Por Mart1n Mucha
(elmundo.es/cronica).- Antes de abatir al símbolo de Zimbabue, Walter Palmer viajó una semana por los montes de España para cazar. Buscaba piezas únicas, y mató con flechas a varias. Presumía de poder atravesar una naranja a 100 metros. Reconstruimos su viaje, por el que pagó entre 10.000 y 30.000 euros, en la semana en que los más radicales han llegado a poner precio a su cabeza.
Las flechas, siempre verdes, tensas. Agazapado en los montes de Toledo, Walter Palmer espera en un coto de caza por un gamo. Divisa la cornamenta. Dispara su ballesta. Acierta una, otra. Hay quienes dicen que su arma letal, de más de 200 libras de potencia, puede penetrar un coche. Lo que atraviesa sin dificultad es la piel del cérvido.
El cazador cincuentón más célebre del planeta llegó a España con su mujer, Toni, que usa un rifle de caza convencional. El dentista de Minnesota llega para abatir animales con los que completar sus récords. Es otoño de 2011. Walter ya es considerado uno de los mejores cazadores con arma del mundo.
Gasta entre 10.000 y 30.000 euros en su visita por Gredos, Toledo, Aragón…
Llega a superarse. Es pura ambición. Cuatro años después, esa ansiedad sería su ruina. Palmer es hoy repudiado tras aniquilar a Cecil, el felino más querido de Zimbabue, un rey león de melena negra.
Palmer vino a nuestro país a una semana de cacería a todo lujo. Al estadounidense que decapitó a Cecil, curiosamente, lo confundieron con español en las primeras informaciones. Pero no, su única relación con España es este viaje a por sus codiciados trofeos de carne y hueso.
El dentista caza desde los cinco años. Hoy, con 55, ha cumplido medio siglo dedicado a su afición, la parte de su vida que le daba emoción. De reparar muelas a recorrer las sabanas africanas hay un universo. Según el Safari Club International (SCI) acumula 43 piezas de alto nivel. Antes de acabar con el rey felino ya había cumplido con matar a los cinco grandes de África (The Big Five): león, leopardo, elefante, búfalo y rinoceronte. Es más, su pretensión era repetir por segunda vez. Ambicioso a más no poder, por eso también quiso pisar uno de los mejores lugares para practicar su afición en Europa: España.Vino a reservas regionales de caza, a cotos particulares. Iba a por piezas que son únicas, que sólo se pueden cazar aquí: las cabras montesas, una especie cinegética exclusiva de España. El organizador de su tour de cacería fue el muy respetado Giuseppe Carrizosa, quien organiza monterías desde 1981. Precisamente el año en que vino Palmer cumplía 30 años. «Walter y su mujer vinieron a por estas piezas que los extranjeros valoran mucho», explica, el hijo de Carrizosa, Curro.
En España se hace una ruta que busca cazar las cuatro variedades que existen del también llamado macho montés. Lograrlo se denomina Spanish Ibex Grand Slam: «Spanish Gredos Ibex para los ejemplares de Gredos y Las Batuecas. Spanish Beceite Ibex los de Tortosa y Beceite, Maestrazgo y Muela de Cortes. Spanish Ronda Ibex para los conseguidos en Ronda y Grazalema. Spanish Southeastern Ibex para los cazados en Sierra Nevada y Tejeda Almijara», según definición del SCI, que rememora la revista especializada Club de Caza.
Los Palmer lograron cumplir con la mitad. Toni Palmer logró acabar con un ejemplar de Gredos a balazos. Walter hizo lo propio con una cabra montesa Beceite, en Aragón, usando flechas verdes. Prometieron volver a por los que faltaban para completar el Grand Slam. Pero no fueron los únicos animales que querían para sus registros únicos. Walter era un obseso con ellos. Aparte de completar el Big Five ha logrado el North American Super Slam, que consiste en acabar con las 29 grandes especies de caza de América del Norte. Esto incluye oso polar, puma, alces, bisonte, oso negro…
Por cazar este último ilegalmente fue multado.
En 2008 fue condenado a pagar 3.500 euros y a estar un año bajo vigilancia. Acabó con este plantígrado en un área natural de Pesca y Vida en EEUU sin tener licencia para hacerlo.
«Cuatro años atrás quién se iba a imaginar lo que iba a pasar», se sorprende Giuseppe Carrizosa. «Tras ese tiempo solemos borrar los registros porque ya no tenemos obligación de hacerlo», recuerda a Crónica sorprendido
Lo recuerdo como un hombre correcto, muy educado, añade. Su hijo completa su descripción: «Era alto, de 180 centímetros de altura o más, y en muy buen estado físico». Siempre sonriente. A su obsesión por la caza, se unía la que tenía por el gimnasio. Y por sus dientes. Por su profesión los lucía siempre blanco-azulados.
No contentos con las cabras montesas hispánicas, los Palmer también fueron a por gamos, a quien popularmente también se conoce como Bambi, por el personaje de Disney. Fueron sus mejores logros en España. Lograron matar a tres. A decir del ranking de la SCI su calificación por tamaño de cornamenta, tamaño y estética eran animales de medalla de oro. En una de las imágenes, el dentista aparece sonriente, colocando su ballesta sobre el lomo del animal, para reiterar que así lo cazó. La llegada de cazadores como Palmer que usan esa clase de arma la ha puesto de moda en España. «En los últimos años es cada vez más normal su uso», afirma Curro. «Es más emocionante porque hay que estar muy cerca».
Walter es considerado un purista. Sólo actúa con flechas. Se niega a utilizar armas de fuego. Eso le dio fama internacional, cuando el New York Times le hizo un reportaje tras cazar uno de los alces más imponentes de todos los tiempos. «No puedo decir que es un nuevo récord mundial. Yo puedo decir que va a estar cerca», declaró al periodista Michael Ladrillo. Lo hizo estando a menos de 75 metros de distancia. Palmer presumía de poder atravesar una naranja a 100 metros de distancia. Lo cierto es que podía.
