Por Juan Tomás Valenzuela
Sabiendo que entre bomberos
no se pisan las mangueras,
el pleno ha dejado afuera
al grupo de bandoleros,
que junto al mudo embustero
se lleván entre las uñas,
desde la estrella de Antuña,
hasta los clavos de Cristo,
porque en cualquier imprevisto
podrían servirles de cuña.
Por el caso Caracol,
a Francisco Álvarez Pérez,
se le subieron los seres,
a fungir de Protector.
Camacho, el procurador,
junto a Yeni Berenice,
hurgando entre las raíces
de la virtud y el decoro,
halló hasta mierda de loro
debajo de sus narices.
Don Francisco, fue acusado
de obstruir la justicia,
de hablarle mentira a Alicia,
de sucio y desvergonzado.
De deber en el colmado
una cuenta de aguardiente,
de maquillar expedientes
para disfrazar el dolo,
para que los comesolos
puedan salir libremente.
Los que aspiramos a cambios,
con la voz entrecortada,
vemos que no se hará nada
con los jueces de recambio.
Los nuevos, por intercambio,
van a proteger a aquellos,
que desde el primer destello
de dolo y de corrupción,
defendieron el crespón
poniéndole firma y sello.
Juan de los Palotes
6 agosto 2021