Por Juan Tomás Valenzuela
El caso de Villa Vasquez
debería servir de ejemplo
para quien crea que su templo
tá metío en un encharque.
A todo aquel que se embarque
en hacerse de lo ajeno,
debía tener el veneno
escondido en un colmillo,
por si lo tildan de “pillo”,
inmolarse en el terreno.
Aquel que la corrupción
la ha asumido como norte,
cuando le llegue el recorte
por su despreciable acción,
no debía cojer presión
por esto que se le imputa.
Que se jarte de cicuta,
y así se evita el bochorno
de que todos en su entorno
lo vean como un hijueputa.
No entiendo porque carajo,
el presidente Medina
con una esposa tan fina
esté enseñando el refajo.
que lo cojan de relajo,
a él por tó lo que ha hecho,
no le dá ningún derecho
de dejar que a su mujer
la denigren como a él
sin que se le apriete el pecho.
Si este pillo descarado
tuviera un chin de vergüenza,
se convocara a la prensa
que se agavilla al Estado
y viéndose acorralado
con toda esta corrupción,
fuera él mismo al paredón
y se llevara a Marchena,
pa’ver cómo lo envenenan
por bandido y por lambón.
Después que este hombre tán malo
esté boqueando en el suelo,
que el otro coja un anzuelo
y se cuelgue de algún palo.
Pero antes de eso, a Gonzalo,
el ratero de Obras Públicas,
en alguna audiencia pública
como la Tremenda Corte,
le lean muy bien su reporte
y lo echen de la República.
El que no pueda inmolarse
que opte por la extradición,
ya que el que está en corrupción,
lo mejor que haría es matarse.
Tal vez para envenenarse
ninguno tenga el valor,
pero si les queda honor
como al alcalde de Villa,
que usen una jeringuilla
y se hagan ese favor.
Juan de los Palotes
21 junio 2019