MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
La caja de Pandora que está a punto de destape debido a los escándalos de sobornos, sobrevaluaciones y al obvio tráfico de influencia en la concesión de contratos a empresas brasileiras, de manera principal a la Constructora Odebrecht, parece que se llevará de encuentro a ciertos camajanes de la política, en el sentido más perverso del calificativo.
Lo interesante, merecido y hasta gracioso del asunto, es que entre ellos, los hay de aquí y de allende el Atlántico. El lío es de tal magnitud que si a la diosa Temis no le amputan el brazo de la Justicia, como hace mucho tiempo le robaron la venda, uno de sus objetivos, además de Inacio Lula Da Silva y su aventajada pupila Dilma Rousseff, es nada menos que el farsante Danilo Medina.
¿Es, acaso este embrollo la razón fundamental de la usual parafernalia que han utilizado los gobernantes inescrupulosos que registra nuestra historia, cuando se ven acorralados, desde Pedro Santana hasta nuestros días? ¡Claro que sí! Todos los acuerdos con organizaciones partidarias para la conformación de un supuesto Gobierno de Unidad Nacional, es solo pantalla a los fines de legitimar el plan de evadir la persecución que ya se inició en todo el territorio brasileño.
Danilo y sus acólitos saben perfectamente que sólo cuando el objetivo de una persecución entraña un motivo estratégico de índole económico-militar, el Imperio actúa. De modo que la mejor forma de estar a salvo en el sistema disque democrático-representativo, es aferrarse al Ejecutivo, pues si se es dócil y jamás contestatario, lo demás es éxito garantizado.
Se me ocurre que ante tanta gente que ha sufrido toda suerte de males, incluso vicisitudes y carencias, hasta de las más elementales junto a sus familias, por ser honestos y verticales, es de imperiosa necesidad que los culpables de los pesares de esa legión de irredentos que de a poco languidecen y mueren, los guarden donde tienen que estar los delincuentes.
Delincuentes de cuello blanco y corbatas multicolores que son los verdaderos responsables del estado de inseguridad y miseria en que está sumida la sociedad dominicana. Dios habrá de involucrar en esta situación su Divina Providencia, en tanto lo previsible a corto plazo es que la ciudadanía, hastiada de tan asfixiante desprotección, haga uso de su legítimo derecho a la rebelión, y decrete, como en Abril, un ¡sálvese quien pueda!
Eso no lo han calculado los paniaguados de la cercanía, ni los de la medianía, ni los de la ni tan distante lejanía del farsante Medina. Son tan cretinos que no alcanzan a comprender que la dialéctica en complicidad con el tiempo es implacable, y que no hay manera de burlarla.