Por Ricardo Bustos
Mientras en el mundo entero la mitad de la población se «ocupa» cada día en preparar el menú de alimentos que llevarán a su mesa, la otra mitad está «preocupada» intentando conseguir esa misma comida, aunque sea en menor dosis, para paliar el hambre que los persigue, llevándolos en muchos casos a condiciones de «hambruna», horror reconocido por las propias instituciones internacionales, las que se deberían ocupar para que ello no ocurra, ya que todo indica que los genios de las estadísticas, sólo están para enumerar cuántos somos, qué comemos, dónde vivimos, cuántos nacemos, pero ninguno nos dice… «Cómo solucionamos el problema inmediato que es el hambre… nada menos» y como si fuera poco, cada año somos más millones en el planeta.
Está tan alejado de la realidad cotidiana de los gobernantes este fenómeno, que ponen en tela de juicio las estructuras y los mecanismos financieros, monetarios, productivos y comerciales, en su gran mayoría cómplices de la política encargada de fabricar bolsones de desnutrición y pobreza, para seguir sometiendo a la gente ignorante (que ellos mismos se encargaron de generar).
Nos mienten cuando dicen que no hay alimentos para todo el mundo y por ello al racionar los mismos, se agiganta la distancia entre pobres y ricos, cuando la realidad es que no dejan producir para que los precios se mantengan elevados y las potencias económicas puedan continuar llenando sus arcas con las necesidades de los pueblos. Mi pregunta estúpida es:
¿Dónde está el dinero del mundo? y…¿Para qué les sirve a los que lo poseen?.
Es cierto que los beneficios del progreso están llegando para solucionar muchos de los problemas, generalmente vinculados a la salud con la nueva tecnología, pero de nada sirve si una vez que curan al paciente de sus dolencias, después no lo alimentan y sólo benefician a un sector de los humanos, aunque aun así todos los días y por causas ligadas a la pobreza, continúan muriendo miles de personas por no ser atendidas en tiempo y forma, a pesar de contar con los medios para hacerlo.
Tener dinero es más importante a la hora de una emergencia médica.
Lamentablemente el último informe presentado por la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación) no muestra ninguna mejora en los últimos años y quizá haya llegado la hora de imitar a los países asiáticos como China, aunque suene a discriminación pero que con su Ley de un solo hijo por matrimonio, ha logrado la disminución en 45 millones de pobres y desnutridos del sistema, alejándolos del riesgo, aunque lamentablemente esa misma cantidad aumentó en países del África, al sur del Sahara, elevándose de 69 a 206 millones de hambrientos, en apenas diez años… Estamos hablando de seres humanos… ¿y por casa cómo andamos? porque no tenemos estadísticas serias.
La verdad es que cuando vemos que los gobernantes de turno se reúnen en la ONU, OEA, OTAN, MERCOSUR, ALCA, UNASUR, todas organizaciones vacías de contenido, con semejante gasto en infraestructura, embajadores, representantes, traslados, agasajos y cuanta estupidez humana que los hace alejar de la realidad, nos produce cierta sensación de bronca e impotencia, pues sabemos que eso… no sirve para nada si no se aplican las medidas correctas a la hora de salvar a la humanidad del flagelo del hambre… hambre que también viene acompañado del analfabetismo, cuyo crecimiento se ha duplicado en la última década.
Es también una cuestión de género y ha llegado la hora de que los hombres nos pongamos los pantalones, aceptando la realidad tal cual se presenta, pues comprobado está que son las mujeres quienes en cualquier lugar del planeta, ante la necesidad de alimentar a sus hijos, salen en la búsqueda de comida a trabajar o, en el peor de los casos, «mendigar», para que sus retoños al menos tengan algo para subsistir.
No ocurre lo mismo con las «Damas» a la hora de gobernar pues para muestra nos bastan tres botones que están en línea con el fracaso político y casualmente en el sur de las Américas.
