Por Rolando Fernández
¡Bajo el planeta Tierra, nadie, ni nada es inmortal! Aunque una de las acepciones del término es, “duración indefinida de algo en la memoria de los hombres”, ¿quien dijo que por lo regular la posterioridad no olvida lo pasado?.
Otra, “que dura indefinidamente en la memoria de las personas”. Afines ambas, como se puede observar. Ahora, ¿de cuáles hombres o personas? Evidentemente, de los que estén ligados al ejercicio o actividad de que se trate, podría ser, ¡no es que sea seguro!.
Es por ello que, en parte no creemos que tal calificación aplique en el ámbito de determinadas actividades mundanas, y menos aquellas que envuelvan algún carácter lucrativo, como lo es el caso del baseball, por ejemplo, pseudo deporte convertido en un jugoso y atractivo negocio desde hace ya mucho tiempo. Y que, el ejercer dentro del mismo, se reporta como un trabajo cualquiera.
¡Lo inmortal no muere!, “Que no morirá nunca”, que sí es la primera y real definición aparecida en diccionarios, y la cual está directamente asociada con lo que convencionalmente se llama vida. Lo otro se puede considerar como “acotejo gramatical”, o una forma más sutil, como asimilable para los hombres.
El hecho de que cualquier accionar humano pueda permanecer durante un tiempo en la mente de los demás, no quiere decir que será para siempre, reiteramos; que eso lo inmortalice. Puede hablarse con franqueza, de que será recordado y nada más; incluso, solo por aquellos ligados al quehacer de que se trate, vale la pena recalcar. A los demás, poco les importa.
Por grandes que hayan sido las hazañas logradas en ciertas actividades, el tiempo, y los que vengan detrás se encargarán de hacerlas olvidar. No es verdad que permanezcan para siempre en el recuerdo generalizado de los hombres.
De ahí que, siempre hemos considerado improcedente el que a muchos jugadores de la disciplina señalada, se les considere como inmortales, cuando son llevados a los “Salones de la Fama”, en cualquier lugar.
¿Inmortales por qué?, ¿Por haber logrado hacer el trabajo para el cual se les pagó?, ¿Se les pagaba, sino lo hacían?, ¡Contribuyeron con el negocio, y nada más!.
Igual tienen que hacerlo, en mayor, o menor grado, los que les sucedan; y siempre ha sido así, ya que de otra forma los licencian, los botan sin contemplación los dueños de las empresas comerciales denominadas equipos.
Entonces, lo mejor sería dejarse de estar hablando de inmortalidad; calificar a los destacados como recordables, más bien, en el marco de los ejercicios desarrollados, y en la posición que sea.
Retomando la acepción de “ser mantenido en la memoria de las personas de manera indefinida”, esa sólo aplicaría en realidad en cuanto a aquellos que hayan aportado algo en favor del desarrollo, bienestar, o supervivencia de la humanidad; que a todos beneficiaran con algún accionar loable: un descubrimiento científico importante, cierto invento real de suficiente consideración; o, hecho predicciones mundanales que se hayan cumplido, etc., etc. Pero, nunca nada que haya estado ligado a cualquier actividad comercial, del tipo que sea.
Incluso, si de mantener en la memoria se trata, se podrían considerar entre esos, hasta los que han causado grandes daños, o incurrido en genocidios, y provocado grandes guerras, etc., en contra de sus congéneres mundanos. Verbigracia: ¿Quién no recuerda a Adolfo Hitler?, entre otros. Él mismo se hizo inmortal, desde esa óptica.
¡De esos sí que jamás nadie se olvida! Sus nombres, y la edificación sobre sus actos, considerados buenos o malos, se van retransmitiendo de generaciones en generaciones, casi de forma automática, por la validez de sus aportes, o los contenidos de sus daños.
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