Por Ricardo Bustos
Según la pluma de un grande de la Literatura Universal, León Tolstoi: «Parece que la culpa está en los demás, en todos los demás, en el mundo de los demás. Nosotros somos perfectos, lo hacemos todo sin equivocarnos, somos un dechado de virtudes, todos piensan en cambiar al mundo pero ninguno piensa en cambiar nosotros».
Un equipo de científicos del CONICET, encontró en la Provincia de Neuquén, Argentina, restos fósiles que datan de 193 millones de años. La pregunta de rigor entonces sería: ¿No alcanzaron los 193 millones de años para cambiar al mundo?.
Con la llegada de los «Drones», hemos aprendido a mirar de manera cotidiana, nuestras vidas pero desde arriba, como hormigas caminando sobre el piso de esta tierra que aún, después de la creación, todavía hierve y expele fuego desde sus entrañas. Somos apenas un ser viviente mas pero con cerebro racional, moviéndonos de un lado a otro porque nuestro gen natural es el cambio permanente, migrar, cambiar de paisajes, clima, amistades, trabajos, profesiones, amores…
Mientras la vida pasa a nuestro lado, invitándonos cada día a iniciar un nuevo viaje con un final anunciado que no queremos asumir y solo reaccionamos cuando inexorablemente llega.
¿Para que quieren cambiar al mundo?
María Fábregas, en «Idea Libre», nos sugiere ideas que podemos hacer nosotros para cambiar esta realidad.
«Intenta focalizar en las cosas buenas, no en las malas. Todas/os conocemos el sentido de la dualidad, el mal y el bien y su relación, porque está claro que para que haya luz son necesarias las sombras y al revés, es decir, todo los que nos rodea tiene su lado bueno y su lado malo y el cómo nos afecte sólo depende de nosotros mismos. Si cada uno de nosotros/as pusiésemos el foco en las cosas buenas en vez de en las malas, te lo aseguro, el mundo sería un lugar mucho más positivo y agradable. Inténtalo!»
Ya lo dijo Mahatma Gandhi: “sé el cambio que quieras ver en el mundo”.
«Cuídate y cuida a la gente de tu alrededor. Es fundamental. Cuídate para poder cuidar al resto. Cuida tu cuerpo y tu mente para llegar más lejos, para sentirte plena/o y así desprenderás todo lo que tienes dentro para focalizarlo en los demás. Cuando estamos bien, cuando nos sentimos bien, somos capaces de dar mucho más a las personas de nuestro alrededor, y eso genera una cadena que se extenderá mucho más lejos de los que crees».
«No olvides lo que no ves pero existe. Cuando ocurren cosas malas cerca de nosotras/os siempre nos alarmamos, nos entra miedo porque creemos que si ha ocurrido algo tan malo cerca nuestro eso podría ocurrirnos a nosotras/os o a alguna de las personas que queremos. Cuando las cosas suceden a miles de kilómetros simplemente no nos afectan de la misma manera, no nos producen ese miedo e incluso en muchas ocasiones creemos que si dejamos de mirarlo, no nos dolerá lo que vemos y ya no habrá más problema, fomentando así que las cosas nunca cambien. Recuerda que no mirar los problemas, no hará que desaparezcan».
Quizá la lógica a aplicar sea la que tenemos a nuestro alcance y no prestamos debida atención. Los griegos nos dejaron una enseñanza muy sencilla. la palabra «crisis». Cambio, no destrucción de valores.
Podemos cambiar nosotros, pero no con la soberbia de creer que somos ejemplos a seguir. Ese es el problema de hoy en la sociedad. Cuestiones políticas, Sociales, Económicas, Ambientales, de Género… todas ideologizadas y sin contenido de «lógica» para poder ser aplicadas si pretendemos un cambio desde adentro. A nadie debería importar lo que siente el otro, pero no lo hemos podido lograr en tantos miles de años como «raza humana».
En psicología, las crisis existenciales, o también llamadas crisis evolutivas por el psicoanalista Erik Erikson ( 1902-1994), son aquellas por las que pasan todos los individuos en su vida y constituyen una parte importante de la evolución o crecimiento personal.
«La vida es para ser disfrutada, no sobrellevada», (Gordon B. Hinckley)
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador
Capiovi, Misiones, Argentina
DNI 7788556
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