Y también que era un ególatra.
Acosador sexual
No sólo por el lado de los animales. Se consideraba irresistible. Millonario, acostumbrado al lujo, vivía en una mansión de un millón y medio de euros en Minnesota, a escasos dos kilómetros y medio de su consulta. A una paciente, que después fue empleada de su clínica River Bluff Dental entre 1999 y 2005, le tuvo que pagar 110.000 euros para resolver la demanda por acoso sexual.
Le lanzaba comentarios machistas, además de tocarle pechos, nalgas y vagina. Tras pagar, la Junta de Odontología de Minnesota sólo le castigó obligándole a realizar un curso de ética.
Con sus antecedentes, pocos creen su versión de que actúo correctamente contra Cecil. Se le acusa de utilizar un animal muerto para sacarlo de una zona protegida del parque Hwange.
Este año cumple medio siglo como cazador. Y quería celebrar su aniversario apoteósicamente. Fue a por un león de melena negra, un ejemplar único. Y mató a Cecil, uno de los felinos más bellos del planeta. Después, pretendía matar un elefante. Aspiraba a ser un cazador histórico y se había gastado a lo largo de su vida más de un millón largo de euros en viajes de cacería. Sin incluir pasajes ni hoteles se gastó 45.000 euros por Cecil, 20.000 en un leopardo, otros 20.000 por un rinoceronte blanco, otros 40.000 por un alce y así sucesivamente.
«En España se gastó entre 10.000 y 30.000 euros por una semana», estima Curro Carrizosa. La caza a alto nivel cuesta eso y más. «En Castilla La Mancha se hospedó en una finca particular de lujo, En Castilla y León, en el Parador de Gredos, en Aragón fue a un hotel de pueblo…». En Toledo, su esposa Toni Palmer abatió con su rifle un jabalí. Walter, su marido, optó por un muflón. No menos de ocho de sus verdes flechas dieron en el cuerpo del ovino salvaje. Fue otra de sus hazañas en estas tierras. Fue calificado como pieza de medalla de bronce.
Los Palmer en total acabaron con siete bellas bestias en España: tres gamos, dos cabras montesas, un muflón y un jabalí. Sólo a Walter se le atribuyen dos gamos, una cabra montesa de Beceite y un muflón, que le significaron dos medallas de oro y una de plata según el ranking de su santificado Safari Club Internacional. «Para llevarse las piezas a su país se requieren certificados veterinarios ya que del 60 al 80% de norteamericanos que cazan en España con nosotros, las disecan en su país. Después hay que conseguir los permisos de exportación para probar que todo se hizo legalmente. Comprobar toda la documentación. Después hay que hacer una primera sesión de taxidermia para preparar el trofeo. Cuando está listo para transporte, la documentación vale de 100 a 200 euros por pieza…».
Hoy hasta el SCI lo repudia. Ha sido suspendida con carácter indefinido su licencia. La web donde antes figuraban sus récords está caída. El odio que ha causado en su propio país es tal que el presentador estrella de la cadena estadounidense ABC, Jimmy Kimmel, ha hecho un monólogo sobre el caso. «Cuando leí la historia, en el informe decía que se sospechaba que quien mató al león era un español, quien disparó contra el animal. Entonces, tengo que admitir que sentí alivio porque no fuera un estadounidense». Pensaba: «esto es terrible, pero gracias a Dios no ha sido ninguno de nosotros por una vez. Pero esta mañana me conecté a internet, y resulta que sí era uno de nosotros…».
Y Kimmel fue directamente a burlarse del dentista y sus argumentos para defenderse (alega Palmer que pensaba que no mataba a un león protegido). «¿La gran pregunta es por qué disparas a un león en un parque natural?, ¿Por qué el ser humano no se siente culpable de hacer algo así?, ¿Dónde está la diversión?, ¿Es tan difícil tener una erección que necesitas matar?».
Humillado y con el negocio hundido, Palmer está desaparecido. Los que lo acompañaron en la cacería de Cecil no están mejor. Theo Bronkhorst, el organizador, ha perdido su licencia en Zimbabue, se le ha retirado el pasaporte y probablemente no pueda ejercer más en ese país. Honest Ndlovu, el otro involucrado, dueño del coto de caza Antoinette, donde el querido león fue aniquilado, no tendría permiso para que en sus tierras se cacen este tipo de felinos.
Se enfrentan a penas de prisión de entre 10 y 15 años si son culpables.
Por ahora Palmer no está siendo procesado. Para intentar contrarrestar el torrente de críticas, ha contratado a la agencia Jane Austin & Associates. Lo tiene difícil. Su nombre y el hashtag #CecilTheLion han sido trending topic mundial. Una buena parte para insultarle. Incluso se ha llegado a ofrecer dinero por su cabeza.
La entrada de su consulta está llena de peluches con las especies que ha cazado. Y más insultos. Hay incluso un artista que está pintando un cuadro a tamaño natural de Cecil allí, como protesta. Según expertos en relaciones públicas sólo le queda como salvación pedir perdón, prometer olvidarse de la caza para siempre y hacer una extraordinaria donación en defensa de los derechos de los animales.
Este dentista con dos hijos, cuya fortuna se estima en más de cinco millones de euros, atraviesa una cacería desde que The Telegraph desvelase su identidad. No sólo lo buscan los medios. La US Fish and Wildlife Service le requiere para evaluar su situación. «Y el Departamento de Estado está ya investigando el asunto en África», señala el Washington Post…
Quería ser el mejor cazador. Hoy es el más odiado.
@Mart1nMucha