Por Juan Tomás Valenzuela
El bandido de Leonel
salió hablando de Agripino,
diciendo que ese cretino
era honesto igual que él.
El tupé de este lebrel
es digno de admiración,
porque hablar de ese cabrón
en los términos que lo hace,
evidencian un desfase
de singular dimensión.
Si existiera la moral
entre su lista de dotes,
este insulso guajolote
no se atreviera ni a hablar.
Este León, saco e’ sal,
no encuentra de qué manera,
volver a ser lo que era
en el año dos mil cuatro,
en qué convertís en teatro
tó lo que se le ocurriera.
Sin nadie solicitarlo,
Leonel, ha hecho un panegírico,
que me encuentro hasta satírico
por como viene a expresarlo.
A este hay que felicitarlo,
porque hay que tener…
para emitir opiniones
sobre uno tan desalmado,
que se lucró del Estado
como lo hacen los ladrones.
Que sea al marío de Cuquita
quien hable así de Agripino,
nos lleva a un solo destino:
Esta sociedá está frita.
Pues solo este hermafrodita
del barrio de Villa Juana,
puede hablar de esa almorrana
que operó desde la Iglesia,
la organización más necia
y qué más nos dio macana.
Juan de los Palotes
25 enero 2022