Nuestra Argentina no está fuera del mundo y por más que nuestros gobernantes digan que estamos mejor, la verdad está muy distante. A un país que le ha ido como «la mona» en la mayoría de sus actos institucionales y políticos, es muy difícil que le vaya bien a su pueblo.
Quizá los nuevos gobernantes al escuchar dejar de escuchar a un séquito de aplaudidores oigan las voces verdaderas y miren el informe lapidario de la organizaciones internacionales encargadas de medir los índices que nos están informando que «con un 0,65 % de la población mundial, Argentina produce el 1,61% de la carne y 1,51% de los cereales que se consumen en el mundo, sin embargo en esta misma Argentina, hay NUEVE MILLONES DE NIÑOS y ABUELOS QUE PASAN HAMBRE y de nada sirven los plazos fijos de millones de dólares, hoteles en la Patagonia, departamentos y pisos e Nueva York, Médicos en las mejores clínicas de Buenos Aires, el Tango 01, las Casas de los «Sueños Compartidos» o las 400 mil que jamás veremos y de las cuales no se habló nunca más porque en el lío estaban todos metidos.
Esperemos que haya sido solo un sueño que los hospitales no tengan insumos y a partir de ahora no existan sueldos de hambre o la mayoría de las obras públicas prometidas para mejorar la calidad de vida de los argentinos, «paradas» por falta de presupuesto o «desvío de fondos», a quién sabe qué proyecto nuevo, raro, para seguir confundiendo al ciudadano con falsas promesas, también se convierta en un pasado del que no queremos recordar absolutamente nada.
Por gracia de Dios o la buena voluntad de los pueblerinos, en el interior no es común ver tantos, pero en las calles de las grandes Ciudades y sus conurbanos cada vez se ven más niños pidiendo día y noche «una moneda» o «algo para comer», con carros tirados con caballos, cartoneros, colectas para comprar medicamentos, porque el Estado se encuentra ausente y para no extendernos tanto, un país que cuando el gobernante corta la cintas en la inauguración de una Escuela lo primero que muestra con orgullo es el Comedor para que los niños puedan almorzar y merendar, como si fuera un logro político.
Somos el país que tiene más «comedores comunitarios y escolares» que Escuelas. No pueden sus dirigentes darse el gusto de opinar sobre las condiciones de vida de los habitantes si ellos no las conocen o bien si alguna vez fueron pobres se olvidaron cuando pusieron la sentadera en un cómodo sillón de oficina.
Todavía se ven trasnochados ex dirigentes de un modelo que ojalá desaparezca de la escena política, acusando a quienes con su esfuerzo y mucho sacrificio de sus familias lograron una posición económica que les permite vivir en una posición un poco mas cómoda.
Para ese tipo de dirigentes frustrados es una atrocidad que haya ciudadanos con su economía un poco mas organizada por tener un trabajo estable y permanecer dentro del circuito. Se los acusa de no ser solidarios con los más pobres, enfrentando de esa manera al pueblo en una lucha inútil de clases que en nada contribuyen a solucionar los problemas de fondo provocados por la misma clase política, egoísta y soberbia que vive y disfruta la alfombra roja y los gustos de los nuevos ricos, ridículos y pobres de espíritu, que no tiene la más mínima intención de aplicar medidas conducentes para borrar el HAMBRE de grandes y chicos, a quienes no pueden ver de cerca y si por casualidad en algún acto, alguien los besa, se lavan la cara con alcohol por miedo a contagiarse, como si hubieran nacido en cuna de oro y todos sabemos que muchos de estos políticos vienen del barro y la pobreza aunque no quieran reconocerlo.
Desde los aviones, helicópteros o vehículos con vidrios polarizados, les resulta difícil reconocer que existen aquellos que los pusieron en sus cargos con el voto, aunque sea comprado u obligado por la dádiva.
«No se debe usar el desprecio sino con gran economía, debido al gran número de necesitados» – René de Chateaubriand – 1768-1848 – diplomático y escritor francés.
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556