Por Ulises Canales
(Beirut, Líbano, PL).- Tiroteos esporádicos, columnas de gases lacrimógenos, comercios y restaurantes cerrados, y calles en las que se empieza a hablar de revolución, definieron hoy el ambiente del centro de esta capital tomado por miles de libaneses indignados.
«Revolución, revolución, revolución», «el pueblo quiere la caída del régimen», «ladrones, ladrones», y «Véte, véte» (en reclamo directo al primer ministro Tammam Salam) fueron las consignas coreadas por habitantes de distintas edades, estratos sociales y confesiones religiosas.
Por segundo día consecutivo, las calles del centro de Beirut, en particular las que dan acceso a la plaza Nehme donde se ubica el parlamento, permanecieron literalmente tomadas por personas que respondieron a la convocatoria del movimiento cívico «You Stink» (Apestan).
Los activistas de la organización llamaron a todos los ciudadanos a unirse en una masiva demostración a partir de las 18:00 horas en el centro capitalino bajo el slogan de «No al terrorismo remunerado por el estado corrupto», para exigir la dimisión inmediata de Salam.
Amenizada en algunos puntos por música árabe difundida por altavoces, los manifestantes también coreaban «eh, para fuera, el gobierno para fuera», y anunciaban su determinación de proseguir las protestas hasta recibir soluciones serias y duraderas a varios temas que agobian a la población.
«Deberían convertir esto (la demostración) en otro Tahrir», comentó a Prensa Latina Riad, un taxista de 65 años que miraba a jóvenes escalar torres de construcción para ondear la bandera libanesa, tal como hicieron en 2011 sobre farolas los que tomaron la plaza egipcia y derrocaron al presidente Hosni Mubarak.
La policía se mantuvo en máxima alerta y bloqueó todos los accesos a la sede del órgano legislativo, pero no logró impedir el desorden en un área habitualmente apacible de Beirut, donde lanzó bombas de humo y enfiló cañones de agua a quienes se aproximaron a las vallas y alambradas.
Para Georgina, madre de dos niños pequeños que mostraba con orgullo el símbolo cristiano de la cruz que colgada de su cuello, las próximas horas serán decisivas para saber si quienes tomaron las calles mantienen sus reivindicaciones y evitan ser manipulados por líderes políticos.
En solidaridad con los manifestantes se concentraron numerosos habitantes de las regiones norteñas de Batroun y Trípoli, así como de la sureña ciudad de Tiro, para urgir a la campaña «Apestan» a ampliar sus demandas más allá del crítico problema de la falta de vertederos para la basura de la capital.
«La basura (acumulada en las calles desde hace más de un mes) es apenas uno de tantos problemas», acotó Riad, al señalar que los frecuentes y prolongados cortes de electricidad, la escasez de agua, todo ello en pleno verano, y las disputas políticas hartaron la paciencia de los libaneses.
Incluso, opinó el sagaz taxista, hoy lo que menos interesa al ciudadano de a pie es elegir al presidente del país, cargo vacante desde hace justo un año y tres meses debido a las rivalidades entre los políticos.
Según su criterio, en El Líbano el jefe del Estado carece de verdadera autoridad y quienes se manifiestan desean soluciones a sus problemas más apremiantes inmediatos, que -apuntó- no resolverá la elección por el parlamento de un presidente.
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