Por Juan Tomás Valenzuela
Dwayne Johnson, volvió a la tienda
que robaba desde niño,
a devolver, con un guiño,
una sensible encomienda.
Sin recibir reprimenda
por parte de la encargada,
Dwayne, la tenía acostumbrada
a robarse un chocolate,
sin que ella lo delate,
cuál si no pasará nada.
La situación que pasaba
Dwayne, en aquellos momentos,
lo llevó a aquellos eventos,
pues si no era así, ayunaba.
Pero conforme pasaban
cosas buena en su vida,
la costumbre fue perdida,
porque al sentir el progreso,
no era necesario eso
que había marcado su vida.
Dwayne, progresó grandemente,
y ya no fue necesario
ni robarse un dulce diario,
ni otros hechos delincuentes.
Él no llegó a presidente,
como el amo de los vientos,
que también en su momento
tuvo que hacerlas de pillo,
rututeando en un Cepillo,
luego en una KIA Sorento.
Dwayne, regresó a Hawái
para enmendar un error,
que incomodaba a este actor,
digno como un Samurai.
Pero aquí, el hijuesumái,
que gobernó 12 años,
llenando al pueblo de engaños
y de actos de corrupción,
no ha devuelto ni un vellón,
ni se arrepiente del daño.
Leonel, al igual que Dwayne,
debía ser considerado,
y devolverle al Estado
lo que tó ellos se cogién.
Mandarle un tuit a Ditren,
igual que a Félix el gato,
y mediante cualquier trato,
como bien hizo el actor,
devuélvanle al contralor,
para evitarse un mal rato.
Juan de los Palotes
5 diciembre 2022