Por Juan Tomás Valenzuela
El día que Eugenio Cedeño
fue enganchado a diputado,
entendió que había llegado
y que de todo era dueño.
Aún sin el buen desempeño
que supone la gestión,
él se lanzó con pasión
detrás de los privilegios,
que hoy ven como sacrilegios
los ` de esta nación.
Su impronta de gavillero
y la actitud de maleante,
lo llevó a ponerse alante
como buen aventurero.
Él, que llegó sin dinero
al círculo de los lores,
dando y pidiendo favores
logró acumular fortuna,
y ahora que es rico de cuna,
pide, se le rinda honores.
El flamante diputado,
oriundo de La Romana,
soltó tremenda canana
a sus compinches de estrado.
De modo desvergonzado,
el congresista Cedeño,
trató a todos con desdeño
creyéndose superior,
cuando es sólo un malhechor,
aunque con rostro risueño.
“El congreso del país,
partida de despistados,
es realmente un principado,
donde su monarca es Luis”.
Así dijo esta lombriz
con ínfulas de señor,
queriendo implantar terror
a la masa de votantes,
que hoy le niega este maleante
su rol de benefactor.
Juan de los Palotes
16 marzo 2022