Por Juan Tomás Valenzuela
El puente que hizo Gonzalo
de 440 kilómetros,
es una obra más del pencometro
que Dios nos da de regalo.
El penco ñame no es malo,
como lo ha expresado Lidio;
Aquí el malo es el ofidio
que lo puso de delfín,
para con él, poner fin
a quien le daba fastidio.
La obra más emblemática
que hizo presidente alguno
no fue el viaducto oportuno,
sino la escogencia errática,
de esta figura pragmática
que presenta el PLD,
pá que lo gobierne a usted,
a mi y a todos nosotros,
que no somos mas que potros
en tó este merecumbé.
El puente sobre el río Kwai,
sin que se explique cuái río,
es la obra que este gandío
con sueños de Samurai,
quiere poner de bonsai
para adornar su gestión,
plagada de corrupción,
de dolo y de impunidad
y que por necesidad
mora en su imaginación.
La isla, de cabo a rabo
mide trescientos noventa
y nos dice esta placenta,
sin el menor menoscabo,
que tiene cogio po’ el rabo
a toda la oposición,
pues con esta construcción
va a entrar a los récords Guinness,
junto con los malandrines
que acompañan su gestión.
Son cuatrocientos cuarenta
los kilómetros logrados
de esta obra (grado a grado)
sin que nadie lo desmienta.
Ni esa prensa que está en venta,
ni expertos en la materia,
ni ningún mono de feria
que conozca geografía,
ni tampoco la ruyía
del núcleo de antimateria.
Juan de los Palotes
25 noviembre 2019