Por Juan Tomás Valenzuela
Cuando Jean Alain, nació
Miriam Germán, ya era jueza,
sin embargo ésta confiesa
de cómo se enriqueció.
Una casa que heredó
el hijo de un exmarido,
cuando esté se había morido
por efectos naturales,
para que estos dos fatales
ahora vengan de atrevidos.
El descaro de Medina
y su aprendiz de ratero,
fue el de venir de ligeros
contra una dama tan fina
y de la forma mezquina
con que acostumbra esta gente,
le han formado el expediente
más sucio que puede haber,
utilizando el poder
como viles delincuentes.
Más como dijo Germán,
si esto fuera en doble vía,
aquí de quien se hablaría
fuera de este charlatán,
que al igual que el capitán
que comanda su misión,
hacen de la corrupción
su absurda razón de ser,
utilizando el poder
como si fuera un arpón.
Él cuestiona la “fortuna”
de tan prestigiosa jueza,
sin explicar con certeza,
sin él ser rico de cuna
como alcanzó una fortuna
sobre 200 millones,
sin nunca heredar acciones,
sin historial de abogado,
sin atender un comando…
Solo aliado con hampones.
Pero a estos dos petulantes
Se les fue por la culata,
el tiro que la fragata
del pirata Barba Humeante,
había lanzado al prestarte
proceder Germán Brito,
quedando estos dos malditos,
por su estupida insolencia,
puestos, más que en evidencia
por su sucio trabajito.
Poniendo la tapa al pomo,
ahora sale la fiscal
intentando rescatar
el prestigio de este gnomo.
Más parecido al rey momo,
con su cabeza brillante
y aquel material colgante
que exhibe sin más respeto
que el que mostraba Aniceto,
el hechicero farsante.
Miriam puede estar tranquila,
pues no es verdad que a estos pillos
se les va a hacer tan sencillo
separarla de la fila.
Esa casta de gorilas
que representa esta gente,
no parece ser conscientes
de que su vasto poder
no los podrá sostener
mucho más allá del 20.
Juan de los Palotes
7 marzo 2019