Por Washington Cabello
(BRASILIA, Brasil).- Menos de tres horas fueron suficientes para que después del cierre de las primeras casillas, el Tribunal Superior Electoral, anunciara el ganador de los comicios. Con 99 % de los votos computados, Bolsonaro tenía más del 55 %, mientras que Fernando Haddad, menos de 45 %.
Ya con el total de los votos escrutado, el ex militar y actual diputado federal, con casi tres décadas en el Congreso, Jair Messias Bolsonaro, se alzó con el 55.13 % de los votos, para resultar electo próximo presidente de este país.
Su contrincante, el progresista Fernando Haddad, de 55 años de edad, del Partido de los Trabajadores (PT) obtuvo el 44.87 %, con el 100% escrutado. Ha sido la elección más polarizada, tensa y violenta en décadas.
No hay dudas de que Brasil dio un giro radical a su futuro, eligiendo al ultraderechista de 63 años de edad, un nostálgico de la dictadura, que ha dejado claro desde el primer instante que comienza una nueva era en Brasil.
Inmediatamente después de ganar, Bolsonaro, se ha dirigido a sus compatriotas por Facebook, oró con su familia y compareció en televisión sin mencionar a su adversario.
“Primero quisiera agradecer a Dios”, dijo el futuro presidente brasileño a través de un vídeo que transmitió desde su casa en Río de Janeiro, en referencia al incidente en el que fue apuñalado durante su campaña electoral. “Nunca estuve solo. Siempre sentí la presencia de Dios y la fuerza de los brasileños”, agregó
“Todos juntos vamos a cambiar el destino de Brasil”, ha dicho el ganador de los comicios a sus ocho millones de seguidores en Facebook. “No podemos seguir coqueteando con el socialismo, con el comunismo, el populismo o el extremismo de izquierda”.
Asimismo, quien prometió le devolvería a Brasil a sus “valores tradicionales”, aseguró que su Gobierno será “constitucional, democrático y de respeto a la libertad personal”.
“Esa es una promesa, no de un partido, ni es la palabra vana de un hombre. Es una promesa a Dios”, aseguró de pie junto a su esposa y cerca de simpatizantes eufóricos.
Pasadas las siete de la noche, un grito de júbilo contagió a los miles de seguidores reunidos frente al departamento de Bolsonaro. Con lágrimas en los ojos, Ana Beatriz Freitas, fisioterapeuta de 53 años de edad, apenas podía hablar. “Esto representa libertad, justicia… Tengo la sensación de que las cosas van a mejorar”.
El panorama pareciera haber demostrado que los votantes del país más grande de América Latina optaron por ignorar las advertencias que aseguraban que este exmilitar podría erosionar la democracia en el país sudamericano y en lugar de eso eligieron un cambio total después de años de agitación.
Bolsonaro trató de mostrarse como un candidato ajeno a la política a pesar de una carrera de casi tres décadas en el Congreso y es uno de los últimos líderes en haber ganado prominencia en el mundo a través de mensajes duros –con frecuencia violentos– y una posición de derecha.
Su rival
Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, siempre en segundo plano en esta tensa, polarizada, sucia y violenta campaña, pese a ir recortando la ventaja no ha logrado atraer a suficientes brasileños a su planteamiento de que esta era una elección entre dictadura y democracia.
Mientras que dirigiéndose a sus seguidores en Sao Paulo, Haddad, no concedió la victoria a su rival ni lo mencionó por nombre. En lugar de ello, su discurso fue una promesa para resistir.
“Tenemos la responsabilidad de montar una oposición; de poner los intereses nacionales, los intereses de todos los brasileños, por encima de todo”, dijo el izquierdista. “Brasil nunca ha necesitado del ejercicio de la ciudadanía como ahora. No tengan miedo. Aquí estamos. íEstamos juntos!”.
Concluye una campaña marcada por la tensión, la desinformación en las redes sociales y, sobre todo, por las actitudes antidemocráticas de Bolsonaro.
Sus amenazas y diatribas abocan al mayor país de América Latina a la incertidumbre y refuerzan el auge de la ultraderecha en todo Occidente.
“Hay muchas personas con miedo y angustiadas en los últimos días. No tenemos miedo. Estamos aquí con las manos unidas y con coraje”, ha afirmado tras la derrota sin felicitar al vencedor.
La declaración hecha por el presidente del Supremo tras depositar su voto en Brasilia da también idea del terreno en el que se ha movido esta elección: “Hay que garantizar la pluralidad política y respetar la oposición que se formará”, ha declarado el juez Dias Toffoli, tras recordar que el presidente electo tendrá que respetar las instituciones, la democracia y el poder judicial.
Brasil ha votado inmerso en una inédita crisis política, económica e institucional. Los últimos años han sido especialmente convulsos.