden respeto.
Hace años venimos observando las colas de hermanos ciudadanos frente a los Bancos o el Correo Argentino, todos los meses y a la misma hora, con el agravante que cada mes son más porque se agiganta la masa de personas con graves problemas de subsistencias.
No está mal que el INDEC diga la verdad, esa que muchos no quieren aceptar por pertenencia política o ideológica. Lo cierto es la realidad esa que deja muy lejos el sueño de millones de argentinos de poder llegar algún día a ver satisfechas sus necesidades básicas.
Anoche en un noticiero de TV, escuché a un especialista decir que «nos va a llevar 40 años volver a ubicarnos en un mundo cuyo modo de vida es diez veces superior al nuestro».
América Latina, es un inmenso terreno en donde todos hemos sembrado la semilla de la miseria. Ya no hay un Brasil, poderoso; una Venezuela, con reservas económicas por su petróleo y gas; un Chile, con la minería y así podemos seguir enumerando muchas más economías brillantes que fueron desapareciendo.
Como una burla, nos muestran desde la pantalla cada semana un programa que titulan «Esta es mi villa» y allí el conductor, con la mejor buena voluntad, intenta justificar aquello que todos sabemos no existe dentro de un asentamiento y es precisamente una vida sana, de armonía y con futuro.
Los ni-ni cada día son más y conforman un cóctel peligroso al que pocos dirigentes políticos toman en cuenta. La mano de obra desocupada no conduce a ningún lugar y si lo hace no es al mejor o el más deseado.
Tenemos 1 de cada 3 pobres, pero además debemos sumarle los analfabetos, algo imposible de creer en este siglo XXI (aunque aún no sabemos la cifra), los indocumentados, los extranjeros que vinieron a pasear un día y se quedaron para siempre sin que haya una autoridad de aplicación que controle seriamente la permanencia de los mismos, para saber de que viven en el país o a que se dedican y quien les da protección a la hora de justificar su estadía-.
Los Docentes siguen haciendo paros y los niños pierden días de clase. Cada día de estudio que se pierde, no se recupera nunca más,
Este no solo es un problema de Argentina, y quizá haya llegado la hora en la que todos los presidentes de los países que integran esta América del Sur, se sienten a la misma mesa, dejando de lado las ideologías y comiencen a desarrollar tareas conducentes para que los ciudadanos desarrollen sus vidas en los países de miles de hermanos que huyen como hormigas de sus tierras tratando de buscar lo que no encuentran en su tierra.
Algo no está bien hace muchos años y no veo que los dirigentes políticos piensen ponerse los pantalones largos de una vez para comenzar un camino que nos lleve algún día a ser un continente rico con gente menos pobre. De las futuras generaciones depende. Los que hoy ya somos veteranos no lo vamos a ver, pero quizá nuestros nietos empiecen a vivir de otra manera, en una tierra que tiene todo y hasta hoy no ha dado nada porque «quienes están encargados de cumplir con lo que se escribió en las Constituciones de todas las naciones latinoamericanas a la hora de iniciar sus vidas institucionales, se dedicaron a robarle al pueblo, tanto le han robado que hoy, somos todos iguales… pobres, indigentes o abandonados…» da lo mismo si de resultados políticos se trata.
Así como fueron pasando por la historia los Hitler, Mussolini, Franco, Stroesner, Marcos y tantos otros, hoy tenemos a nuestros contemporáneos caminando entre nosotros, entonces, bueno sería no llegar a verlos en una foto como algo que ocurrió y no hicimos nada.
Solo nosotros seremos culpables si ello ocurre.
«Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza», Alfred Tennyson (1809-1892) poeta inglés.
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556