Por José Beato
Desde hace mucho tiempo se ha escuchado y discutido que la educación es el motor del desarrollo de los pueblos, que ese motor tiene que estar dirigido con planes y programas eficientes, sostenibles, medibles cuyos resultados hagan frente a la realidad social que cambia aceleradamente.
No sé pueden obtener resultados diferentes con las mismas prácticas, ni se debe experimental en medio de una crisis, sí entre sus inventarios se tienen las mejores herramientas como recursos humanos para interpretar cada fenómenos que se presenta y tener la capacidad de buscar las soluciones amparado en la experiencia, la visión y el compromiso social.
La parte cognoscitiva, capacidad, historia, ética, moral y compromisos con las mejores causas que invocan el crecimiento y desarrollo de una nación son méritos sobrados, para una persona que pretenda dirigir cualquiera de las instituciones de educación, de los niveles media o superior.
La pobreza prohijadora de la violencia y la delincuencia, no se podrán combatir con largas condenas penales ni con la fuerza del promo venidos de los famosos «intercambios de disparos».
Solo una educación de calidad, cuyos gerentes (ministros), con una visión critica, futurista basada en el humanismo, que comprenda el avance de los elementos tecnológico que cambian con rápidez el mundo conllevaría al proceso educacional de disciplina para el crecimiento, desarrollo y el combate a la pobreza.
La República Dominicana, ve en Luís Abinader, la esperanza de completar los procesos educativos pendientes iniciados con la lucha del 4 por ciento para la educación.
La designación de Roberto Fulcar, en el Minerd, más que atinada fue idónea, él desde las aulas en los inicios de su carrera magisterial en su escenario primario en la provincia Peravia (Baní), proclamó el compromico ético y social del maestro, desnudó las necesidades del sector y las perspectivas a alcanzar en la lucha por mejoras en el magisterio nacional.
Por eso, en ese primer nivel de educación el presidente electo hizo una acertada y merecida designación que en agosto se convertió en un decreto y ese decreto corona a este maestro que ha sabido transitar desde ser un simple profesor de escuelas, dirigente magisterial, funcionario y finalmente ministro.
Pero de nada nos serviría si llevamos buenos productos hasta un nivel, si el siguiente nivel (educación superior), no les garantiza la seguridad de los conocimientos adecuados, modernos, pensums adaptado y actualizados que permitan que los nuevos profesionales salgan de las aulas universitarias con capacidad de poner en prácticas sus carreras sin contratiempos.
Hoy, no basta con ser bachiller, técnico o profesional, en un area la transversalidad se impone y por eso las especialidades y maestría son muy necesarias para completar los conocimiento y el currículum.
Estos desafíos reflejan las figutas de varios intelectuales, pero sin lugar a dudas el exrector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y dirigente fundador del PRM, Franklin García Fermín, sería el que más interpretaría la visión del modernismo desde el Ministerio de Educación Superior Ciencia y Tecnología (Mescyt).
Del doctor García Fermín, solo conozco su historia profesional y política, su capacidad de trabajo, su honestidad, nunca hemos compartido pero reconozco que el sistema educativo y el país gana con este al frente de el Mescyt.
El autor es: Abogado, CPA, Periodista y Máster en Relaciones Internacionales. Es Secretario General del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP)