Por Juan Tomás Valenzuela
El ministro de Salud
se muestra desorientado,
perdidamente turbado
y más mosca que Mambrú.
Me recuerda a Trucutú
mas que al Dr. Chapatín,
diciendo en su boletín
lo que le ordene Danilo,
quien ya se muestra intranquilo
por el bluf de su delfín.
Las entregas recurrentes
de este ministro de estado,
lo muestran equivocado,
perdido y ambivalente.
Recurre constantemente
a mentir sobre los datos.
Que si faltan aparatos…
que si sobran mascarillas…
y el penco hijuela…
cometiendo desacatos.
Un día habla de las pruebas
que trajo en penco de China,
al otro que fue Medina
que las donó pá su gleba.
Por un lado, desaprueba
los hospitales de Luis,
pero comete un deslíz
cuando al responderle a Alicia,
desnuda las inmundicias
del penco y la meretríz.
Aunque en principios creí
en la honradez del ministro,
la falta de suministros
y su actitud baladí,
no solo me avergonzó a mi,
sino a quienes como yo,
entendían que cuando habló
del control de la pandemia,
no caería en la engolemia
de penco y Papá Bocó.
Pero al igual que otros tantos,
este que tanto mintió,
al final, se delató
y pá mi perdió su encanto.
Ayer lo vi, casi en llanto
pidiéndole cacaíto,
al cabeza de chorlito
que va por el PLD,
por decir que este calié
no trajo un alfilercito.
Juan de los Palotes
21 junio 2020