Por Juan Tomás Valenzuela
Quien recurrió al pataleo
en la pugna electoral,
fue el ventorrillo oficial
asediado por Pompeo.
El ungido fariseo
y su Penco candidato,
Belarminio, boca e’pato,
los comemierdas de Hoy Mismo,
la Venus del Patriotismo
y el enano pelagato.
El marido de Candita,
ni inventando vaina rara
pudo meter la cuchara
con esta Junta maldita.
No cogieron ni colita
los candidatos del Penco,
ni aún haciendo uso mostrenco
de los fondos del Estado,
ni esta trulla de avezados,
ni su líder chapulenco.
El juego no se dió a más
por más trucos que intentaron,
ni a los que se postularon,
ni al ungido Barrabás,
ni a la mujer del bacá
que desbarató el partido,
ni a la hermana del ungido,
y su tono amenazante,
ni al bandido de Amarante
con sus cuartos mal habidos.
Si con Domingo Contreras
se perdió en la capital,
nadie los iba a salvar
en la República entera.
La Plaza de la Bandera
fue un capítulo tortuoso,
para estos facinerosos
del entramado estatal,
para la Junta Central
y para Martínez Pozo.
No les valieron los trucos
ni a Julio César Castaños,
ni a Saladín, el huraño,
ni a su grupo de malucos.
En mayo les sale el cuco
a todo estos marsupiales,
pues si en las municipales
el fracaso fue rotundo,
ahora se los lleva Cundo
cuando sea las generales.
Juan de los Plotes
17 marzo 2020